La sonrisa es el espejo del alma, nos da tranquilidad ver que la gente sonría. Ofrece libremente, tiene la capacidad de hacer que un completo extraño se sienta mejor o más obligado a devolver el favor. Las sonrisas no conocen las barreras del idioma, sin demarcaciones de raza, género o clase. Es la única cosa que es verdaderamente universal entre los seres humanos. En cualquier interacción social, profesional o personal, la gente intuitivamente va a gravitar hacia aquel de nosotros que sonrisa.
Es una moneda cuyo valor emocional no se puede medir y, cuando todo lo demás falla, todavía tendremos nuestra sonrisa. Una sonrisa tiene poder, de hecho puede aumentar la serotonina, tanto para el dador y como para el receptor. Una sonrisa irradia confianza. Los estudios han demostrado que una sonrisa blanca y alineada da señales de que se está sano, se es inteligente y seguro financieramente. Las sonrisas también se asocian con la juventud. Los bebés sonríen un promedio de 200 veces al día. La mujer promedio sonríe 62 veces al día y el hombre promedio sólo 8. Se podría argumentar que los bebés no tienen que preocuparse por sus carreras y las hipotecas y que la gente atiende a todas sus necesidades. Apuesto a que estás pensando “me sonreiría más también si ese fuera mi situación”.
El punto es que si alguna vez has visto un adulto interactuar con un bebé, hacen cosas increíblemente tontas – les hacen cosquillas, muecas y hacen casi cualquier cosa para conseguir que el bebé mantenga la sonrisa. Pero también le devuelven la sonrisa. ¿Por qué? Debido a que existe una libertad íntima que sentimos en nuestra alma durante esa interacción.
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