No seré yo quien ponga precio a un espectáculo con el que no estoy identificado, pero reconozco que en el Reino Unido se hacen las cosas de forma diferente. Mientras que en España las próximas visitas del Papa (una en noviembre a Santiago y Barcelona, y otra en agosto a Madrid) cuestan un ojo de la cara a todos los contribuyentes, en el Reino Unido han encontrado una forma de financiar la visita papal que me parece absolutamente justa, y es que serán los que vayan a los actos religiosos los que paguen por ellos.
Así, sólo los interesados en ver al Papa pagarán por verle, y no como ocurre en nuestro país que pagamos tirios, troyanos y mediopensionistas, o sea todo quisqui. Una diferencia sustancial. Si quiero ver al Papa, voy a una misa que celebrará en Birmingham y pago 30 euros. Menos de lo que vale una entrada a un concierto de primera, a una ópera, a un partido de fútbol o a un musical en Broadway.
Sin embargo, España sigue siendo diferente. Se ve Incapaz de quitarse esa capa de nacional-catolicismo, a pesar de nuestra supuesta aconfesionalidad constitucional. Aquí pagamos lo que haya que pagar, con tal de que el Papa se pasee por las tierras donde el apostol Santiago jamás llegó o para que inaugure la Sagrada Familia, a la que el Vaticano no ha aportado ni un euro. Todo el presupuesto de este viaje de noviembre próximo será devengado con dinero público.
Y qué decir del viaje que hará dentro de un año el Papa a Madrid, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. El presupuesto es de 50 millones, “una miseria en tiempo de crisis”, que se sufragará, a partes iguales, entre la Administración y cuarenta empresas. O sea veinticinco millones saldrán del erario público –de nuestros impuestos— y otro tanto de empresarios que ha reclutado el bueno de Rouco. Pero ojo, que aquí hay truco. Truco instituido por el Estado, puesto que el Banco de Santander, Telefónica, Iberia, FCC, y las otras empresas sólo pagarán el 20% de su aportación, ya que el gobierno ha declarado el acontecimiento de “interés especial”, lo que significa que las aportaciones empresariales tendrán una exención del 80%. Naturalmente sumen esos 20 millones (el 80% de los 25 millones que pagaremos de nuestros impuestos) a nuestra cuenta y resulta que la visita del Jefe del Vaticano nos va a salir por 45 millones, vamos una broma. Mientras que esas cuarenta empresas generadoras de miles de millones de beneficios, pagarán cinco millones.
En este país pretendemos ser liberales, modernos y muy europeos. Todo menos laicos. porque en cuestiones religiosas, con la Iglesia hemos dado, Sancho. Y a pagar tocan.
Salud y República