(Como casi cada lunes, me gustaría aportar mi granito de arena para que el primer día de la semana sea un gran día para ti. Por eso comparto este capítulo revisado y actualizado de “Una vida sencilla”. ¡Feliz lunes!)
Nota previa: este post fue publicado por primera vez unos días después del 5 de octubre de 2011.
Lo que importa es la dirección.
Me refiero a la evolución, la innovación, la creatividad, la tecnología…
Todo el mundo habla y escribe sobre Steve Jobs estos días. Yo también, aunque sólo para introducir una idea redundante en este blog. No pienso hacer un análisis de su vida –y muerte. Sin ninguna duda, si este hombre cuenta con tantos admiradores y detractores, si se habla tanto de él, será porque algo interesante habrá hecho. No juzgaré si bueno o malo. Eso ya lo hacen otros.
Unos dicen que bueno. Que ha sido el último genio, el innovador por excelencia de los últimos 30 años. No lo pongo en duda. Tampoco soy un entendido, pero comprendo que ha marcado un antes y un después en el mundo de la informática y la tecnología de consumo. A su vez, desde una perspectiva empresarial, su compañía es el mejor de los ejemplos del éxito basado en la simplicidad. Poco y bien hecho, muy bien hecho, es mejor que mucho y mal hecho –de lo que se tacha a Microsoft.
Otros dicen que malo. Apple representa el marketing en estado puro, la monopolización del mercado, la manipulación de necesidades, el perfeccionismo, el consumismo y materialismo, el trabajo y la productividad como prioridad al resto de aspectos de la vida –lo que nos hace enfermar–, y el fomento de la fabricación y uso de tecnología no sólo por encima de las necesidades básicas del hombre, sino también muy por encima de las posibilidades regenerativas del planeta.
Y yo sigo con la misma idea. El problema no es la evolución, algo que ni quiero ni puedo parar, y mucho menos prever. Siempre he pensado que lo que nos diferencia del resto de animales no es la inteligencia –algo ya absurdo de pensar–, sino nuestra capacidad de crear. Eso es natural en nosotros. Somos innovadores, creativos, modificadores. Somos los reyes del cambio –aunque llevemos mucho tiempo estáticos en algunos ámbitos. Si es nuestra naturaleza, respetémosla y demos apoyo sobre todo a los emprendedores e innovadores como Jobs.
Insisto. El problema no es la evolución, aunque particularmente defienda la “vida casi cavernícola”. El problema, lo que importa, es la dirección. A mi parecer, hasta hoy, equivocada.
Yo no veo problema en la televisión, los móviles, los coches, las redes sociales, el correo electrónico, el iPhone, los aviones, los medicamentos, la genómica, la ciencia predictiva, etc. El problema está en la manipulación e intereses que hay detrás de ese desarrollo científico y tecnológico, a la vez del uso que da la ciudadanía de toda esa tecnología de manera inconsciente e irresponsable, constantemente influenciada por el marketing y la publicidad. Sigue mandando la necesidad del mercado, y no la del ser humano como parte integrada en el planeta.
Hace unos pocos días ya criticaba este hecho. Vuelvo a imaginar, a esperar sin esperanza. Si toda esa creatividad, innovación, tecnología tomasen otra dirección. Si nos volcáramos en avanzar en pro del equilibrio y la coherencia tanto de la propia humanidad como de nuestra casa, Gaia. Las cosas serían, como mínimo, muy distintas. Y todo el mundo, estoy convencido, mucho más feliz.