Esta semana, el mundo político republicano se sacudió con la noticia de que John Boehner, al día siguiente de recibir al Papa en el congreso, había decidido renunciar a su puesto. Boehner desde 2011 era el líder de la mayoría republicana en la cámara de representantes, pero el 25 de Septiembre según sus propias palabras, se despertó, rezó sus oraciones y decidió que ese era el día en que lo iba a hacer, y anunció su renuncia. El Republicano más poderoso de Estados Unidos se retiraba, y tras anunciarlo pareció más tranquilo. El presidente Obama tuvo palabras de elogio para Boehner quien le tocó ser el líder republicano en una de las épocas más tormentosas que ha vivido el partido del elefante.
Boehner renunció, porque sabe que vienen días, semanas y meses muy tormentosos dentro de su partido, y ya estaba cansado de tener que enfrentarse a situaciones que él no deseaba y que un grupo de alrededor de 40 republicanos le creaba. Se cansó de la continua pugna entre los Republicanos tradicionalistas y los extremistas del Tea Party. Sus casi 5 años como líder de la bancada republicana se vieron marcados por continuas revueltas de la extrema derecha y las demandas de lanzar asaltos inútiles contra leyes importantes para el presidente Obama, en los que no podrían tener éxito ya que ni contaban con una súper-mayoría en el Senado, ni podían superar un veto presidencial.
Todo esto fue causado por ese grupo de extremistas republicanos, que siempre han estado dispuestos a todo en su guerra contra el presidente Obama y que acusan a Boehner de actuar débilmente y de ceder cada vez que ellos estaban dispuestos a utilizar todo el arsenal que les otorga la constitución para derrotar al presidente. Un presidente que muchos de ellos consideran ilegítimo y al que catalogan como un tirano plagado de ilegalidades. Boehner soportó esa presión por 5 años, pero sabiendo los problemas que están por venir, decidió dejar su puesto y que otro se encargara de manejar las situaciones de los próximos meses.
Boehner se cansó de estar siempre entre grupos donde jamás podría lograrse un consenso. Aunque esos extremistas republicanos no tenían los votos para dominar el partido republicano, sí tenían el dinero para amenazar a otros republicanos de que si no votaban como ellos querían, ellos se encargarían de que en las siguientes primarias se tuvieran que enfrentar a un candidato al que no le faltarían recursos y que sería casi imposible vencer. O sea, perderían la candidatura y se quedarían sin trabajo, y a un político desempleado que acaba de perder una primaria le sería casi imposible conseguir que alguien le hiciera alguna oferta de empleo.
El Tea Party ha hecho mucho daño a los Republicanos, forzándolos a plantear batallas que no pueden ganar porque su obsesión de combatir al presidente Obama, supera toda lógica y los lleva a no querer hacer consensos con los otros Republicanos, con los llamados tradicionalistas. Y si no los hacen con los Republicanos tradicionalistas, mucho menos con los Demócratas. Esto ha afectado mucho al partido Republicano, al Congreso Norteamericano y al país.
Ese grupo no entiende razones. No les importa parar al gobierno al dejarlo sin dinero y que mucha gente se quede sin trabajo, aunque sea por unas semanas. Hay muchos empleados del gobierno que ganan muy poco y que si les falta un cheque se las ven muy difíciles. Tampoco entienden que no subir el techo del endeudamiento no es gastar más, sino pagar lo que se había aprobado previamente en el presupuesto, y en varias ocasiones han estado a punto de hacer que el país se declare en default al no poder pagar sus compromisos.
Boehner vio lo que se avecinaba, y habiendo cumplido su deseo de recibir al Papa en el congreso ya que él es un ferviente católico romano, decidió que era momento de retirarse y dejar que otros se echaran las peleas que están por venir. Por eso, esta es la última semana de Boehner en el congreso y la pasará sin preocuparse de los problemas
La política norteamericana está súper enredada. Tanto los Demócratas como los Republicanos están divididos, pero la diferencia es que los Demócratas tienen la presidencia, y si los republicanos no se unen y plantean un frente común con unas políticas razonables no van a ganar las elecciones. Los Demócratas no tienen como pagarle al Tea Party el favor que les está haciendo.
Es importante entender que la victoria en las elecciones norteamericanas no la logran los demócratas ni los republicanos por sí solos, ya que ninguno de esos partidos cuenta con los votos necesarios para ganar. Los que ganan las elecciones son los votos de los independientes y de algunos grupos como los hispanos que ya representan un porcentaje interesante, las mujeres, los afroamericanos y los jubilados. Los Republicanos tienen en su contra a la mayoría de esos sectores que son indispensables para ganar la presidencia y Boehner lo sabe.
Boehner también sabe que existen suficientes votos en el congreso para pasar la reforma migratoria, pero no la ha querido presentar porque ante la oposición de la extrema derecha, los Republicanos tradicionalistas necesitarían el apoyo del voto Demócrata y él no desea que lo acusen de traidor, cuando lo lógico sería buscar un consenso bipartidista.
Y vienen más problemas. La extrema derecha está dispuesta a cerrar el gobierno y dejarlo sin fondos si no se le quitan los recursos a “Planned Parenthood” de una manera similar a como hace un tiempo querían dejar sin recursos al “Obamacare”. Y aunque Planned Parenthood hace abortos y unas personas de esa organización se vieron involucradas en la venta de partes de fetos, los abortos es lo menos que hacen. Dejar sin fondos a “Planned Parenthood” sería funesto aunque los extremistas Republicanos opinan lo contrario y por eso no lo aceptaría jamás el presidente y si se aprueba en la Ley del Presupuesto la vetaría.
Dejar sin fondos a “Planned Parenthood” en realidad tendría consecuencias desastrosas. Casi 400,000 mujeres reciben asistencia médica, incluyendo cuidado preventivo, análisis de detección de cáncer y ayuda para evitar embarazos no deseados. Y la mayoría son mujeres de bajos ingresos que dependen del Medicaid y hoy en día, menos de la mitad de los médicos en Estados Unidos aceptan Medicaid. Por eso les costaría trabajo conseguir esa atención médica. Pero el punto es que seguramente se cerraría el gobierno y Boehner no quería echarse esa bronca otra vez. Pero ahora que renunció, no le importará que con la ayuda de votos demócratas se pase una ley que mantenga funcionando al gobierno, y eso se lo deberemos a Boehner ante la furia de la extrema derecha.
Y los extremistas celebraron su salida. Marco Rubio dijo que era momento de pasar la página y escoger una nueva generación de líderes y Ted Cruz, que es uno de los extremistas que no titubea ante los riesgos de cerrar el gobierno o caer en default, declaró que Boehner había prometido luchar por los principios conservadores y no había logrado absolutamente nada. O sea, ni siquiera la renuncia de Boehner frenó la animadversión que la extrema derecho siente hacia él.
Boehner probablemente será sustituido por el congresista californiano Kevin McCarthy que es segundo en el rango y quien tiene mejores relaciones que Boehner con la extrema derecha. Sin embargo, McCarthy se enfrentará a los mismos problemas a los que se enfrentó Boehner y la pugna entre los tradicionalistas y la extrema derecha continuará. Eso va más allá de lo que McCarthy pueda lograr y sudará para tratar de lograr un casi inalcanzable balance.
Pero Boehner, ya estará tranquilo, más allá del bien y el mal, jugando golf.