Revista Libros
Con Matías, los dos, queremos garcharnos a Vanina Lipnik. Tiene unas tetas grandes como Pamela Anderson, también tiene nariz ganchito y estrella de David pero todo eso no importa, del cuello para arriba no importa nada. Vanina es la del vestido verde transparente, seguro que todavía no se la movieron. Yo lo hice con Marcela, la mucama, la seguía por la casa y la ayudaba a correr los muebles pesados para que pasara la aspiradora. Una noche me invitó a su cuarto y lo hicimos. “Dale, vení encima mío” y yo todo mojado de calor me subí haciendo la plancha en el mar. Apurada me la agarró con fuerza y se la puso dentro, eso sí dolió. “Movéte en redondo, chuchi” ¿Cómo en redondo? Después empezó a empujarme hacia abajo desde la cabeza, me sentía un corcho haciendo presión para entrar en una botella, me empujó, me empujó hasta que mi cara quedó sobre la mitad de su cuerpo, los pelitos me hacían llorar los ojos pero no podía salir porque Marcela seguía presionando, me pedía que sacara la lengua y le chupara ahí mismo pero a mí me daba no sé qué. Al final, terminé frotando los labios y largando un poco de saliva. Creo que ella esperaba otra cosa.