En estos días siento que mis hijos me necesitan especialmente. El trabajo, el cansancio y el querer hacer mil cosas a la vez me han tenido un poco desconectada de ellos, lo que se refleja en enfermedades, rabietas y berrinches varios tanto por su parte como por la mia.
Hace un par de semanas celebramos el cumpleaños de Adrián y, a pesar de los esfuerzos que hicimos , él no estaba tan feliz como esperabamos. Quiso una fiesta pirata y así fue. Su padre y yo nos esmeramos en hacerle su fiesta de la mejor manera que supimos, implicandole a él y sí, le gustó mucho pero creo que le hubiese gustado mejor algo más sencillo y que hubiesemos estado más en exclusiva con él.
Por otro lado, esta semana he estado haciendo un curso por las mañanas dejando a Gael con su padre. Sí, le he dejado en las mejores manos, a parte de las mias, sin embargo creo que no era el momento de hacerlo. Gael lleva una temporada en la que me necesita mucho, creo que está pasando por alguna crisis de angustia de separación y al tercer día de curso se enfermó. No sé si fue la separación el motivo, aunque creo firmemente en la importancia del estado emocional con respecto a la salud, pero el caso es que su enfermedad me hizo darme cuenta de lo que realmente importa. Cuando esa mañana amaneció con fiebre, precisamente en el último día de curso y en el que se iban a dar las ponencias que más me interesaban, me enfadé muchísmo. No con mi hijo, si no con la vida en sí. Me dió mucha rabia perderme la oportunidad de acudir a algo que pensaba me iba a ser útil en mi profesión como Doula. Sin embargo, enseguida me dí cuenta de qué era lo realmente importante. Mi niño estaba malito y me necesitaba. ¿ A quién le importaba un curso ( mágnífico, por cierto, pero que probablemente se repita pudiendome quedar cuidando a mi pequeñín ?. No llevé a Adrián al cole y los tres nos metimos en la cama , sin ropa y haciendo piel con piel. Por suerte, papá pudo quedarse ese día en casa con nosotros y yo pude permitirme semejante lujo que tanto a ellos , como a mi nos vino genial. En la vida hay muchas cosas que se pueden postergar, sin embargo momentos como estos, la infancia de nuestros hijos, eso no se repite. O sabemos aprovechar las oportunidades de disfrutarlos en cada momento , o las perderemos para siempre. Es algo que tengo que repetirme cada vez que me reclaman o que me enfado por no poder hacer algo que considero importante. Las cosas llegan en su justo momento.
Uno de los motivos por los que ando desaparecida ultimamente es que no quiero llegar a escribir algo como esto que encontré hace unos días en Facebook. Me ha dado mucho que pensar y espero que os sirva a vosotros también.
Si pudiera volver a educar a mi hijo…
Construiría su autoestima primero
Y la casa después.
Pintaría más con los dedos,
Y señalaría menos.
...
Haría menos correcciones
Y más conexiones.
Apartaría los ojos del reloj
Y le miraría más a él..
Me interesaría por saber menos
Y aprendería a interesarme más.
Atravesaría más campos
Y contemplaría más estrellas.
Haría más excursiones
Y volaría más cometas.
Dejaría de jugar seria
Y jugaría más en serio.
Daría más abrazos
Y menos tirones de orejas.
Vería el árbol en el fruto
Más a menudo.
Sería menos firme
Y afirmaría mucho más.
Enseñaría menos sobre el amor al poder
Y más sobre el poder del amor.
Dianne Loomans