«Lo que la vida me ha enseñado» es un poema que encontré hace bastante tiempo y no logré descubrir a su autor para poder agradecerle todos los valores que expresa y que comparto con él. Como suele suceder, hay textos banales y absurdos que siempre permanecen en la red; sin embargo, poemas o escritos de personas anónimas que merecen la pena, desaparecen.
Es la razón por la que publico este precioso y sensato poema como homenaje al escritor anónimo.
Lo que la vida me ha enseñado
Que por más correr no se llega antes a los sitios.
Que es más importante y valioso tener una mano amiga a la que poder sujetar la nuestra y no hacer el camino en soledad.
Que los sentimientos entregados más nobles y sinceros son los que debemos valorar.
Que una sonrisa hace muchas dificultades más llevadera.
Que el egoísmo y el abandono tan sólo conducen a consecuencias negativas.
Que los pequeños y satisfactorios momentos son los que ciertamente colman nuestro bienestar.
Que la amistad no se compra con dinero, es un sentimiento grandioso que no tiene precio.
Que es necesario que nuestros ojos derramen lágrimas en algunos momentos para poder ver la luz y la claridad con toda su nitidez.
Que «amar» no es el símil de «querer»
Amar para querer, querer para obtener, es la semejanza en muchas personas.
Que entregar a los demás no significa la obligación de tener que recibir forzosamente.
Que una mirada y un silencio sincero compartido dice más que una palabra dicha con hipocresía y hablando desde la mentira.
Que hay que aprender a levantarse después de cada caída.
Que las miradas hablan por sí solas.
Que la palabra «amigo» tiene para muchas personas el significado de «conocido»
Que en la amistad la distancia no tiene porqué ser sinónimo de olvido.