Revista América Latina

Lo que Sonny Liston le dijo a Cassius Clay

Publicado el 05 junio 2016 por Apgrafic
Lo que Sonny Liston le dijo a Cassius ClayAli le grita a Liston que se levante / Foto: Neil Liefer

La noche del 25 de febrero de 1964, el “Bocón de Louisville” subía al cuadrilátero precedido de una corta pero exitosa carrera que incluía una medalla de oro de los juegos olímpicos de Roma 60, un récord invicto en 7 peleas profesionales y, quizá lo más conocido de Clay, su absoluta incapacidad para permanecer callado. En sus tres peleas previas no sólo había amenazado e insultado a sus oponentes en las declaraciones previas a los combates, en el pesaje e incluso al subir al ring, sino que hablaba compulsivamente sobre su superioridad en todo sentido. Para colmo, había predicho en que round caería su oponente, y en cada ocasión acertó su predicción, lo que con 20 años y su marcada personalidad, lo hacían estar cada vez más lejos de la humildad.

Antes de esa noche del 25 de febrero, había llamado al Campeón Mundial de Boxeo, Sonny Liston, un gran oso feo, había puesto incluso una trampa para oso en la entrada de su casa, lo había insultado y, como ya iba siendo costumbre, había predicho el round en el que caería, el octavo. Esta vez incluso fue más allá y le escribió un poema en el que acuñaría su célebre frase “vuela como mariposa, pica como abeja”. Éstas y otras cientos de palabras del campeón de boxeo más grande de la historia han sido recogidas en incontables publicaciones. Todos las conocen, como todos conocen la historia del combate y de la revancha que ocurriría poco más de un año después con un “golpe fantasma” de Ali (Pues ya había cambiado su nombre) y la caída de Liston, ante el insatisfecho campeón que quiere seguir la pelea, tal vez para obtener una victoria real, un instante emblemático que fue capturado en la foto que acompaña este texto.

Es cierto, todos conocen la historia, todos han visto la foto y, especialmente, todos recuerdan lo que Cassius Clay le dijo a Sonny Liston, pero pocas veces nos hemos detenido a pensar qué le dijo Liston, el campeón mundial protegido por la mafia que no podía ser vencido, al bocón de 22 años que boxeaba “extraño” y cuya arrogancia era más un signo de miedo y debilidad que un valor.

La noche del 25 de febrero de 1964, el campeón mundial de los pesos pesados, Charles “Sonny” Liston, subía al cuadrilátero en el mejor momento de su carrera. Su pegada brutal había dejado inconscientes a sus contrincantes antes de la mitad de la pelea en todos los casos. Por intermedio del presidente Kennedy, un par de años antes, Floyd Patterson, campeón de la categoría, había aceptado por fin enfrentarlo y había durado apenas 30 segundos luego del campanazo del primer asalto para derrumbarse y convertir a “Sonny” en campeón. Su reválida del título contra el mismo Patterson fue aún más contundente y desde ese momento, todo aquel que osaba enfrentársele terminaba invariablemente besando la lona. Contra el “Bocón” Clay iba ganando las apuestas 7 a 1, y quizá la única pregunta que flotaba en el aire esa noche era en qué round callaría el campeón al retador.

Pero quien subía al ring esa noche también era un hombre viejo, a pesar de su edad, y especialmente cansado. Luego de presentar a los jueces y al comentarista (los mejores boxeadores de toda la historia junto con los dos que estaban en el ring y tal vez con el aún no nacido Mike Tyson) y mientras les explicaban las reglas, frente a frente con el retador, la cara de Liston no expresaba arrogancia, triunfalismo, tampoco rencor y menos aún miedo. Es el rostro de quien debe cumplir con su trabajo para poder echarse en un rincón a lamer las heridas hasta el próximo turno.

Charles “Sonny” Liston es también conocido como “el campeón que nadie quería”. Sus orígenes de trabajador infantil explotado en un algodonar en el sur, con más tintes de esclavo que otra cosa, su ingreso precoz a la delincuencia y su vida miserable de hogar disfuncional sean tal vez los elementos de la historia repetida mil veces sobre muchos deportistas. Pero con el campeón no quedaba ahí, iba aún más lejos. Sonny no solo se dedicó muy joven a la delincuencia, sino que también muy joven entró a la cárcel por primera vez, donde comenzó a practicar el boxeo y su camino a la redención de película de domingo en prime time.

Pero apenas salir es reclutado por la mafia, que lo mantiene como apaciguador de trabajadores negros rebeldes (negrero) y promesa del boxeo. A medida que ganaba combates y se acercaba cada vez más al título mundial, una parte aún mayor de su alma pertencía a la mafia. Por eso es dramático contrastar la euforia de Clay, el idealismo en torno al triunfo y la gloria, con el estoicismo de Liston, que nunca pudo pecar con semejante ingenuidad a sabiendas de que cada victoria lo convertía más en una propiedad. Por eso también le fueron puestas innumerables trabas para pelear con Floyd Patterson por el título mundial. Primero por parte del entrenador de Patterson, quien alegaba su pasado criminal (Ya había estado preso por segunda vez) para rechazar la pelea, luego por parte de las autoridades de la ciudad de Boston y de la misma Organización Mundial de Boxeo, alegando sus abiertos nexos con la mafia (el 75% de su contrato les pertenecía) y, finalmente, cuando lo enfrenta y gana, la imposibilidad de conseguir peleas. Sonny Liston quizá es el campeón de boxeo que menos contendientes ha tenido en la historia, por su fulminante pegada y porque era el paria con el que nadie quería fotografiarse.

El 25 de febrero de 1964, cuando Sonny el campeón sube al ring, está despojado de gloria, triunfo o dramatismo, es solo un trabajo más, de los muchos que han quedado atrás y de los que aún están aguardando, gane o pierda. Ensuciarse las manos una vez más para regresar a casa con Geraldine, seguir escapando del fantasma del hambre y la miseria que lo persigue desde niño. Pero, gracias al “Bocón”, tiene esta nueva oportunidad. Gracias al único suficientemente arrogante y estúpido como para parársele al frente está de nuevo en la esquina con la expectativa de que suene la campana. Es por eso que, entre rimas, poemas y circo por parte de Clay, la respuesta de Liston es Cassius, you're my million dollar baby, so please don't let anything happen to you before tomorrow night.

Mucho se ha especulado sobre el abandono esa noche en el séptimo round y el “golpe fantasma” de la revancha. Tal vez es cierto que Liston apostó contra sí mismo, tal vez la mafia le dio esa orden, quizá solo estaba cansado de ser el matón de alguien. Tal vez, abandonar fue su forma de agradacerle a Clay la oportunidad de pelear nuevamente. La historia siguió su camino y Cassius Clay se transformó en Muhhamad Ali, el campeón más grande de todos los tiempos. Liston en cambio, se exilió en Europa para pelear con amateurs y cinco años después de su última pelea con Ali fue encontrado muerto con una sobredosis de heroína que aún a la distancia parece oscura.

Hay dos tipos de campeones, los que alcanzan la gloria y salen en hombros del cuadrilátero, como Lewis, Marciano o Ali, y los que nunca terminan de obtener un puesto en el firmamento y tienen que jugar con la mano de cartas que les ha tocado hasta que no queda nadie en el casino o los sacan a rastras de la mesa. Quizá los segundos tengan cosas más importantes que decir, aunque los primeros hablen más. Viejo, cansado y escéptico, Sonny pudo haberle dicho a Cassius mientras éste gritaba iracundo sobre las cuerdas recuerda que solo eres un hombre, pero nadie, ni el propio “Bocón”, lo escuchó. 


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