Antonia tiene veintiséis años cuando se ve sola con un niño de cuatro en el cambiante Madrid de los ochenta. La suya es la historia de un viaje interior, el de una mujer que se enfrenta a la juventud y a la maternidad mientras intenta hacerse un lugar en la vida. Es la crónica de un aprendizaje: cómo se logra a duras penas sobreponerse a la deslealtad; cómo el desvalimiento y la ternura de un hijo alivian la fragilidad de quien ha de hacerse fuerte para protegerlo.
Formato: Tapa blanda / Versión Kindle
Nada que ver con su eterno Manolito. Nada. Con esta novela, Elvira Lindo nos da una lección de escritura, intimista, en la que no cuesta identificarse con la protagonista, quien comienza hablando con una amiga y termina la novela viendo cómo su hijo ha crecido y se ha convertido en un hombre. Entre tanto, contará, de diversos modos y en distintos tiempos lo que ha sido su vida, marcada por la muerte de su madre, sus lances amorosos, sus éxitos y fracasos, su tormenta sentimental y la peculiar relación que mantiene con su tía Celia.
Se trata de pasajes enlazados para construir un drama, una confesión, una vida, y lo que queda por vivir...
El lector encontrará pasajes muy peculiares, muchos de ellos con la tita Celia como invitada de lujo. Y de su seriedad surgirá el cariño, y las reminiscencias de otros tiempos porque, lo que queramos o no, somos víctimas del tiempo que nos toca vivir...
Memorable esa mujer matando moscas mientras ve la telenovela, el pasaje de la mercería y las tetas, el de las tetas y el especialista invitado en televisión, etc.
Asistiremos a conversaciones ante un espejo, en un probador y a dicotomías sublimes como la que divide a las mujeres en casadas con niños y solteras con muertos.
Gabi, el niño, nos seguirá allá a donde vayamos, siempre que no le toque quedarse con su padre, aunque en un despacho de color amarillo la realidad puede tornarse al antojo de una escritora que hace honor a su apellido y elabora escenas lindas, siendo igualmente capaz de esbozar otras cargadas de desolación.
Nuestra protagonista no es muy de ritos funerarios, y sin embargo...
Una voz, la de una periodista que le habla a la audiencia y les despierta del letargo, del largo sueño de la noche. Sabe escribir, pero su destreza se pierde en el anonimato de los guiones que firma con pseudónimo. Una pena, como las muchas que sufre hasta que se llega a la última página, aunque aquellas se mojan de vez en cuando en esperanza. Se admiten apuestas.
En el texto editado y presentado por Seix Barrall hay sitio para la ufología, aunque no vayan a buscar ustedes seres de otro mundo en esta historia. Las dimensiones desconocidas sirven para lo que sirven y siempre nos queda la imaginación para completar las elipsis como queramos, independientemente del cruce de caminos al que de vez en cuando nos avoque quien escribe recovecos de una historia en espiral.
Ya lo sé, es una reseña "cultureta", pero tenía ganas de hacerla así y si la censura no lo impide, pues...
Elvira, mi mis sincera enhorabuena y espero seguir leyendo tu obra como lo he hecho hasta ahora.
Se despide un admirador,
Si quieres hacerte con un ejemplar lo puedes hacer desde el siguiente enlace: Lo que me queda por vivir