El panadero estaba atado en una silla, inconsciente. Algunos dirían que estaba durmiendo, los panaderos se levantan muy temprano. Pero, no, lo que había sustituido la popular emisión televisiva de "pizza a carballo" era una filmación de un panadero inconsciente.
Un bizcocho del día anterior le golpeó la cabeza y el panadero se despertó. Una voz ordenó "lee". Entre sollozos y desorientación el Panadero levantó el papel con la mano que no tenía atada a la silla y leyó: "fui seleccionado por la liga de la justicia para servir de ejemplo a todos los panaderos. Yo, una rata maliciosa como todos los panaderos he dedicado mi vida adulta a falsificar el relleno de los alfajores, o sea, para que por fuera parezcan que tienen mucho dulce de leche, pero que por dentro no tienen casi nada y por eso ahora la liga de la justicia me ha forzado a comerme todo el dulce de leche que he ahorrado a expensas de los compradores de alfajores".
A su lado había una tarrina de 50 litros con la leyenda "dulce". Un hombre encapuchado entro en escena con una cuchara sopera y empezó a dárselo al panadero que se resistió al principio pero después aceptó su destino. Vomitó en varias ocasiones durante las cuatro horas del ajusticiamiento antes de morir de un caso grave de empalagamiento.
Ninguna fuerza policial realizó operativo alguno. Al otro día los titulares de los diarios rezaban cosas como "por fin gente que se anima" o "queremos nuestro dulce de leche".