Revista Economía
Lo que hay que ver; Memorias de un ciego que se impuso a todas las adversidades
Publicado el 28 abril 2019 por Javier Pérez Caro @JavierPerezcaroEstimad@s amig@s
Sinopsis Cuando Miguel Durán nació, a mediados de los cincuenta, en España se esperaba muy poco de los ciegos. En su pueblo natal de Badajoz, un niño como él, aunque feliz, tenía poco futuro. De modo que, a sus diez años, su familia se trasladó a Sant Boi de Llobregat y allí lo afiliaron a la ONCE. En el internado de Alicante de la entidad, Miguel Durán empezó a dar muestras de una vivísima inteligencia que, pocos años después, le tendría cursando la carrera de Derecho en Barcelona, al tiempo que trabajaba en una imprenta especializada en libros en braille. A partir de ahí, el cielo era el límite: consiguió empleo como abogado, se casó —pese a la oposición inicial de la familia de su mujer, vidente— y se implicó en la democratización de la ONCE. En 1985 fue nombrado delegado territorial en Cataluña y en 1986 director general de la entidad. En 1989 la ONCE se convirtió en accionista de Telecinco y poco después él fue nombrado presidente de la cadena. Compatibilizó el cargo con el de presidente de la cadena Onda Cero, también propiedad de la organización. La proyección que consiguió para la entidad, el crecimiento del cupón (a costa de la Lotería Nacional), la apuesta por el mundo mediático, muy exitosa en ciertos ámbitos —sobre todo el audiovisual y radiofónico—, pero un fracaso en otros, pasó factura, pero también lo convirtió en icono de una época. Hoy, décadas después de dejar la dirección general de la ONCE y la presidencia de Telecinco, Durán sigue siendo el ciego más famoso de España y un hombre hecho a sí mismo que tiene mucho que decir, y al que nadie ha regalado nada.
«¿Somos humanos porque miramos las estrellas, o miramos a las estrellas porque somos humanos?» Neil Gaiman
Prólogo Miguel Durán… no ver para creer
―Tienes ventaja sobre mí. Yo no puedo mirarte a los ojos, y tú, en cambio, ves en mis palabras más que yo en las tuyas.
(…) confiesa haber tenido en la adolescencia algunos complejos que venció, siempre ha podido en él la voluntad de superarse y el afán por vivir su mejor vida. Verle hoy manejarse con su adaptada tecnología es un ejercicio de admiración a su indiscutible solvencia (…)
―Si repasas tu trayectoria con rigor ―le digo―. ¿encuentras algún lance por el que hubieses merecido la cárcel? ―Para cárcel no he hecho nada. Para algún castiguillo y reprimendas sí.
Le pregunto en un momento dado qué hubiera querido ser si hubiese visto… ―Militar ―me contesta tras pensarlo―. Por el orden. La responsabilidad… y por esa frase de Julio Cesar… «Si vis pacem, para bellum» [Si quieres la paz, prepara la guerra].
Pedro Ruiz
«No me sentía pobre, pero si señalado» MiguelDurán
Superación, éxito, desarrollo, visibilidad a un colectivo, consolidación y desarrollo de nuevos negocios, esto y mucho más podríamos contar sobre la vida de Miguel Durán, un hombre de pueblo que llego muy lejos a pesar de ser ciego.
Quizás el ser invidente, que no diré que fuese una suerte, le ha permitido llegar donde ha llegado. Ese espíritu de superación constante, no sentirse una victima por no poder ver más bien lo contrario, se volcó en trabajar sus fortalezas, el poder guiarse por su percepción auditiva, una gran inteligencia, capacidad para rodearse de personas con un gran visión con quien ha compartido los diferentes proyectos empresariales.
Es un libro que aporta visión de negocio, el desarrollo integral de la persona, la consolidación de un grupo empresarial, la caída en desgracia de un directivo y el espíritu de remontada, el no rendirse ante la adversidad. Creo humildemente que es una obra para leer y sacar enseñanzas.
«El éxito nos arrolló» Miguel Durán
(…) quizás soy así porque mis compañeros de entonces me trataron e integraron como a uno más (…)
(…) afán de Durán por favorecer insistentemente a su pueblo con dinero de la ONCE. «No sé si fue nepotismo o localismo, pero lo hice y no me arrepiento» (…)
(…) apuntaban maneras imaginativas a la hora de buscar nuevas fuentes de ingresos (…) inauguraron un cierto estilo que consistía en ir moviendo piezas a la chita callando, sin dar demasiadas explicaciones y sin levantar sospechas. Eran ciegos, pero no tenían ni un pelo de tontos (…)
(…) había que replantear los salarios, porque las comisiones de los vendedores se disparaban hasta límites insospechados. Económicamente, era mucho más rentable vender cupones que ser directivo de la ONCE o, lo que era gravísimo, tener estudios y una formación académica (…)
(…) el afable Miguel Durán se movía como pez en el agua con el poder y era capaz de conseguir favores de las más altas instancias… a cambio, eso sí, de otros favores.
(…) iba sembrando de amistades y conocidos su agenda, y quién sabe entonces si no necesitaría de ellos en el futuro (…)
(…) enviándoles pequeños comandos de ciegos con pancartas a sus mítines (…) era algo que el PSOE no estaba acostumbrado (…) planeamos encierros en las delegaciones de Hacienda, que empezaron a producirse a partir del 9 de junio, en plena campaña electoral.
(…) el Gobierno daría el visto bueno a una nueva reforma si la ONCE incorporaba a un buen número de discapacitados a la venta del cupón: quid pro quo (…)
(…) «Nosotros estábamos convencidos de que, por pura estrategia a largo plazo, era mejor tener la pasta patrimonializada en inmuebles o en empresas que tener mucha liquidez».
(…) la clave de que no hubiese corrupción en la ONCE están en que la gente estaba bien retribuida.
(…) era muy importante que la organización hiera todo lo posible para entrar en estructuras de poder y representativas (…)
(…) cuando el dinero de la ONCE se utilizaba para los fines y objetivos de alguien, aquello era muy noble, pero si servia al rival, entonces el capital se convertía en dinero especial que no se debía de utilizar por razones éticas, estéticas o por lo que fuese (…)
Entre los múltiples pelotazos que ofrecieron a la ONCE y los sablazos que también le intentaron dar, Miguel Durán desarrollo una técnica de autoprotección basada en la desconfianza, la cautela y la aplicación del sentido común (…)
(…) no tomaba decisiones unipersonales, salvo cuando la cuantía de la inversión estaba por debajo de los cien millones de pesetas (…) todas las demás tenia que ser el Consejo General el que las aprobará a propuesta mía.
(…) la presencia de la ONCE en los medios solamente podía ser beneficiosa para la organización: para potenciar su imagen, para hacer negocios, para generar influencias o para evitar represalias (…)
(…) «Asumí la dirección de la ONCE con unos ingresos de unos ciento cincuenta mil millones anuales de pesetas, mientras que, cuando me marché (…) se recaudaban ya casi trescientos cincuenta mil millones.»
«La primera vez que me engañes será culpa tuya; La segunda, culpa mía» Proverbio Árabe
Epílogo (…) saber como se fue forjando mi carácter, mi personalidad, como puede ir alcanzando metas a lo largo de mi vida, y quienes y cómo me han ayudado a conseguirlas, o intentaron que no las alcanzara (…) también he experimentado la comezón de los malos recuerdos, de las traiciones inesperadas, de las batallas que hubieran podido evitarse y que no se evitaron y de actos míos de los que no me siento orgulloso, porque o bien no fueron acertados o no fueron adecuadamente valientes.
(…) por no quererme, me lo han puesto complicado y me han motivado para combatirlos.
«Sufrir no es tan sencillo, pero enseña mucho y es consustancial a la vida» Miguel Durán
Lo que hay que ver Memorias de un ciego que se impuso a todas las adversidades Miguel Durán Esther Jaén Macarro
«Aprecio tu consejo en lo que vale, pero tengo mis propios objetivos» Miguel Durán
Recibid un cordial saludo