Creía que estaba claro lo que quería decir, pero varias personas me pidieron que me explicara un poco más. Y así hago en este escrito, por si sirve de utilidad.
Voy a la primera parte de mi afirmación: A veces creemos que lo que nos condiciona es lo que nos libera.
¿Qué he querido decir con esto? Intentemos captar por un momento lo que esta frase nos provoca, antes de buscar una respuesta inmediata… Y pensemos qué es lo que nos condiciona. Cuando hablo de lo que nos condiciona pienso en lo que vivimos de forma automatizada, restringida o limitada. Es decir, lo que nos condiciona es algo que nos quita libertad, que no nos deja actuar con juicio y discernimiento, para elegir consciente y libremente, lo que queremos hacer. Por ejemplo, es el caso de una adicción (a sustancias, personas, conductas, etc.). En este caso la persona adicta está condicionada o limitada por su adicción. Pero, muchas veces, dirá que le libera consumir una droga, o lo que sea que le hace adicto, porque se siente mejor al hacerlo. Los adictos incluso dicen que el consumo de la droga es una vía de liberación o de alivio de algo. Y ahí caen en una trampa de autoengaño que les hace ser aún más adictos. Si alguien siente que se libera bebiendo, fumando, usando el móvil compulsivamente, realizando prácticas religiosas de una forma evasiva o automática, etc., en realidad se está engañando a sí mismo. Pues no se está liberando, se está atrapando más en algo que le hace adicto. Lo mismo puede suceder con los sentimientos exacerbados, como ciertas pasiones que se confunden con amor y que atrapan a las personas en un sentimentalismo adictivo y obsesivo, en la relación con otra persona, a la que se quiere dominar y poseer para su propia satisfacción. En estos casos, el “adicto” dirá que es libre de amar, que sus sentimientos lo son todo, sin darse cuenta de que está absolutizando sus sentimientos sin tener en consideración a la otra persona (y, por lo tanto no la ama). Vivirá esta experiencia en nombre de una supuesta libertad que no es más que un autoengaño egocéntrico y narcisista, pues uno busca ser amado y centro de atención por parte de otro, confundiendo esto con amor. Ya que, en realidad, cómo se sienta el otro no es importante. Lo que sí cuenta, en este egocentrismo pasional, es conseguir, a toda costa, llamar la atención del otro y ser “amados” por la persona que se hace centro de los propios sentimientos. Así se está dando es una absolutización de la propia perspectiva egocéntrica, siendo uno esclavo de los propios sentimientos, sin amar realmente a la persona objeto de ese supuesto amor. Más bien se quiere amar uno a sí mismo a través de exigir el amor de otro. Gran contradicción. En otros casos veremos, esta supuesta apelación a la libertad, en el fanatismo religioso (sea este más o menos explícito, más o menos intenso o sutil), en donde la persona afectada (total o parcialmente), dirá que es libre gracias a sus ideas religiosas, sin percibir que está atrapado en una ideología tóxica que le esclaviza y que le impide ser él mismo y vivir una vida de auténtica profundidad, amor y sana libertad. Es curioso como algunos que así funcionan se atreven a hablar de amar a otros con gran elocuencia y aparente sensibilidad. Pero vemos en sus conductas una gran contradicción con lo que predican.
Y voy a la segunda parte de mi afirmación, que se refiere a cuando creemos que lo que nos libera es lo que nos condiciona.
También os invito a buscar primero, la respuesta en vosotros. ¿Qué os sugiere? Después leed mi reflexión y buscad vuestras propias conclusiones.
Esto ocurre, por ejemplo, en personas que tienen una fuerte represión interna, que les impide vivir y expresar su auténtica realidad interior. En estos casos, la persona que así vive, cree que un sentir auténtico y espontáneo es algo peligroso que ha de ser censurado y limitado. Se puede dar en personas rígidas, perfeccionistas, autoritarias y/o narcisistas, atrapados en una idea de “lo que debe ser”, que se autolimitan y reprimen cuando, por ejemplo, surgen sentimientos que no encajan con la idea de lo que deben ser, sentir, aparentar, etc. Por ejemplo, estas personas pueden reprimir su alegría o su humor, pues creen que han de dar una imagen de seriedad. O incluso pueden llegar a reprimir un sentimiento de cariño, de amor o de enamoramiento por otra persona, porque no encaja en sus planes o en el ideal de sí mismos. No se dejan sentir, no se dejan expresar lo que viven, no se dejan conectar realmente con otros, pues la vivencia de cercanía e intimidad con los demás puede hacerles sentir amenazados y que sea percibida su propia vulnerabilidad. Rizan el rizo si hablan de libertad, en nombre de lo que sea, a la vez que no se dejan ser libres para ser lo que sean.Espero que ahora se entienda mejor lo que pretendía decir… Y que, sobre todo, nos lleve a reflexionar para darnos cuenta de lo que nos lleva al autoengaño, para mirar más allá de ello y liberarnos realmente.
* Nota: imagen de Pixabay