CAROLA CHÁVEZ
Ignorantes, así nos llaman sin saber todo lo que los ignorantes sabemos. Sabemos conquistar derechos y los conquistamos aun para quienes nos llaman ignorantes, y hemos sabido, durante todos estos años, defenderlos a pesar de la decente, pensante, amnésica y suicida obsesión de algunos empeñados en clavarse el cuchillo del pasado en nombre del futuro. Los ignorantes hemos sabido cuidarlos del cuchillo que los desangra hasta la pobreza que tanto desprecian, de las cuotas balón, de aquella inflación sobre el 100%, del libre mercado que esclaviza, que recorta beneficios sociales, que le quita la pensión al abuelo que tanto ha trabajado, que le saca un ojo de la cara por un examen médico, que les pone las matrículas escolares por las nubes, allá donde no puedan alcanzarlas, los hemos cuidado de su propia ceguera arrogante. Los ignorantes sabemos que los derechos, cuando no son para todos, son torcidos privilegios. También sabemos que detrás de cada privilegio hay miles de derechos pisoteados. Por eso los ignorantes nos empeñamos en que todos los niños tengan escuelas, libros y canaimitas; que los muchachos puedan ir a la universidad, que tengan casas quienes no pueden pagarla, que haya doctores para todos, que todos podamos comer… Terquedad ignorante la nuestra que se empeña en lo humano por encima del sádico darwinismo social que impone el dios mercado. Nuestra ignorancia nos hace desobedecer a quienes se creen nacidos para mandar. Los ignorantes nos miramos a nosotros mismos con orgullo en lugar de mirar al Norte desde la impotente pequeñez de la autoestima magullada con que miran los que nos llaman ignorantes. Mirándonos nos encontramos con millones de ignorantes como nosotros, crecemos como monte en este lugar que, ignorantemente, a algún histórico ignorante le dio por llamar La Patria Grande. Los ignorantes sabemos que en la unidad somos inmensos, poderosos, y entendemos por qué ese histórico empeño foráneo de mantenernos separados, mirándonos con desconfianza, con un conflicto siempre en la punta de la lengua. Los ignorantes supimos encontrarnos a nuestro modo, desde lo propio, desde lo que nos hermana, desde lo humano, solidariamente. Los ignorantes hemos sabido liberarnos e ignorantemente vamos a seguir sabiendo. Carola Chávez AbogadoRevista América Latina
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