Revista Opinión

Lo que Podemos pudo haber sido

Publicado el 08 mayo 2015 por Franky
Nunca había contado esta Historia, pero quizás ya ha llegado la hora. En la segunda mitad de 2013 miles de personas y grupos debatíamos en toda España sobre la mejor manera de cambiar el país, acabar con la tenaza bipartidista y mejorar el deteriorado panorama político, aprovechando el descontento generalizado y el profundo desgaste del gobierno de Rajoy. Unos buscábamos mas democracia y Justicia; otros solo querían destrozar al PP gobernante; otros querían mas Estado y mas izquierda. Todos queríamos un mundo mejor que aquel lodazal injusto y corrupto que habían construido el PSOE, el PP, IU y sus cómplices avarientos nacionalistas. Aquello era una amalgama compleja y bastante caótica, pero llena de energía y fuerza. Entre los que debatían, un lugar importante lo ocupaban los herederos del 15 M y los miles de activistas que llevaban años participando en movimientos ciudadanos culturales y de barrio. Me incorporé a aquella marea en octubre de 2013 y produje documentos sobre marketing político y contenidos programáticos porque estaba convencido de que si creábamos un partido de base amplia, que antepusiera la lucha por la verdadera democracia y la Justicia a las ideologías y a los partidismos, podíamos ganar las elecciones. Abandoné aquel hermoso movimiento en febrero de 2014, cuando ya era evidente que aquel potente e ilusionante sueño había caído en mano de un equipo de politólogos de izquierda, populistas con experiencias adquiridas en la Venezuela de Hugo Chavez, capitaneado por Pablo Iglesias, Monedero y otros. Me marché afirmando que España, en estado calamitoso, mas que ideologías que separaran necesitaba un cambio profundo que la hiciera mas justa y decente. Convertir aquel hermoso movimiento naciente en un partido de izquierda era un error brutal, que acabaría con el que quizás fue el sueño colectivo mas brillante y esperanzador de España, desde 1936. --- Lo que Podemos pudo haber sido Y así está ocurriendo.

"Podemos" pudo haber sido un partido "atrapatodo", reivindicativo, capaz de congregar a gente de izquierdas y de derechas, todos unidos por el deseo de Justicia y de una democracia verdadera, un partido de valores y de derechos, mas que de de ideologías, una agrupación de nuevo tipo donde la participación ciudadana se impusiera a las élites, en la que el poder estuviera en manos de un binomio equlibrado e interactivo: el pueblo organizado y los equipos directivos, siempre bajo control de las bases ciudadanas.

Pero los que queríamos aquel otro "Podemos", fuimos derrotados por ser demasiado escrupulosos y esperar a que el poder se decantara tras largos procesos de auténtico debate. Los "bolcheviques", profesionales del poder, siempre son mas listos y mas prácticos, aunque también menos puros, y saben llevarse el agua a su molino. "Podemos" nació a principios de 2014 y tuvo un enorme éxito en las elecciones europeas de mayo, pero a muchos de los que habíamos participado en sus orígenes aquel éxito nos parecía escaso porque existían condiciones objetivas para haber obtenido tres veces aquella masa de votos, si en lugar de un partido hubiéramos construido una agrupación demócrata de ciudadanos y si en lugar de unas ideologías que combinaban el populismo con la izquierda leninista se hubieran impuesto la honradez, la ciudadanía, la verdadera democracia, la justicia y el deseo irrenunciable de construir un mundo mejor, en el que las ideologías, el partidismo y los politicastros cedieran el espacio a los derechos humanos, la Justicia, la unidad y la limpieza, siempre bajo control del ciudadano y no bajo el secuestro de los siempre peligrosos partidos políticos.

En la etapa de creación de Podemos conocí a gente de inmenso valor, a tipos maduros en política capaces de sacrificio y entrega, a activistas curtidos en miles de debates y batallas y a ciudadanos normales, movidos por la ilusión de construir una sociedad mas justa y decente. Desde entonces, Podemos, aunque se haya convertido en un partido donde no puedo navegar, me merece gran respeto y siempre destaqué que su presencia en la política española sería positiva porque removería las aguas e instalaría el miedo en el corazón del corrompido bipartidismo. La gente que conocí allí era, probablemente, el núcleo mas limpio y decente de España.

"Podemos" ya nació herido y débil, aunque, después de sus victorias iniciales y de su crecimiento fulgurante, sea dificil comprenderlo. Como mucho, al haberse decantado por las izquierdas y por estructuras parecidas a las de los viejos partidos y la odiada "Casta", podrá aspirar a sustituir a la agonizante Izquierda Unida y a arrebatarle al PSOE una cierta hegemonía en la izquierda española, pero jamás conseguirá lo que habría sido posible con un partido capaz de acoger a todos los demócratas, los indignados y a la gente decente de España, sin que importara mucho que fueran de derechas, de izquierdas, ricos, pobres, triunfadores o maltratados.

La única condición para militar en aquel "Podemos" que nunca existió debía ser rechazar a los políticos actuales y a sus miserias, corrupciones, abusos de poder y desprecio por la democracia, la justicia y el bien común. Todos unidos en torno al ideal común de construir un país distinto y justo.

Algunos amigos que conocen esta historia me dicen que aquel "Podemos" era una utopía y yo les digo que es cierto, pero que las utopías son las que hacen avanzar el mundo y las que han logrado las conquistas claves de la raza humana.

Haber construido un "Podemos" democrático, decente, limpio y capaz de acoger a toda la parte sana de España, hoy dispersa, frustrada, desanimada y sin esperanza, habría costado el mismo trabajo que haber construido el Podemos de Pablo Iglesias, pero su capacidad de éxito habría sido triple.

Pero sueños aparte, lo cierto es que mientras el actual "Podemos" se esfuerza por mantener al menos un 15 por ciento del electorado, el "Podemos" que nunca existió habría tenido votos suficientes para conquistar el poder sin alianzas ni pactos, sustituyendo la actual política injusta y corrupta por una democracia en la que cupieran todos, dotando a España de ideales y objetivos comunes, poniendo el énfasis en reconstruir los valores y recuperar el vigor y la decencia, reclutando a los mejores y nutriendo sus filas de luchadores de todos los tipos y clases, unidos por el deseo de construir un mundo mejor, que era el espíritu genuino del 15 M, que hoy sigue diluido y huérfano.



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