Madrid pone punto y final a la huelga de los empleados de limpieza. Las contratas y los trabajadores han llegado a un acuerdo: a cambio de que no haya despidos, los trabajadores aceptan un ERTE de 45 días al año y congelarse el sueldo. Vuelve así el servicio de limpieza viaria y jardinería a las calles de Madrid de noche, bajo la lluvia y con una rueda de prensa de la Alcaldesa, quien asegura que el acuerdo se ha conseguido gracias a la Reforma Laboral que aprobó el Gobierno Central y no a la presión que han ejercido los trabajadores para defender sus derechos. Cuesta creerlo cuando precísamente gracias a esa ley, la empresa de contratas iba a despedir a más de mil trabajadores y a reducir abismalmente los sueldos de muchos otros.
Imagen de Álvaro García
Lo bueno, además de que Madrid vuelve a estar limpio y que pronto volverá a la normalidad, es que de todo esto hemos aprendido varias lecciones:
1. Privatizar un servicio público conlleva riesgos: riesgos si no se limita a las empresas, riesgos de que puedan despedir a un montón de trabajadores, de que el servicio se maltrate y que la situación pueda llegar a estos extremos. Riesgo, en fin, de que las empresas, como tales, quieran siempre el máximo beneficio y lleguen tiempos malos, como los que corren, y decidan que hay que seguir ganando, aunque sea a costa del personal.
2. Que la Alcaldesa de Madrid ha gestionado mal este asunto: como el del Madrid Arena y como la candidatura de los Juegos Olímpicos, y no solo no hace autocrítica sino que sigue echando la culpa a todo el mundo menos a sí misma: a las contratas, a la ley de huelga, a los trabajadores. Su silencio durante los primeros días, su ultimátum a las empresas de contratas y su pasividad a la hora de sentarse a negociar han demostrado, una vez más, que lo último que le importa son los ciudadanos.
3. Que quizá, si en vez aplicar el “por narices”, las empresas se hubieran sentado a hablar con sus trabajadores, se habría podido llegar a acuerdos como éste que, si bien no son ni ideales, hacen prevalecer los puestos de trabajo. Esto me hace preguntarme: ¿tendríamos un 26% de paro si muchas de las empresas que han despedido a sus trabajadores se hubieran sentado a negociar?
4. Que a los madrileños no les ha hecho gracia ver su ciudad llena de basura, pero la mayoría ha entendido las causas de los huelguistas y les han mostrado apoyo, algo muy necesario en estos tiempos en los que a veces se consigue más siendo solidario que mirando por el interés propio.