Mi caja azoriana. Agosto '19.
Andrés Neuman dijo que “el viajero es alguien que no vuelve nunca del viaje. El turista vuelve siendo la misma persona que salió de viaje”. De eso se trata. De mimetizarse allí donde se aterriza. De caminar identificando historias aquí y allí. Saber que necesitarás escribir sobre ello. Compartirlo, indagar, leer y estudiar a fondo aquello que el mundo te brinda por ser camaleón tan lejos de casa. No ser la misma persona, dejar que los kilómetros recorridos te cambien. Que nos cambien para siempre porque somos viajeros, no turistas.Dice Leila Guerrieroque un buen cronista de viajes es el que explica lo que ha visto como si fuera tierra incógnita y eso solo es posible si el viajero “ha mirado” todo a su paso. Viajar observando cada detalle, cada persona, comentario, cartel o movimiento alrededor. Atendiendo al cielo y al suelo que se pisa junto al resto de viajeros que caminan y resiguen tus pasos. Viajar para contar es ver lo que está pero que nadie ve. Eso es lo que hay, lo que veo y recuerdo cada vez que abro mi caja azoriana. Por eso iré volviendo a ella, poquito a poco. Para poder abocar mis recuerdos y así seguir ahí cuando ya esté aquí de nuevo. Aquí de verdad, no como ahora. Cuando la rutina se apodere de mis horas, abriré la caja y pondré en mis manos de nuevo la hoja del bosque camino al lagoa do congro, las rocas de la playa de Mosteiros, la ramita de pino azoriano, las hortensias comunes o las princesas, esas hojas de té de la Gorreana o el yeso del Monte Palace. Lo pondré en mi mano y volverá a mí, y a vosotros, ese fado en voz de Mariza mientras saboreo de nuevo la sopa de peixe en el pan.