Una vez me dí cuenta que los caculos se estaban comiendo las hojas de la mata de berenjenas, puse en acción mi plan. Todas las noches, una media hora luego del atardecer, fuí a recoger con mis manos los caculos y luego echarlos en el parque que está al otro lado de mi patio. Cada noche eran menos los que llegaban a la mata.
Asi las cosas, logré cosechar las primeras berenjenas. Tal hazaña merecía una receta especial. Usualmente las preparo guisadas con bacalao, pero en esta ocasión las preparé asadas y luego las majé con ajo, hierbabuena, sal, aceite de oliva y limón. Riquísimo.