Mucho se ha escrito y hablado sobre las participaciones preferentes: los riesgos desconocidos que contienen, lo complejas que realmente son, la mala comercialización que han hecho las entidades bancarias… Pero hay algo más que ocurrió y que nadie ha explicado todavía: ¿Por qué dejaron de ser liquidas?
Las Participaciones Preferentes eran un producto que en el año 2008 si un ahorrador las quería vender las tenía disponible en 24-48h. Esta situación fue cambiando de manera continua hasta que llegando al año 2013 dejaron de tener liquidez, lo que provocó que tuvieran que asumir los propios ahorradores fuertes pérdidas (quitas) para hacerlas liquidas a la vez que ayudaban con sus pérdidas a recapitalizar a las entidades bancarias. Pero vayamos por partes.
Todos conocemos el producto estrella del ahorrador Español: el plazo fijo. Su característica principal es que es un producto que se encuentra dentro del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), es decir, que aún quebrando la entidad bancaria los primeros 100.000 € por depositante están garantizados por el estado. Además, es un producto en el que se conoce perfectamente su liquidez (disponibilidad) y su fecha de vencimiento.
Ahora bien, ¿qué es una participación preferente? Es un producto que se posiciona en “el orden de prelación” justo después de los accionistas y que obtiene liquidez a través de “mercado secundario”. Valoremos estos dos conceptos de ¨prelación¨y ¨mercado secundario¨. ¿Qué es el orden de prelación? Muy sencillo: es el orden en el que se asumen pérdidas cuando una empresa quiebra, es decir, que en este caso los ahorradores estaban comprando un producto en el que si la entidad quebrase asumían el riesgo de perder su capital. El cuanto al segundo concepto sobre obtener liquidez a través del mercado secundario viene a ser que para que yo, como ahorrador, pueda vender esa participación ha de haber alguien que me la compre. Por tanto, se desconoce cuánto tiempo tardaré en poder en venderlo.
Una vez hablado de los temas de liquidez y riesgo, si pensamos en el triángulo económico principal que mide por que un ahorrador pone su dinero en un sitio u otro, ¿qué nos falta? La relación lógica para cualquier ahorrador es: qué riesgo asumo, a cuánto tiempo (disponibilidad) y qué rentabilidad (interés) voy a obtener. Lógicamente, a mayor riesgo-tiempo, mayor rentabilidad voy a pedir a mi inversión. Pues es esta sencilla regla el origen del problema de las preferentes.
Me explico, nos encontramos en los años 2009-2010 y los tipos de interés de los depósitos bajan al 1,75-2,25% TAE. Al mismo tiempo, los mercados internacionales ya no confían en España ni en sus bancos. Y en esas, los grandes bancos (esos que dan clases de lo serios que son respecto a pequeños y cajas) tienen vencimientos de créditos internacionales multimillonarios y los inversores desconfiados no los renuevan. Con este panorama, los grandes bancos inician la llamada “guerra de pasivo” subiendo los tipos de depósitos al 4% (pese a que les provocaba pérdidas) para cubrir sus necesidades de liquidez y lo consiguieron. Lo consiguieron pero… ¿A costa de qué? Pues de hacer “un agujero” a otras entidades que, automáticamente, entraron en la misma dinámica de acción llevando los tipos de interés por encima del 4,50% TAE.
El efecto más evidente para los bancos fue que sus resultados empresariales rápidamente se vieron afectados negativamente, pues los intereses de los créditos se movían entonces entre 2,00 y 3,50% y los de los depósitos entre 4,00 y 5,50%. Es decir, margen negativo. Los ahorradores por su parte veían como sus intereses subían pero, paralelamente, empezaba a producirse así un daño colateral que provocaría el gran problema: las participaciones preferentes, normalmente relacionadas con el Euríbor (en esas estaban pagando entre el 2,50-3,00%) ya no eran “atractivas”.
El daño estaba hecho. Nadie quería un producto con riesgo, baja liquidez y que pagaba menos interés frente a los Depósitos sin riesgo, con total disponibilidad y que pagaba más interés. Esta situación se fue alargando en el tiempo por lo que el mercado secundario estaba totalmente colapsado con órdenes de venta de más de 1 año de antigüedad y por tanto ya se observaba que estos productos ya no tenían ningún tipo de liquidez a lo que se sumaba, para empeorar la situación, que no tenían vencimiento.
Junto a esto la situación económica empeoraba, los impagos de créditos crecían, los márgenes financieros de las entidades bancarias estaban en constante hundimiento y finalmente llegó el día que se decidió por ley en pleno rescate bancario cuánta pérdida debían asumir los ahorradores, como siempre víctimas de una situación que no habían creado.
Para acabar un consejo final que les evitará muchos problemas en el futuro. Los bancos no son nuestros amigos, tampoco nuestros enemigos. Los bancos son empresas que prestan servicios con el único fin de ganar dinero. Por tanto, siempre lee antes de firmar y si hay algo que no entiendes, aunque nos lo estén aconsejando como estupendo y maravilloso… ¡¡No Firmes!!
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