Revista En Femenino

Lo que se lleva el amor

Publicado el 19 abril 2013 por Bebloggera @bebloggera
Por La Churro desde Chile 
Hoy voy a ser egoísta. No les contaré historias para que se rían, ni lecciones cochinas, ni alguno de mis clásicos fail. Hoy dejaré el personaje un poco de lado y me convertiré en persona, ya que una sombra nubla mi corazón y siento la necesidad de expresarlo. Espero no equivocarme al revelar demasiado (ni dar lástima), pero como no sé hablar, abrigo la necesidad de escribir y quizás solo así, el viento se lleve este sentir. Hoy no escribo para ustedes, sino para mí, como una terapia, o más bien, como un exorcismo.
Lo que se lleva el amor

Después de más de un año de llamadas y mensajes, de tantos “te extraño” y “yo sé que la vida nos volverá a juntar” volví a encontrare con mi Conejo (si no saben de él pueden leer aquí o aquí). Sí, surgieron fuegos artificiales, corazones y cupidos en ese eterno abrazo de reencuentro, pero pronto nos daríamos cuenta que ese año hizo nuestras diferencias aun más evidentes.Ambos dijimos tantas veces “no he dejado de amarte”, pero al parecer ambos seguimos amando al que fue y no a la persona en que cada uno se ha convertido. Aún sentimos una inevitable atracción mutua y, sin temor a equivocarme, puedo afirmar que el sexo con él sigue siendo el mejor que he tenido en mi vida. Nuestros cuerpos, pasiones y fetiches son perfectamente compatibles, pero no así nuestra vida y forma de verla. Tal como le dije a él: La pasión y el erotismo no bastan para hacer una vida juntos. Desearía poder pasar todos los días (y todas las horas del día) atada a una cama en su compañía… pero no se puede vivir del amor, y mucho menos de la lujuria.No conversamos mucho, no compartimos demasiado, solo pasamos dos noches juntos, pero era evidente que no daba para más. Algo faltaba… se fue su amor, llevándose el mío consigo. Que sea un (no)sentimiento compartido en ningún caso hace las cosas más fáciles. La pena no solo se remite al hecho de sentir ese vacío cuando alguien se aleja de tu vida, de perder todos esos momentos, esa pasión inigualable, esas “ternuritas” como solíamos decirles o extrañar su simple presencia. Hay un vacío mucho más grande y profundo, que es cuando te das cuenta que con el amor se pierde mucho más que a la persona y el sentimiento que la acompaña.

Lo que se lleva el amor

Ilustraciones de su libro favorito: Alicia en el País de las Maravillas. Así eramos. Yo un conejo histérico que debe tener todo bajo control, él una liebre que vive en un mundo más allá de su propia mente. Dos seres que parecen ser iguales, pero una liebre y un conejo jamás serán compatibles.

Por una parte siento que dejo a mi Conejo desprotegido, me siento como una madre frente a sus hijos que abandonan el nido: pienso a cada instante cómo estará, si le hago falta, si me extraña, y me repito “nadie lo va a querer tanto como yo”, “nadie más que yo puedo ayudarlo”, “soy la única que realmente conoce la verdad de su corazón” y tantas otras absurdas frases que me hacen creer que soy indispensable en su vida, cuando ambos sabemos que hace rato Conejo dejó de necesitarme.Junto con ello me carcomen los celos, pensando en que vuelve tranquilamente a los brazos de su novia, feliz ella, feliz él, y yo con la pena viva. Sí, fui  “la otra”, pero lo prefería compartido que no volver a tenerlo. Conejo siempre dijo, aun cuando su relación con ella ya había comenzado, que yo era inolvidable y seguía siendo lo mejor de su vida… ¿qué cambió?, ¿por qué eligió amarla a ella y dejar de amarme a mí?, si apenas nos vimos, ¿cómo pudo decidirse tan rápido por volver a sus brazos?, ¿se pintará los labios rojos y se pondrá tacones para hacerle el amor como yo lo hago?, ¿le preparará la leche con mango que a él tanto le gusta?, ¿será más bonita?, ¿más sexy?... No creo, la conozco, sé de ella y sus historias. Entonces menos aún lo entiendo, ¿qué le da?, ¿ella le aguanta su licenciosa vida nocturna como yo nunca lo hice?, ¿es eso, cierto?, ¿y si no la ama?, ¿si solo “es lo que hay”?, ¡¿por qué ella?!, ¡¡¿qué tiene ella que no tenga yo?!!, ¿le dirá “Coneja”? ¡Ay no! Ahí sí que me muero. Solo debo vivir en la angustia constante de no saber qué será de su vida, si se ha mejorado de sus dolores, de sus adicciones, de su mente perturbada, de saber que está con una mujer que no es buena. No estoy tranquila sin saber qué es de su ingenuo corazón y su alma perdida. Quiero estar ahí para acompañarlo, quererlo, apoyarlo… pero ya no puedo. Me angustio.Por otro lado, siempre creí (o quizás solo me convencí) que él era mi destino. “Yo sé que tú eres mi destino Conejo, yo lo sé, por eso la vida nos va a volver a juntar”. Nos conocimos de un modo tan extraño y empezamos a amarnos de un modo tan raro como fortuito. Cuando Tomás regresó de Zurich a Praga, le invadió una sensación de malestar al pensar que su encuentro con Teresa había sido producido por seis casualidades improbables. Pero, ¿un acontecimiento no es tanto más significativo y privilegiado cuantas más casualidades sean necesarias para producirlo? Solo la casualidad puede aparecer ante nosotros como un mensaje. Lo que ocurre necesariamente, lo esperado, lo que se repite todos los días, es mudo. Solo la casualidad nos habla. Tratamos de leer en ella como leen las gitanas las figuras formadas por el poso del café en el fondo de la taza. (…) No es la necesidad, sino la casualidad, la que está llena de encantos. Si el amor debe ser inolvidable, las casualidades deben volar hacia él desde el primer momento, como pájaros hacia los hombros de San Francisco de Asís.”(*) Así lo sentía yo. Nuestra historia fue tan retorcida… así como cientos de casualidades improbables nos unieron, siempre alguna otra casualidad nos volvía a recordar lo que sentíamos y volvíamos el uno al otro. Tantas casualidades fueron que sentí que era una señal del destino, de la vida, o no sé de quién, que me decían “él es”. “Coneja, yo voy a cambiar, voy a ser un buen hombre para ti, para que volvamos a estar juntos”. Yo creí en esa promesa y creí en ese millón de casualidades y en las palabras de Milan Kundera, estaba convencida de que pasarían muchos años (más que esos 12 meses exactos que pasaron) y que esa vida, ese destino o nuevas casualidades, nos volvería a unir, que él efectivamente llegaría convertido en ese hombre bueno y ese sería el momento del “y vivieron felices por siempre”. Me preparé para ese instante, viví pensando siempre en ese “más adelante” en el que ambos confiamos tanto, en que él era mi destino, en ese futuro en el que él aparecería… pero no volverá, lo sé. Me duele.Ahora estaba junto a la ventana e invocaba ese momento. ¿Qué podía ser sino el amor que había llegado de ese modo para que él lo reconociese? Pero, ¿era amor? La sensación de que quería morir junto a ella era evidentemente desproporcionada: ¡Era la segunda vez que la veía en la vida! ¿No se trataba más bien de la histeria de un hombre que en lo más profundo de su alma ha tomado conciencia de su incapacidad de amar y que por eso mismo empieza a fingir amor hacia sí mismo? (…) Miraba a través del patio la sucia pared y se daba cuenta que no sabía si se trataba de histeria o de amor(*). En su despedida Conejo nunca me dice que se le fue el amor, pero así lo sentí y sé que así es. Quizás sólo sintió (o sentimos) esa “histeria” y no amor. Me habla de lo diferentes que somos de nuestras manías que nos llevan a polos opuestos, me dice que no es ahora, pero que ya vendrá nuestro momento de ser felices juntos como siempre lo dijimos. Siento que el mantener esa ilusión fue sólo una forma que encontró de atenuar mi pena. Pero si fuera verdad ¿puede regresar el amor?, ¿se puede reconstruir ese sueño de ser felices juntos?, ¿o los sentimientos que se van, se van para siempre?

Esta canción sonaba de fondo cuando nos besamos por primera vez. “...deja que pase un momento y volveremos a querernos”. ¿Casualidades?
“… los amores son como los imperios: cuando desaparece la idea sobre la cual han sido construidos, perecen ellos también(*). Siempre he creído que es así, que lo primordial para que una pareja persista en el tiempo es la proyección de un futuro. Para algunos es tener hijos, casarse, vivir juntos, algún negocio, un viaje… para cada pareja es un sueño distinto y particular que los lleva a luchar juntos por ese ideal. Si no hay un norte, no hay razón para estar juntos y el amor comienza a desvanecerse.

Debido a un gran cambio de conciencia que tuve en un momento, mi sueño y gran proyecto de vida es perderme en una playita escondida de Ecuador con alguien de mi mano, donde nunca más nadie sepa de mí, poner una pequeña pizzería y vivir de los turistas y del amor. Al par de días de conocer a Conejo le pregunté si pudiera hacer lo que quisiera de su vida, cuál sería su sueño. Me dijo que era recorrer Sudamérica con alguien de su mano, encontrar alguna playa escondida, donde nunca más nadie supiera de él, construir con sus propias manos una casita, quizás poner un bar y vivir de los turistas y del amor. ¿Casualidad? ¿Otra más? Era tan similar nuestro sueño que en nuestras conversaciones siempre surgía, “¿cuándo nos vamos a ir amor?”, “arranquémonos donde nadie nos encuentre”. Pero ahora que tengo la certeza de que ya no tengo el amor de Conejo (ni él el mío), ¿con quién construyo ese sueño?

Quienes conocen íntimamente esta quimera que albergo en mi corazón me dicen que no me rinda, que siga creyendo en ese viaje, que no necesito ni a Conejo ni a nadie para cumplirlo… pero no es así, mi sueño es compartido. Mi sueño no es la pizzería, no es la playa, sino tener a quien darle la mano cuando esté allí y todo falle, mi sueño es tener en quién apoyarme y a quién apoyar. Y quizás la vida me traiga a ese “alguien” con quién compartir mis días y tomarle la mano, pero, ¿compartirá mi sueño como lo hacía Conejo?, ¿tendremos ese “imperio” del que habla MilanKundera?

 Las canciones están para interpretar lo que no sabemos decir en palabras. Así sentí nuestro amor, nuestro reencuentro y nuestro fin… nuestro torcido destino.
Y hoy, tras quedar desconejada se hacen más reales mis miedos. Mi mayor pena es tener un corazón vacío que no sabe qué nombre suspirar ates de dormir, con un mañana que no proyecto más allá de mañana. Mi miedo es ver pasar los días iguales sin una pasión, sin un corazón que duela de tanto amor, sin llantos de pena ni fogosas reconciliaciones. Mi miedo es seguir trabajando día tras día, casarme, y esperar a mi marido horneando un kuchen en nuestra casa de dos pisos y cerca blanca mientras nuestras dos niñitas, vestidas de rosa y con calcetines con blonda, juegan con el perro llamado Boby en el verde pasto del patio. Mi mayor miedo en la vida es el que para muchos es su mayor sueño: Tener una vida “normal y tranquila”… Y lloro por las noches pensando en que quizás nunca más alguien vuelva va a soñar un inestable Ecuador de mi mano como lo hicimos con Conejo.
Lo que se lleva el amor
PS:Te quiero. Te quiero Toneco, fuiste muy especial, un amor intenso y dulce en su proporción justa, el más apasionado,absolutamente inexplicable pero muy real. Por eso no te guardo rencores… ni te olvido. Quiero que seas feliz, muy feliz aunque no estés a mi lado, porque como te dije una vez, sé que eres un conejo silvestre y por eso no te puedo retener ni intentar domesticar. Corre libre conejito, corre! Y cuídate, por favor cuídate. Un parte de mí siempre seguirá siendo tu Coneja.
Volvió a acordarse del conejito al que apretaba contra su cara en la habitación infantil. ¿Qué significa convertirse en conejito? Significa perder toda fuerza. Significa que uno ya no es más fuerte que el otro.”(*)
(*)Citas de mi libro favorito, La Insoportable Levedad del Ser de Milan Kundera, que casualmente se mezclaron en esta historia.

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