Revista Educación

Lo que nos ha devuelto la crisis

Por Siempreenmedio @Siempreblog
autostop

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Hoy es lunes de Carnaval y nadie quiere pensar en cosas serias, ni en lo mal que va la cosa. A la mayoría lo único que le preocupa es si encontrará o no el complemento perfecto para ese disfraz de pirata, ninja o bávaro adquirido en un todo a 1 euro. Lo sé, soy consciente de que hoy no es día para sesudas reflexiones; ésta es una semana para escapar de la realidad, pero desde el otro día no paro de pensar en las cosas que nos ha devuelto la crisis.

Esta tragedia económica nos ha devuelto la emigración y la conciencia de clases. Aunque en algunos momentos haya parecido lo contrario, en realidad nunca hemos sido iguales. Ya lo ha dicho toda la vida la madre de una amiga mía: “Cariño siempre ha habido ricos y pobres y siempre los va a haber. A ellos nunca les ha gustado que sus hijos se junten con los nuestros”. Más claro, agua.

La crisis también nos ha permitido recuperar buenas costumbres, como la de utilizar la lógica a la hora de consumir y no comprar por comprar sin ton ni son cosas que no nos hacen falta.

Ahora lo aprovechamos mejor todo y, por supuesto, no cambiamos el televisor, el teléfono móvil o el coche hasta que no dejan de funcionar. Incluso he oído que algunos se plantean recuperar el envase retornable. Sana costumbre que forma parte del ideario colectivo de todos los que superamos la treintena. ¡Ni recuerdo las veces que mi madre me mandó al bar a comprar cerveza o Coca Cola con la botella de cristal vacía en la mano para que nos costara más barato!

Ahora, tampoco aspiramos a tener tres casas en una isla de unos 2.000 kilómetros cuadrados o lo que es lo mismo un piso de verano a 20 minutos en coche de nuestra residencia habitual.

Tristemente, la crisis me ha permitido volver a ver a mucha gente viviendo en la calle; pero también a muchos jóvenes (y otros que no lo son tanto) haciendo autostop en nuestras carreteras.

En definitiva, este gran timo financiero ha traído muchas desgracias personales y colectivas, como el descalabro de la sanidad, la educación o la justicia públicas; pero también, por qué no decirlo, un poco de racionalidad a nuestras vidas. Pongamos el acento en ellas y luchemos por mantener unos derechos que mucho nos costó conseguir.


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