Revista Libros

Lo que me queda por vivir - Elvira Lindo

Publicado el 13 febrero 2012 por Rusta @RustaDevoradora

Lo que me queda por vivir - Elvira Lindo

Editorial: Booket
Páginas: 272
ISBN: 9788432251153
Precio: 12,95 €
Lo que me queda por vivir es una de las últimas publicaciones de Elvira Lindo, una de nuestras escritoras más queridas gracias a su serie infantil sobre el carismático Manolito Gafotas. No obstante, yo no llegué a su obra a través de este personaje sino gracias a la novela con la que ganó el Premio Biblioteca Breve en 2005, Una palabra tuya, una historia cargada de ironía y ternura que me encantó. También suelo leer sus artículos, aunque se puede decir que Una palabra tuya marcó un antes y un después en mí y desde entonces presto más atención a lo que escribe. Así es como llegué a Lo que me queda por vivir, un libro que me llamó la atención desde el primer momento y que al fin he podido saborear.

Lo que me queda por vivir - Elvira Lindo

En él conocemos a Antonia, una mujer de veintiséis años que vive en el Madrid de los ochenta con su hijo Gabi. Trabaja en la radio y su vida transcurre con la normalidad de cualquier existencia común, aunque en ella destaca el hecho de tener que criar al niño sola en aquella época de la movida. Antonia, como tanta gente, vive marcada por las desgracias del pasado —la muerte prematura de su madre— y en este libro recuerda y reflexiona sobre sus vivencias desde su infancia en el pueblo a su relación con Gabi, pasando por la boda con el marido al que nunca llamó marido y las llamadas que ahora solo le producen dolor.
Así es, más o menos, Lo que me queda por vivir. No se trata de una novela al uso con la estructura de planteamiento, nudo y desenlace, sino que se centra en la figura de Antonia, una madre joven que tiene bastante en común con la propia Elvira Lindo, tanto por el ambiente en el que vive como por su profesión. Mis primeras sensaciones me hicieron pensar que se trataba de una historia muy personal, aunque luego he descubierto que no es plenamente autobiográfica ni se escribió con el propósito de serlo: «Cuando quiera escribir unas memorias, lo haré, pero no puedo negar que mi propia biografía me ha servido de materia prima, aunque también hay mucho de invención», responde la autora en una entrevista digital de El País.

Lo que me queda por vivir - Elvira Lindo

Como os decía, la narración adopta un tono íntimo y cercano que recrea las experiencias de la protagonista. Por un lado, su día a día, en el que por supuesto destaca el papel de su hijo; por el otro, el pasado, sus orígenes y los de su familia. La obra carece de un orden lineal y da saltos constantes en el tiempo; sabemos cómo empieza un capítulo pero no por dónde nos va a llevar. En relación con esto, me fascina lo bien que Elvira Lindo hilvana todos los hilos, ha conseguido conectar conmigo y jamás he tenido la sensación de perderme en el relato. Admiro muchísimo esa capacidad para conectar diversos temas sin hacer cambios bruscos ni desconcertar al lector, así que en este sentido, chapeau.
Volviendo al contenido, me ha gustado Antonia como personaje principal y pienso que resulta fácil ponerse en su piel gracias a esa voz en primera persona que no escatima en detalles a la hora de hablar de sus sentimientos. Porque Lo que me queda por vivir no es una sucesión de acciones: desde mi punto de vista, el peso recae en esos juicios personales sobre los acontecimientos vividos y lo que sintió entonces, una mirada al pasado como la que podríamos hacer cualquiera de nosotros con nuestra vida (pero mucho mejor contada, claro). Además, no solo importa lo que se explica, sino lo que se lee entre líneas, pues hay cuestiones en las que no profundiza (expresamente) y nosotros, los lectores, hacemos nuestras cábalas.

Lo que me queda por vivir - Elvira Lindo

El resto de personajes también me han parecido interesantes y su relación con Antonia se plasma de manera soberbia: son personas humanas, con virtudes y defectos, con situaciones que podemos identificar en nuestro entorno. La novela desprende realismo y naturalidad, no pretende inventar una trama excepcional, sino hacer excepcional una historia común (ay, qué bien me ha quedado esta frase). Todo esto se nota en los pequeños detalles: el niño que llora cuando va al pueblo porque es un ambiente distinto al que conoce, la mujer que va a comprarse un sujetador y a raíz de eso se percata del tiempo que lleva sin hacer el amor… El libro está repleto de esto, de escenas cuya única conexión es la protagonista.
Cambiando de tercio, el estilo de Elvira Lindo me parece soberbio: una prosa elegante y cuidada, amena tanto en los diálogos como en las parrafadas (que son lo que más abunda). Utiliza un lenguaje sincero, claro y serio, sin el sentido del humor al que nos tiene acostumbrados. El ritmo está bien, no es ni mucho menos trepidante, pero consigue mantener el interés en todo momento. Eso sí, recomiendo cogerlo con predisposición a paladear una historia tranquila y profunda, no me parece un tipo de libro que se pueda leer en cualquier comento.

A propósito de esto último, pese a haber leído Lo que me queda por vivir por la buena experiencia que tuve con Una palabra tuya, lo cierto es que estas dos novelas no se parecen en absoluto. Ambas me han satisfecho (más la segunda que la que os comento hoy), pero el público potencial de Lo que me queda por vivir es mucho más reducido como consecuencia de ese carácter intimista que divaga sobre asuntos cotidianos. Si no os van estos temas, la lectura se os puede hacer cuesta arriba, sobre todo porque la historia se compone de retazos y no se apoya en un argumento definido.

Lo que me queda por vivir - Elvira Lindo

Elvira Lindo

En conjunto, diría que es una obra que llega, que toca la fibra sensible; no del modo en el que lo hace un dramón, sino con una cercanía que nos adentra en las entrañas de Antonia. Mientras leía no paraba de pensar que gustará especialmente a las madres (tenemos —tengo— la costumbre de relacionar «historia de una mujer y su hijo» y «temas cotidianos» con «madre», un pensamiento un poco absurdo si se piensa fríamente, pues no todos los libros que plantean circunstancias similares a las nuestras tienen que gustarnos. Ante todo hay que pensar en las preferencias de cada madre; yo estoy convencida de que la mía se aburriría con este libro), pero prefiero dejarlo sencillamente en que gustará a cualquiera que tenga sensibilidad y disfrute con las historias realistas.
Mi valoración: 7,5/10


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