Revista En Femenino

Lo que perdiste en el camino…

Por Almapau @princesas_os

Lo que perdiste en el camino.
Aquello que habías hallado...
Y tu? Qué has perdido?

Duele
Es así. Duele.
Todos los días escucho, leo, comparto las emociones de mujeres que perdieron un hijo, un bebé, que abortaron.
Y todas se disculpan.
Se disculpan por llorar, por sentir, por expresar su pérdida.
Y guardamos con mimo esa cartilla de embarazo, esa ecografía que certifica que existió.
Escondidas en un cajón, las escondemos para que no se vea... Porque no debe verse. Eso nos han enseñado.

Mujeres que llegan buscando consuelo, contando su pérdida, a escondidas, hablando bajito, con un desgarrador mensaje a mi página, o con un mail lleno de tristeza, lleno de lágrimas derramadas de madrugada, contra la almohada. Volcando su dolor.
Veo mensajes explicando a otras mujeres su adiós, a la espera de ese abrazo que comprenda.
Buscando unos ojos que miren en silencio escuchando su pena.
Pena. Silencio.

Porque no podemos volcarnos en público, no está bien visto.
Y como una confidencia lloramos. Como un secreto. Como un pecado.
Es pecado seguir llorándole. Es pecado amar.
Porque te puede doler, todos lo comprenden. Pero poco. Con fecha de caducidad.

Cansa que sigas llorando.
Por qué si tienes mas hijos?
Si ya tendrás otros ...
Seguro que era lo mejor.
Son cosas que pasan...
Si además tuviste un aborto temprano, no tienes derecho a dolerte.
Si aún no era ni tu hijo, ni sabias qué era.
Les pasa a muchas, por qué lloras?
Ya vendrán mas.
Si apenas estabas embarazada...

Debemos ser fuertes, duras, piedras...
Y nos avergüenza mostrarnos, la pena es tabú. Seguir lamentándose esta prohibido.
Aunque las cicatrices curen, pican... Pero no debes rascarte, no en público.
Habrá quien ni te pregunte.
Te imaginas que muere tu padre? Al día siguiente todos te darían el pésame, mostrarían respeto, te acompañarían en el sentimiento...
Ayer hablaba con una mujer que había perdido a su bebé embarazada de 22 semanas.
Cuando volvió al trabajo hicieron como si volviese de vacaciones.
Me mató por dentro me dijo. Como si quisieran que no existiese, que lo borrase de mi historia. Olvidarle.
Como olvidar a un hijo? Mi hijo...

Yo tuve un aborto, iba a escribir un pequeño aborto, pero no existen los abortos pequeños. Para mi es grande.
Yo ya había bailado con el en el salón. Soñé con él desde el primer positivo.
Ya le había visto sonreír, y mientras dormía, soñaba y había olido su pelo y había sujetado su mano...
Para mi ya existía.
Desde el momento en el que en el retrovisor vi mis ojos, y le vi a el...
Esa tarde salió positivo. Celebramos su llegada. Tenía nombre.
No pudo ser. Pero a la vez fue.
Después llegó otro, que no le resta existencia, forma parte de mi, como los otros tres.
Fue, ES mi hijo.
Tuve la suerte de conocerle, y la desgracia de perderle.
Por qué no contarlo, por qué se niega el derecho de llorar en voz alta ?

Cansada. Cansada de llorarle en silencio.
Cansada de en silencio recoger las lagrimas por otros hijos, de esconderlas en mails llenos de palabras vacías, absurdas que sólo intentan mitigar.
Mitigar el dolor por la muerte de un hijo. Un imposible.
Cansada de consolar tanta tristeza en voz baja.
Gritemos.
GRITEMOS!! No es pornográfico llorar la muerte de un hijo...
Es lícito llorarlo, pero sólo un poco, después debe pasarse... NO
Porque siempre habrá alguien que este peor. NO. Cada dolor es único, un mundo.
Porque otras perdieron antes que tu a sus hijos... Y aún les duele...

Y se disculpan cuando como en una terapia envían un mensaje.
Un mensaje desgarrador, cuándo lo superaré? Qué decirte...
Grita!! Llora en voz alta porque nunca dejará de dolerte.
Nunca. No vas a olvidarlo, no va a dejar de formar parte de ti.
Aprenderás a vivir, a continuar, te crecerá el dolor, como persona, te fortalecerá...
Pero seguirás pensándole y echándole de menos.
Porque sólo puedes echar de menos lo que tuviste, lo que amaste, lo que disfrutaste, aunque fuese poco tiempo.
No se ama lo que no se conoce...
Sólo echas de menos tu hogar cuando te marchas...
Sólo añoras el sol cuando se ha puesto.

Y llegarás a esa fecha en la que pienses, hoy sería su cumpleaños. Hoy, justo hoy.
O verás ese niño en el parque, y pensarás, cómo sería? Hoy, justo hoy.
Y entonces necesitarás llorar de nuevo, hazlo. Hazlo!
Llora!
Grita!
Revuélcate!
Relame las heridas, abre las cicatrices para que no supuren.
Y no permitas que nadie empequeñezca tu dolor.
Que nadie ose negarte el derecho a sentirlo, a sufrirlo.

Todo duelo necesita pasarse.
Y este es durísimo.
Grande como una montaña, visible como el mundo, frío como un mar...
Necesitamos gritarlo, contarlo, hablarlo.
Necesitamos a veces, un abrazo en la distancia y un hombro que no contenga los millones de lágrimas que necesitamos derramar.
No queremos contener. No queremos escondernos.
Necesitamos que lloren a nuestro lado, y comprendan que es imposible no llorar cuando se pierde lo más valioso.
Que no nos pidan silencio... Dejemos de escondernos.

Sí, lo se, llegará un día en el que sonrías.
Por qué? Porque pasó por tu vida. Y pensarás en el y serás feliz agradeciendo que te eligió, que estuvo en tu vientre. En tu vida.
Y aunque el mundo siga rodando de vez en cuando seguirás necesitando ese calor, de madre a madre, de mujer a mujer.
Hoy yo te doy mi calor, mi abrazo, Isabel, Chus, Sofía, Ana, Gema, Raquel, Natalia...
Y tantas otras.
Y mañana, cuando vuelvas a necesitarlo...
Sin silencios. En voz alta. A lágrima viva...


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