A falta de la secuencia con doña Sara Montiel, aplazada hasta primeros de Mayo por una bronquitis de la estrella, ABRÁZAME es ya un hecho.
Ciento tres minutos de cine repartidos en veintitres sensacionales planos secuencia.
Tengo compañeros que se enfrentan a cada rodaje como el que se pone frente a un pelotón de fusilamento pero yo llevo unos días en Madrid y ya echo de menos a mis actores, a mi equipo, a mis meritorios, al ambiente especial y mágico del rodaje, a las amables gentes de Carrizosa y Argamasilla de Alba, a los generosos trabajadores del Hotel Matías en Ruidera…
En este rodaje, como en todos, se han producido momentos únicos e irrepetibles. Frente a las treinta y una tomas de una de secuencia se sitúa la toma única de un complicado plano con nueve actores, dos ataúdes y varios figurantes.
El rodaje de “Abrázame” está siendo tremendamente agradecido. Su mensaje de humor, aún partiendo de unas raíces cien por cien españolas, cala entre amigos de diferentes culturas, tal y como me hizo ver uno de mis más valorados técnicos, Andrés Paduano, venezolano de nacimiento y universal de pensamiento, cuya expresión: esta película me da mucha risa, he acuñado como tótem personal pues “Abrázame” está pensada, diseñada y rodada con la única intención de “dar mucha risa”, sin más.
Divertir sin mayor pretensión, hacer que el público se olvide de sus cuitas durante un par de horas y se divierta con los problemas ajenos pues, amigos, esa es la base de la comedia.
Ya lo decía el desaparecido y querido amigo Antonio Gamero, cuando tengas un problema no se lo cuentes a tus amigos, que les divierta su puta madre.
Así las cosas y reconociendo que la película es un sesenta por ciento autobiográfica, sólo me queda dar las gracias a mis amigos por no hacer caso de Gamero y haberme alegrado la vida contándome sus problemas.
Abrázame es mi sincero homenaje a todos vosotros.
Un fotograma de Abrázame.