Del discurso de la Presidenta quedan muy claras todas las reivindicaciones que vamos a tener que arrancar por medio de la lucha. La Presidenta volcó decenas de números.
Pero no dijo que el salario promedio es la mitad de la canasta familiar. Y la tercera parte para los que están en negro.
Tampoco se refirió al 30% de inflación anual, que reduce esos salarios.
¿No queda en nuestras manos, entonces, luchar por un salario básico de 5.000 pesos, con un ajuste automático de acuerdo con la inflación?
Nada dijo del impuesto a las ganancias, ahora convertido en un impuesto al salario.
Es nuestra tarea también luchar por su derogación para todos los que trabajan.
Cristina Kirchner reivindicó su ley de movilidad jubilatoria.
La misma que -como en tiempos de Cavallo- relaciona a las jubilaciones con la recaudación de impuestos.
Pero con esa "movilidad oficial", el 75% de los jubilados cobra menos de mil trescientos pesos.
El 82% móvil y el reconocimiento de los ajustes no pagados, que el gobierno vetó, también tendremos que imponerlos por medio de una lucha.
La Presidenta asumió que el 40% de los que trabajan son precarios.
Pero no anunció ninguna medida para acabar con la arbitrariedad patronal y las tercerizaciones.
Mucho menos, sobre el mayor precarizador de todos: el propio Estado.
En nuestras manos queda la lucha por convenios únicos por industria y por el pase a planta de todos los precarizados, comenzando por el Estado nacional, provincias y municipios.
La Presidenta tiró largas cifras sobre "infraestructura y transporte".
Pero nada dijo del derrumbe ferroviario, que tiene a los Pedraza, a los privatizadores y funcionarios aferrados a una misma gestión mafiosa.
Vamos, entonces, por la nacionalización del sistema ferroviario, bajo control de sus trabajadores.
Con relación a la mujer, la Presidenta señaló que "apostaba a la vida". Pero no dijo cómo va a asegurar el derecho a la maternidad, allí donde el derecho al trabajo, a la salud o a la vivienda están siempre cuestionados.
En cambio, las jerarquías del clero, que saludaron el discurso, entendieron bien: la Presidenta condenaba el derecho al aborto legal y gratuito.
En vísperas del día internacional de la mujer, la lucha por ese derecho exige una gran movilización política, independiente del gobierno y los partidos que capitulan ante el clero.
La Presidenta castigó a las organizaciones obreras que paran y se movilizan por sus reclamos. Pero nada dijo de la burocracia que corrompió los sindicatos, en favor de sus crímenes y negociados.
En nuestra agenda, vamos también por la expulsión de la burocracia sindical, y el desarrollo de una nueva dirección sindical y política para la clase obrera.