“Lo que pasó, pasó”

No me gusta recordar lo malo ni lo triste, pero los momentos buenos los guardo y de vez en cuando los saco a pasear y los disfruto. Pero eso no quiere decir que deje de vivir el presente o deje de relacionarme con los demás por quedarme viviendo glorias pasadas. Es absurdo creer que todo tiempo pasado fuer mejor porque se sabe que con el paso de los años, tendemos a idealizar o a editar recuerdos. Y es mejor tener claro que esta distorsión de los recuerdos ocurre de manera inconsciente. ¿Confías en tus recuerdos? Pues a lo largo de mi vida me he dado cuenta que los recuerdos se alteran con el paso del tiempo.  Y casi todos los recuerdos, especialmente los vinculados a las emociones fuertes, experimentan cambios sutiles y frecuentes con el tiempo.

Cada época de nuestra vida tiene sus encantos. Lo importante es vivir a conciencia cada etapa sin estar deseando regresar al pasado para recrear sucesos que no volverán a ocurrir o fantasear con momentos futuros que, lo más seguro, no sucederán jamás.

Es de sabios comprender que el mejor momento que estamos viviendo es el presente, porque solo en el hoy podemos hacer cambios o tomar decisiones o planificar. El presente es acción, y con el pasado ya no podemos hacer nada.

Por eso quienes se quedan en las penas sufridas o los errores cometidos en el pasado, no se dan la oportunidad de vivir experiencias positivas en el presente.

Vivir en el pasado es quedarnos atascados en el tiempo. Y es ver el reloj todos los días en la misma hora.

Pasar la vida con la mirada puesta en el ayer es como caminar o correr hacia el frente mirando hacia atrás.

Por tanto,  debemos enfocarnos en el camino que tenemos por delante, y poner los ojos en aquella persona que nos perdona nuestros errores, quien nos levanta cuando caemos, el que no anima cuando nos desalentamos y quien nos ha prometido estar con nosotros todos los días de nuestra vida.

Dejemos el pasado atrás y caminemos por la vida adelante, porque “lo que pasó, pasó”.