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…parece que la icónica frase de Sherlock Holmes: “Elemental, mi querido Watson”, no figura en ninguna de las 24 novelas de sir Arthur Conan Doyle.
Rick (Humphrey Bogart) tampoco pide: “Tócala de nuevo, Sam”, en el clásico de Michael Curtiz, Casablanca. Lo que le dice es: “Play it, Sam. Play ‘As time goes by'” (“Tócala, Sam. Toca ‘Cómo pasa el tiempo’”).
Ni, ¡horror!, el ingenioso hidalgo de La Mancha le advierte a su escudero: “Ladran, Sancho, señal de que cabalgamos”. El origen de esta frase vendría de un poema de Goethe: “Ladran con fuerza?/ Quisieran los perros del potrero/ Por siempre acompañarnos/ Pero sus estridentes ladridos/ Solo son señal de que cabalgamos”. Otras fuentes sugieren que la frase surge de un proverbio turco más antiguo: “Los perros ladran, pero la caravana avanza”.
Hace algunos días, Andrew Robinson, autor de Einstein: A Hundred Years of Relativity, publicó en Nature un pequeño ejercicio de revisión de las frases que se le atribuyen al científico. Son incontables. De hecho, el escritor afirma que “tiene más entradas en Internet que Aristóteles, Galileo, Newton, Darwin o Hawking”.
Los estudiosos, como Alice Caprice, editora de Einstein entre comillas (Editorial Norma, 1998), encontraron de todo: citas incorrectas, modificadas, abreviadas y directamente falsas. La revista Skeptical Inquirer dio a conocer en 2007 que la fuente real de “La astrología es una ciencia en sí misma y contiene un cuerpo de conocimiento iluminador. Me enseñó muchas cosas y estoy muy en deuda con ella” es un prólogo a la reimpresión de un libro, Manuel d'astrologie, de 1965. Lo que en realidad dijo Einstein se encuentra en una carta de 1943 a un tal Eugene Simon, que dice precisamente lo contrario: “Estoy totalmente de acuerdo con usted acerca de que la astrología es una pseudociencia. Lo interesante es que este tipo de superstición es tan tenaz que pudo persistir a través de tantos siglos”.
Otras están parafraseadas. “Todo debería ser hecho tan simple como sea posible, pero no más simple” -podría ser una versión comprimida, dice Calaprice, de unas líneas de un discurso de Einstein de 1933-. “Es difícil negar que la meta suprema de toda teoría es hacer que sus elementos básicos irreductibles sean tan simples y tan pocos como sea posible”.
Según afirma Robinson: “Lo más incomprensible del universo es que sea comprensible”, proviene en realidad de un artículo de 1936 del Journal of the Franklin Institute: “El misterio eterno del mundo es que sea comprensible. El hecho de que sea comprensible es un misterio”.
“Dios no juega a los dados”, tal vez la más célebre cita de Einstein, tampoco fue dicha exactamente así. La original (que figura en una carta a Max Born) sería: “La mecánica cuántica? ofrece mucho, pero no nos acerca al secreto del Viejo. Yo, en todo caso, estoy convencido de que Él no juega a los dados”.
Pero no hay duda de que de sus cientos de aforismos el más apropiado para estos días es: “Lo más difícil del mundo es entender el impuesto a las ganancias” (“The Hardest Thing in the World to Understand is the Income tax”). Lo dijo Einstein. Por lo menos, es lo que aseguró su contador.
“Sabiduría apócrifa”
NORA BÄR
(la nación, 11.05.18)