Revista Opinión

Lo que España habrá dejado a los vascos tras ETA.

Publicado el 03 noviembre 2010 por Nynaeve

¿El jarrón entero con moscas? ¿O lo rompemos a manotazos?

Lo que España habrá dejado a los vascos tras ETA.

En tiempos de revisión histórica en general, y paso a un nuevo tiempo político y social que se podría abrir en el País Vasco si ETA decidiera dejar las armas y usar los escasos (casi nulos) resquicios de que se pueda defender (y conseguir) algo por las vías políticas, muchos son los artículos que se han centrado en revisar y valorar el legado y las heridas que ETA ha dejado por su acción violenta.

Digo que muchos, pero podría decir que miles. Privados e institucionales. Miles de articulistas, opinadores, políticos, charlas, simposios, documentales televisivos, monólogos de víctimas de ETA, aniversarios, homenajes, foros, plataformas, asociaciones, jornadas temáticas, plenos municipales, no faltan.

Pocos son sin embargo los que abordan qué legado, enseñanzas, fracturas, esquemas rotos y daños que va a dejar España como estado a los vascos, y España a los propios españoles, que en mi opinión tiene más importancia y trascendencia que lo que deje una ETA o 50 ETAs si las hubiera habido.

Me refiero a que el hecho de que un delincuente delinca, es “lo normal”, no causa fractura social, no hunde a la sociedad como tal, ni la degrada. Que el conjunto de los atracadores en España todos los años deje un saldo de 500 atracos, y 15 muertos por atraco no deja secuelas generales en la propia sociedad como tal, sigue habiendo Ley, atracar sigue siendo prohibido, pero no es la sociedad la que ha atracado, o se ha hundido o degradado. Sigue manteniendo sus valores. Deja eso sí, 500 víctimas al año, y 15 muertos que ya no tienen reparación. Lo mismo si hablamos de robos, violaciones, estafas o corrupción de cargo público o palizas a mendigos. Víctimas las hay, y heridas también, pero la sociedad no está herida, todo eso ha ocurrido al margen de la Ley, y mientras te protegía la Ley. Otra cosa sería si la sociedad decidiera encarcelar a todo hombre que esté en la franja de entre 20 y 30 años por haber “demostrado” que los atracadores tienen esa edad, y si lograra efectivamente acabar con los atracos, entonces sería cuando esa sociedad ha entrado en degradación, y no cuando sufría ataques y había víctimas.

Se puede sin duda afirmar que lo que modifica,  desestructura y degrada a una sociedad no es que haya gente que actúe el margen de la ley (siempre lo hubo, y siempre lo habrá) sino lo que esa sociedad misma hace, por medio de sus instituciones, leyes y poderes.

Pondré un ejemplo. Para los americanos muchísimo más dañinas que la huella que haya podido dejar Al Qaeda en EEUU (por muchos muertos que sean o más si hubieran sido) son las prácticas criminales y arbitrarias que la propia sociedad norteamericana consensuadamente y por medio de sus instituciones ha cometido. Hablamos de negligencias con resultado de muerte, encarcelamientos preventivos sin hechos concretos achacables excepto el extremismo ideológico, torturas no perseguidas ni impedidas, justificación pública de interrogatorios sin garantías de respeto a la integridad física o dignidad del detenido en aras de proteger un “bien superior” contraterrorista, bombardeos de objetivos sin juicio ni acusación previa con desprecio total de los “daños colaterales” también presuntamente inocentes, mentira institucional para intentar ocultar pruebas, mentira institucional para maquillar pruebas para conseguir legitimar invasiones o detenciones, instumentalización de la justicia…

Todo esto para una sociedad es más destructivo internamente que unos ilegales haciendo cosas ilegales. La degradación mayor es que esos actos no son como antaño “culpa de un dictador” de los que el ciudadano es inocente. La culpa ahora recae en el ciudadano, en la medida que la institución que agrede los principios emana de él, lo representa, es su extensión y cumple con las indicaciones que el ciudadano le da. Y el proceso psicológico para aminorar la conciencia de culpa y responsabilidad es aún más costoso que el de los países que tras una dictadura, se la sacuden y purgan su pasado.

Ese proceso socio/psicológico es similar al que se describe para los procesos traumáticos o los procesos de duelo. Y los recursos mentales son previsibles, entre otros está el “negacionismo”, todos los recursos mentales o sociales se destinan a negar, se encuentran coartadas para ocultar, para rebatir. La “cosa” no existe ni existió si se insiste, se cree, y se persuade de que la cosa no existe. Si luego resulta que la cosa existió y no se puede negar, pasamos a otra etapa que es el “distanciamiento”. Como hemos negado la cosa, buscado mil argumentos que nos decían que la cosa no existía, hemos creído nuestra historia y ahora decimos que eso es ajeno a nosotros, que no sabíamos nada. Y aunque te hayas dedicado años y mil discusiones e insultos a poner parches en las grietas de un jarrón cada vez que una aparecía o la señalaban, diciendo: “son casos aislados“, ahora con el jarrón roto exclamamos “¡Uyy, no sabía que estaba roto!, pero toda tu labor de tapa-agujeros anterior te señala. Sirve para aparentar ante los demás, pero no ante uno mismo.

Dependiendo del shock, o de la consciencia de la cosa, se puede dar otra vuelta atrás que es  autoexculpatoria también, la negociación con la propia culpa o matización. Se buscarán matices que expliquen por qué permitiste lo que permitiste, por qué autorizaste, y cuán peligrosos e indeseables eran o lo creía, los torturados, y que no es para tanto ni comparable una sesión de tortura y 12 años entre rejas que los muertos de las torres gemelas que ya no pueden comer, ni ver a sus niñitos. Que las circunstancias eran graves, y la “situación” lo exigía a costa de “poder excederse”.

De ahí podemos pasar aún más atrás en la defensiva, a la generalización, totalización y criminalización indiscriminada y lenguaje grupal. Al “nosotros” y “ellos“. Meter en el “ellos” a todo el que te interese o te venga a reclamar algo, y caerás en los burdos lemas emocionales y totalizantes del tipo “ya, afirmas haber sido torturado y encarcelado injustamente, pero VUESTRAS víctimas ya no pueden ser visitadas por sus familiares más que en el cementerio“.

Ya pasaste de las teorías de igualdad ante la Ley, Justicia y Estado de Derecho, de defender que el jarrón estaba entero, a poner parches y a decir que no sabías que estaba roto, y ahora vienen las matizaciones y luego el contraataque. Aparecen dos tipos de seres, unos con derechos plenos e inocencia orignial “nosotros”, y “ellos”. Ellos, no son más que hienas subhumanas cuyos derechos no son más que lujos que ni por asomo pueden exigir con autoridad porque “ellos tampoco respetan….”

Se emplea mucho el “nosotros los demócratas“, o “el mundo libre” o “la sociedad civilizada” o “la gente de bien“. Ellos (y ahí generalizamos necesariamente en quien nos convenga) serán “los totalitarios“, “los violentos” “los islamistas radicales” los “islamistas” a secas, “los batasunos” o “ese mundo” (se usa mucho lo de “ese mundo” haciéndo metáfora de lo que se quiere conseguir, dos mundos, dos tipos de seres, dos universos, y dos tipos de derechos universales, mi mundo, y el mundo de ellos).

Da igual que tú hayas torturado, mentido, encubierto, ocultado, recluido, o bombardeado o colaborado con ello, y pagado a los funcionarios que torturaron porque seguirás siendo “nosotros los demócratas” o “la sociedad” y esa gente que reclama, está en otro nivel, el de “los violentos” “los antisistema” “los radicales”, “Los islamistas” “los abertzales”, “esa gente”. Nunca utilizarás la misma palabra para referirte a él que a tí, nunca dirás “persona“, porque ya has decidido hacer grupos y clasificar en órdenes y niveles de exigencia. “Esa gente” que por supuesto no pueden exigir derechos. Son malos, menos humanos, todos iguales sin distinción desde el momento en que tú, los has encuadrado allí. Y por supuesto esa exigencia de derechos no es más que un truco para “jodernos” y “apovecharse de nosotros” o “aprovecharse de la Ley y las garantías”.

Intentaste creer, o hacer creer que había jarrón, tapaste cada grieta nueva del jarrón insultando al que te decía que no había tal jarrón, sino piezas y se estaba mojando. Y ahora que el jarrón está roto, negocias contigo mismo diciendo “Qué leches, que es mejor que el jarrón esté roto” que está mejor roto porque así no lo aprovecha “el enemigo“. Ya no hay UNA sociedad, sino varios grupos. Dos preferentemente. Ellos y nosotros.

Luego, cuando haya que construir otro jarrón interviene el recurso mental del olvido (y por tanto la construcción de un nuevo jarrón de papel). La memoria personal y colectiva es portentosa en su capacidad de amnesia autoinducida. El dolor de la cosa, se pasa olvidando la cosa. Se olvidarán cosas, se aumentará la percepción de otras, otras se modificarán. Un acomodo mental tipo “Punto Final”.

Ese tipo de técnicas sirven para aminorar la culpa y desviar la conciencia, del pasado, y la del presente, Pero…
¿Por qué digo que es mucho menos grave que exista 1 o 50 ETAs, o ladrones que roben o atracadores que atracan que el que sea la sociedad la que haga aguas en sus fundamentos y supuestos valores?
¿Por qué es menos pernicioso que haya un jarrón entero y bien hecho aunque haya moscas que vengan a beber y molestar que el que el que haya un jarrón roto a manotazos propios que por mi lado no escapa agua y aún parece que no hay moscas?

Porque los daños son extructurales y dañan al conjunto aunque hoy parezca no dañarnos a algunos, a ese “nosotros los demócratas” pero sí a otros o  a algunos.

Quien hace un cesto, hace ciento” se dice para expresar que quien hace algo, puede volver a hacerlo. Y un estado que ha vulnerado derechos humanos una vez, aunque no sea a tí, lo hará más veces. Lo hará cada vez que se presente la oportunidad. Hoy tú, estarás “a salvo”, pero mañana, quizás no.

Ese es uno de los dos problemas, Hoy has permitido que se juzgue de manera diferente a las personas. Ellos y Nosotros. Tu hijo quemará un contenedor una noche, y considerándolo incorrecto aceptarás que le pongan una multa y acaso 3 meses de arresto domicilario, al tiempo que el hijo de tu vecina quemará un contenedor y tú no sólo aceptarás y permitirás que su castigo sea diferente al de tu hijo, sino que demandarás y exigirás 7 años de reclusión y destierro a 600 Kms. Hoy tu hijo, es “nosotros” y el hijo de tu vecino es “ellos”. “No es lo mismo” afirmarás. De ninguna manera sujetos por igual a la misma condena, y a los mismos derechos, debido a la condición original, aunque el acto sea igual. No es lo mismo tu hijo, un gamberrete que quema un contenedor de basura, que el hijo de tu vecino, que quema un contenedor de basura. Ellos son ellos, gente mala y perversa que quema contenedores de basura y ha de pagar por ello “con todo el peso de la Ley” como te gusta afirmar. Arios y Judíos. Hoy es así, incluso te regocija que sea así, pero…

¿Has pensado en el peligro? Hoy es así, pero ¿Y mañana? Hasta el lenguaje se acomoda. A unos “les asiste la Ley” otros “Se intentan beneficiar de la Ley”. Unos partidos “participan” en las elecciones, otros sin embargo “pretenden colarse” en las elecciones. Simboliza bien el asunto.

Hoy consientes que se detenga a políticos durante años y se les acuse llanamente de intentar hacer un partido político o consientes que se encarcele con nulas pruebas sin hacer preguntas ni exigir, consientes que se encarcele por la “radicalidad del pensamiento” del sujeto, o se recluya de manera preventiva aunque aún , pero sólo aún, no hayan hecho nada, pero para un  “por si acaso” y los suelten a los 3 o 4 años, absueltos como se preveía. Hoy consientes que en tus comisarías, en nombre de tu ley se puedan torturar a los detenidos impunemente, sin vigilancia, sin cámaras y sin garantías, y consientes ridiculas penas de 6 mese o 1 año (a no cumplir realmente) en el extraño caso de que un policía sea pillado torturando a un detenido, aún condenado en firme por un juez. Y consientes que el consejo de Ministros que tú pagas y defiendes como a tu querido y respetable jarrón, indulte los dos años de separación de servicio que a ese torturador se le condenó, para que vuelva a los 7 meses de nuevo a “su labor”. O sea, comparativmente expulsas de la guardería al pederasta que pillaste violando a las niñas, y a los 7 meses le perdonas y le vuelves a contratar para dejar a su cuidado a solas con las niñas, otra vez. Excelente, porque en esa guardería no llevas a tu niñita, tú no eres Ellos.

Hoy consientes la utilización instumental de la justicia, para lograr objetivos previamente fijados, y acomodas el encaje de lo que quieres en la ley, trastocando el orden, y consientes que el Poder Judicial no sea indepdendiente, y responda a intereses de grupos de poder particulares y partidos concretos. Quizá te beneficia, o te gusta. Quizá estés en el lado apropiado.

Puede ser que eso te guste, o te regocije, pero no has pensado que un estado que actúa así una vez, cien, o sólo con unos, o con algunos es un jarrón roto que actuará así siempre, quizás mañana contigo mismo, ante tu sorpresa y tu incredulidad, cuando ya sea tarde. No, no lo has pensado. Quizás estés en el “mentira, no está roto el jarrón” o ya pasaste al “Yo siempre estaré en el grupo de Nosotros los Demócratas, y a mí eso no tiene por qué pasarme, yo soy Ario“.

¿Estás seguro de ello?

La Historia del Poder, de los estados, y de los seres humanos dice que no, ha demostrado que no.

Ese es uno de los problemas del jarrón roto por un lado, que en un sistema así el papel de arios, y el de judíos, hoy está de una manera, el jarrón por mi lado no está roto, funciona. Pero mañana quizás los papeles estén cambiados, los grupos sean otros y con un jarrón roto nunca se sabe quién estara cómodo, pero se sabe que está roto y que a alguien le puede tocar.

Ese , digo es uno de los dos problemas de la ruptura de ciertos principios básicos del Estado de Derecho, que es precisamente la igualdad ante la ley, la no arbitrariedad judicial, y el respeto por igual de los derechos y a la propia ley sin hacer fraude de hecho por parte del estado. Si hacemos un repaso a qué derecho humano no ha destrozado en la práctica el estado español, no encontramos ni uno sólo. Eso tiene sus consecuencias, no sólo para la víctima de ese estado, sino por la mecánica, vicio y fallo original con que se ha construido esa sociedad. Ese jarrón.

EL segundo problema, se me hace largo detallarlo, pero seguiré dentro de unos días, y prometo que el post será más corto (Lo juro por Mafalda)

Lo que España habrá dejado a los vascos  tras ETA.

Lo que España habrá dejado a los vascos

tras ETA.

En tiempos de revisión histórica en

general, y paso a un nuevo tiempo

político y social que se podría abrir en

el País Vasco si ETA decidiera dejar las

armas y usar los escsos (casi nulos)

resquicios de que se pueda defender (y

conseguir) algo por las vías políticas,

muchos son los artículos que se han

centrado en revisar y valorar el legado y

las heridas que ETA ha dejado por su

acción violenta.

Digo que muchos, pero podría decir que

miles. Privados e institucionales. Miles

de articulistas, opinadores, políticos,

charlas, simposios, documentales

televisivos, monólogos de víctimas de

ETA, aniversarios, homenajes, foros,

plataformas, asociaciones, jornadas

temáticas, plenos municipales, no faltan.

Pocos son sin ambargo los que abordan qué

legado, enseñanzas, fracturas, esquemas

rotos y daños que va a dejar España como

estado a los vascos, y España a los

propios españoles, que en mi opinión

tiene más importancia y trascendencia que

lo que deje una ETA o 50 ETAs si las

hubiera habido.

Me refiero a que el hecho de que un

delincuente delinca, es “lo normal”, no

causa fractura social, no hunde a la

sociedad como tal, ni la degrada. Que el

conjunto de los atracadores en España

todos los años deje un saldo de 500

atracos, y 15 muertos por atraco no deja

secuelas generales en la propia sociedad

como tal, sigue habiendo Ley, atracar

sigue siendo prohibido, pero no es la

sociedad la que ha atracado, o se ha

hundido o degradado. Sigue manteniendo

sus valores. Deja eso sí, 500 víctimas al

año, y 15 muertos que ya no tienen

reparación. Lo mismo si hablamos de

robos, violaciones, estafas o corrupción

de cargo público o palizas a mendigos.

Víctimas las hay, y heridas también, pero

la sociedad no está herida, todo eso ha

ocurrido al margen de la Ley, y mientras

te protegía la Ley. Otra cosa sería si la

sociedad decidiera encarcelar a todo

hombre que esté en la franja de entre 20

y 30 años por haber “demostrado” que los

atracadores tienen esa edad, y sí lograra

efectivamente acabar con los atracos,

entonces sería cuando esa sociedad ha

entrado en degradación, y no cuando

sufría ataques y había víctimas.

Se puede sin duda afirmar que lo que

modifica,  desestructura y degrada a una

sociedad no es que haya gente que actúe

el margen de la ley (siempre lo hubo, y

siempre lo habrá) sino lo que esa

sociedad misma hace, por medio de sus

instituciones, leyes y poderes.

Pondré un ejemplo. Para los americanos

muchísimo más dañinas que la huella que

haya podido dejar Al Qaeda en EEUU (por

muchos muertos que sean o más si hubieran

sido) son las prácticas criminales y

arbotrarias que la propia sociedad

norteamericana consensuadamente y por

medio de sus instituciones ha cometido.

Hablamos de negligencias con resultado de

muerte, encarcelamientos preventivos sin

hechos concretos achacables excepto el

extremismo ideológico, torturas no

perseguidas ni impedidas, justificación

pública de interrogatorios sin garantías

de respeto a la integridad física o

dignidad del detenido en aras de proteger

un “bien superior” contaterrorista,

bombardeos de objetivos sin juicio ni

acusación previa con desprecio total de

los “daños colaterales” también

presuntamente inocentes, mentira

institucional para intentar ocultar

pruebas, mentira institucional para

maquillar pruebas para conseguir

legitimar invasiones o detenciones,

instumentalización de la justicia…

Todo esto para una sociedad es más

destructivo internamente que unos

ilegales haciendo cosas ilegales. La

degradación mayor es que esos actos no

son como antaño “culpa de un dictador” de

los que el ciudadano es inocente. La

culpa ahora recae en el ciudadano, en la

medida que la institución que agrede los

principios emana de él, lo representa, es

su extensión y cumple con ls indicaciones

que el ciudadano le da. Y el proceso

psicológico para aminorar la conciencia

de culpa y responsabilidad es aún más

costoso que el de los países que tras una

dictadura, se la sacuden y purgan su

pasado.

Ese proceso socio/psicológico es similar

al que se describe para los procesos

traumáticos o los procesos de duelo. Y

los recursos mentales son previsibles,

entre otros está el “negcionismo”, todos

los recursos mentales o sociales se

deestinan a negar, se encuentran

coartadas para ocultar, para rebatir. La

“cosa” no existe ni existió si se

insiste, se cree, y se persuade de que la

cosa no existe. Si luego resulta quela

cosa existió y no se puede negar, pasamos

a otra etapa que es el “distanciamiento”.

Como hemos la cosa, buscdo mil argumentos

que nos decían que la cosa no existía,

hemos creído nuestra historia y ahora

decimos que eso es ajeno a nosotros, que

no sabíamos nada. Y aunque te hayas

dedicado años y mil discusiones e

insultos a poner parches en las grietas

de un jarrón cada vez que una aparecía o

la señalaban diciendo “son casos

aislados”, ahora con el jarrón roto

exclamamos “¡Uyy, no sabía que estaba

roto!, pero toda tu labor de tapaagujeros

anterior te señala. Sirve para aparentar

ante los demás, pero no ante uno mismo.

Dependiendo del shock, o de la

consciencia de la cosa, se puede dar otra

vuelta atrás que es  autoexculpatoria

también, la negociación con la propia

culpa o matización. Se buscarán matices

que expliquen por qué permitiste lo que

permitiste, por qué autorizaste, y cuán

peligrosos e indeseables eran o lo creía,

los torturados, y que no es para tanto ni

comparable una sesión de tortura y 12

años entre rejas que los muertos de las

torres gemelas que ya no pueden comer, ni

ver a sus niñitos. Que las circunstancias

eran graves, y la “situación” lo exigía a

costa de “poder excederse”.

De ahí podemos pasar aún más atrás en la

defensiva, a la generalización,

totalización y criminalización

indiscriminada y lenguaje grupal. Al

“nosotros” y “ellos”. Meter´s en el

“ellos” a todo el que te interese o te

venga a reclamar algo, y caerás en los

burdos lemas emocionales y totalizantes

del tipo “ya, afirmas haber sido

torturado y encarcelado injustamente,

pero VUESTRAS víctimas ya no pueden ser

visitadas por sus familiares más que en

el cementerio”.

Ya pasaste de las teorías de igualdad

ante la Ley, Justicia y Estado de

Derecho, de defender que el jarrón estaba

entero, a poner parches, a decir que no

sabías que estaba roto, y ahora vienen

las matizaciones y contraataque. Aparecen

dos tipos de seres, unos con derechos

plenos e inocencia orignial “nosotros”, y

“ellos”. Ellos, no son más que hienas

subhumanas cuyos derechos no son más que

lujos que ni por asomo pueden exigir con

autoridad porque “ellos tampoco

respetan….”

Se emplea mucho el “nosotros los

demócratas”, o “el mundo libre” o “la

sociedad civilizada” o “la gente de

bien”. Ellos (y ahí generalizamos

necesariamente en quien nos convenga)

serán “los totalitarios”, “los violentos”

“los islamistas radicales” los

“islamistas” “los batasunos” o “ese

mundo” (se usa mucho lo de “ese mundo”

haciéndo metáfora de lo que se quiere

conseguir, dos mundos, dos tipos de

seres, dos universos, y dos tipos de

derechos universales, mi mundo, y el

mundo de ellos).

Da igual que tú hayas torturado, mentido,

encubierto, ocultado, recluido, o

bombardeado o colaborado con ello, y

pagado a los funcionarios que torturaron

porque seguirás siendo “nosotros los

demócratas” o “la sociedad” y esa gente

que reclama, está en otro nivel, el de

“los violentos” “los antisistema” “los

radicales”, “Los islamistas” “los

abertzales” “esa gente”. Nunca utilizarás

la misma palabra para referirte a él que

a tí, nunca dirás “persona”, porque ya

has decidido hacer grupos y clasificar en

órdenes y niveles de exigencia. “Esa

gente” que por supuesto no pueden exigir

derechos. Son malos, menos humanos, todos

iguales sin distinción desde el momento

en que tú, los has encuadrado allí. Y por

supuesto esa exigencia de derechos no es

más que un truco para “jodernos” y

“apovecharse de nosotros” o “aprovecharse

de la Ley y las garantías”.

Intentaste creer, o hacer creer que había

jarrón, tapaste cada grieta nueva del

jarrón insultando al que te decía que no

había tal jarrón, sino piezas y se estaba

mojando. Y ahora que el jarrón está roto,

negocias contigo mismo diciendo “Qué

leches, que es mejor que el jarrón esté

roto” que está mejor roto porque así no

lo aprovecha “el enemigo”. Ya no hay UNA

sociedad, sino varios grupos. Dos

preferentemente. Ellos y nosotros.

Luego, cuando haya que construir otro

jarrón interviene el recurso mental del

olvido (y por tanto la construcción de un

nuevo jarrón de papel). La memoria

personal y colectiva es portentosa en su

capacidad de amesia autoinducida. El

dolor de la cosa, se pasa olvidando la

cosa. Se olvidarán cosas, se aumentará la

percepción de otras, otras se

modificarán. Un acomodo mental tipo

“Punto Final”.

Ese tipo de técnicas sirven para aminorar

la culpa y desviar la conciencia, del

pasado, y la del presente, Pero…
¿Por qué digo que es mucho menos grave

que exista 1 o 50 ETAs, o ladrones que

roben o atracadores que atracan que el

que sea la sociedad la que haga aguas en

sus fundamentos y supuestos valores?
¿Por qué es menos pernicioso que haya un

jarrón entero y bien hecho aunque haya

moscas que vengan a beber y molestar que

el que el que haya un jarrón roto a

manotazos propios que por mi lado no

escapa agua y aún parece que no hay

moscas?

Porque los daños son extructurales y

dañan al conjunto aunque hoy parezca no

dañarnos a algunos, a ese “nosotros los

demócratas” pero sí a otros o  a algunos.

“Quien hace un cesto, hace ciento” se

dice para expresar que quien hace algo,

puede volver a hacerlo. Y un estado que

ha vulnerado derechos humanos una vez,

aunque no sea a tí, lo hará más veces. Lo

hará cada vez que se presente la

oportunidad. Hoy tú, estarás “a salvo”,

pero mañana, quizás no.

Ese es uno de los dos problemas, Hoy hs

permitido que se juzgue de manera

diferente a las personas. Ellos y

Nosotros. Tu hijo quemará un contenedor

una noche, y considerándolo incorrecto

aceptarás que le pongan una multa y acaso

3 meses de arresto domicilario, al tiempo

que el hijo de tu vecina quemará un

contenedor y tú no sólo aceptarás y

permitirás que su castigo sea diferente

al de tu hijo, sino que demandarás y

exigirás 7 años de reclusión y destierro

a 600 Kms. Hoy tu hojo, es “nosotros” y

el hijo de tu vecino es “ellos”. No es lo

mismo afirmarás. De ninguna manera

sujetos por igual a la misma condena, y a

los mismos derechos, debido a la

condición original, aunque el acto sea

igual. No es lo mismo tu hijo, un

gamberrete que quema un contenedor de

basura, que el hijo de tu vecino, que

quema un contenedor de basura. Ellos son

ellos, gente mala y perversa que quema

contenedores de basura y ha de pagar por

ello “con todo el peso de la Ley” como te

gusta afirmar. Arios y Judíos. Hoy es

así, incluso te regocija que sea así,

pero…

¿Has pensado en el peligro? Hoy es así,

pero ¿Y mañana? Hasta el lenguaje se

acomoda. A unos “les asiste la Ley” otros

“Se intentan beneficiar de la Ley”. Unos

partidos “participan” en las elecciones,

otros sin embargo “pretenden colarse” en

las elecciones. Simboliza bien el asunto.

Hoy consientes que se detenga a políticos

y se les acuse llanamente de intentar

hacer un partido político o consientes

que se encarcele con nulas pruebas sin

hacer preguntas ni exigir, consientes que

se encarcele por la “radicalidad del

pensamiento” del sujeto, o se recluya de

manera preventiva aunque aún , pero sólo

aún, no hayan hecho nada, pero para un

“por si acaso”. Hoy consientes que en tus

comisarías, en nombre de tu ley se puedan

torturar a los detenidos impunemente, sin

vigilancia, sin cámaras y sin garantías,

y consientes ridiculas penas de 6 mese o

1 año a no cumplir en el extraño caso de

que un policía sea pillado torturando a

un detenido aún condenado. Y consientes

que el consejo de Ministros que tú pagas

y defiendes como a tu querido y

respetable jarrón, indulte los dos años

de separación de servicio que a ese

torturador se le condenó, para que vuelva

a los 7 meses de nuevo a “su labor”. O

sea, comparativmente expulsas de la

guerdería al pederasta que pillaste

violando a las niñas, y a los 7 meses le

perdonas y le vuelves a contratar para

dejar a su cuidado a las niñas, otra vez.

Excelente, porque en esa guardería no

llevas a tu niñita.

Puede ser que eso te guste, o te

regocije, pero no has pensado que un

estado que actúa así una vez, cien, o

sólo con unos, o con algunos es un jarrón

roto que actuará así siempre, quizás

mañana contigo mismo, ante tu sorpresa y

tu incredulidad. No, no lo has pensado.

Quizás estés en el “mentira, no está roto

el jarrón” o ya pasaste al “Yo siempre

estaré en el grupo de Nosotros los

Demócratas, y a mí eso no tiene por qué

pasarme, yo soy Ario”.

¿Estás seguro de ello?

La Historia del poder, de los estados, y

de los seres humanos dice que no, ha

demostrado que no.

Ese es uno de los problemas del jarrón

roto por un lado, que en un sistema así

el papel de arios, y el de judíos, hoy

está de una manera, el jarrón por mi lado

no está roto, funciona. Pero mañana

quizás los papeles estén cambiados, los

grupos sean otros y con un jarrón roto

nunca se sabe quién estara cómodo, pero

se sabe que está roto y que a alguien le

puede tocar.

Ese , digo es uno de los dos problemas de

la ruptura de ciertos principios básicos

del Estado de Derecho, que es

precisamente la igualdad ante la ley, la

no arbitrariedad judicial, y el respeto

por igual de los derechos y a la propia

ley sin hacer fraude de hecho por parte

del estado. Si hacemos un repaso a qué

derecho humano no ha destrozado en la

práctica el estado español, no

encontramos ni uno sólo. Eso tiene sus

consecuencias, no sólo para la víctima de

ese estado, sino por la mecánica, vicio y

fallo original con que se ha construido

esa sociedad. Ese jarrón.

EL segundo problema, se me hace largo

detallarlo, pero seguiré dentro de unos

días, y prometo que el post será más

corto (Lo juro por Mafalda)


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