La "humillante condena" a EE.UU. en la Asamblea General de la ONU sobre la decisión de declarar Jerusalén como capital de Israel reveló tanto el desprecio de Washington por la democracia y el derecho internacional, como su aislamiento a nivel mundial, escribe en un artículo para RT el analista internacional Finian Cunningham.
Un "desdén descarado" por los derechos democráticos
El analista recuerda que antes de la votación Washington había "declarado truculentamente" que "no le importaba el resultado y que lo ignoraría pasara lo que pasara". Además, la embajadora de EE.UU. ante la ONU, Nikki Haley, advirtió "en tono siniestro" que EE.UU. "estaba tomando nota de los nombres" y reiteró las amenazas previas de Donald Trump de cortar la ayuda financiera a aquellas naciones que votaran en contra de la política estadounidense.
Según Cunningham, estas declaraciones resaltan el "desdén descarado" de Washington por los derechos democráticos. Lo que EE.UU. "no parece reconocer" es que el consenso en la ONU "es un reflejo de la democracia internacional", señala el analista, para agregar que la actitud oficial estadounidense es: "si no respaldas nuestra posición -no importa cuán cuestionable sea-, entonces tu opinión no es válida".
La enviada estadounidense también mostró una "lógica retorcida" cuando reprendió al resto de naciones por "atacar" el "derecho soberano" de EE.UU. a nominar a Jerusalén como la capital de Israel. En realidad, es EE.UU. el que "ha atacado el consenso internacional y las resoluciones de la ONU con respecto al estatus neutral de Jerusalén", denuncia el autor del artículo.
Finalmente, Haley también declaró que la "voluntad del pueblo estadounidense" estaba siendo atacada por la ONU, un reclamo que no está respaldado por ninguna encuesta de opinión.
¿Líder del mundo libre?
Por otro lado, en opinión de Cunningham, el "abrumador rechazo" de la decisión del presidente Trump de reconocer Jerusalén como la capital de Israel demuestra hasta qué punto se ha desplomado la posición internacional de EE.UU.
- Así, el analista recuerda que incluso los aliados cercanos de EE.UU. en la OTAN, como Reino Unido, Francia o Alemania, votaron en contra de la posición de Washington.
- Arabia Saudita y otros países sunitas del Golfo se alinearon con sus "archienemigos" Irán y Siria para rechazar la decisión de Estados Unidos.
- Incluso las naciones que son grandes receptoras de la ayuda de EE.UU. no fueron intimidadas por las amenazas de castigo financiero: Afganistán, Egipto, Irak, Pakistán se unieron a países africanos pobres como Etiopía, Kenia y Níger, entre otros, para repudiar a Washington. Yemen, devastado por la guerra y en medio de una crisis de hambruna, también emitió un voto en contra.
"Un tirano cuyo tiempo ha terminado"
Irónicamente, el presidente Trump había declarado a principios de la semana pasada que "EE.UU. está nuevamente liderando el mundo" y que "las naciones y los individuos admiran lo que representa EE.UU.".
Según el analista, estas afirmaciones parecen solo ser ciertas "en la imaginación febril" de la burocracia estadounidense, mientras que, en realidad, las "pretensiones virtuosas" de EE.UU. se consideran cada vez más como "una farsa ridícula, flagrantemente contradicha por su comportamiento grosero".
La Asamblea General de la ONU demostró que EE.UU. "ya no es un líder mundial", sino más bien un "Estado canalla cuyos delirios de grandeza son desmentidos por actos sórdidos" de soborno e intimidación, "un tirano cuyo tiempo ha terminado", concluye Cunningham.