Revista Comunicación

Lo que va bien, no se arregla

Publicado el 07 junio 2012 por Tavarez25
Por Leila Mejía
LO QUE VA BIEN, NO SE ARREGLA La Cámara de Diputados de la República Dominicana ha ido indudablemente evolucionando con el paso del tiempo, gracias a haber contado en varios períodos recientes con presidentes con verdadera vocación de servicio y deseo de adecentar las cosas.  LO QUE VA BIEN, NO SE ARREGLA Desde hace poco menos de dos años, la presidencia de la Cámara la ocupa Abel Martínez, un santiaguero joven pero con experiencia, muy preparado y que no sólo ha gozado del respaldo masivo de sus representados en todas las ocasiones en que ha sido elegido como legislador, sino que además ha sido reconocido por su destacada labor en posiciones anteriores, como la Fiscalía de Santiago.  LO QUE VA BIEN, NO SE ARREGLA Abel Martínez ha sido transparente y eficiente en el manejo de las finanzas de la institución, ha abierto la sala de sesiones y su despacho a la sociedad, ha prestado atención a las solicitudes y reclamos de grupos que habían sido muchas veces ignorados y les ha dado sinceras y oportunas respuestas, ha rescatado de los armarios importantes proyectos olvidados y en muchos casos hasta ha logrado con su perseverancia su aprobación, tales como la Ley de Protección Animal, la Ley de Cine, entre otras, y en general ha tenido una presidencia pulcra, decorosa e incluyente.
 Durante esta productiva gestión se han conocido a fondo, discutido y votado cientos de proyectos y convenios del más alto y favorable interés nacional, tales como el Código Civil, el Código Procesal Penal, el Código del Menor, la Ley de Administración Pública, la Ley de Salarios, y muchos más. 
 También, Abel Martínez, durante su diestro ejercicio al frente del hemiciclo, ha impregnado de mayor celeridad los procesos, ha creado un ambiente laboral óptimo y agradable y goza del respaldo mayoritario de la matrícula de la Cámara de Diputados. 
 Lamentablemente y debido a coyunturas políticas que muchas veces olvidan considerar el bien común, han surgido algunas voces pidiendo “negociaciones” en las que se incluya como premio o moneda de cambio la presidencia de la Cámara, en desmedro por supuesto de la continuidad de una gestión limpia, sin escándalos y por ende beneficiosa para el país. 
 Sin embargo, ponerse a inventar con algo nuevo no sólo podría echar por la borda todos los avances logrados, sino que además sería abrir la puerta a la involución y a la posibilidad de regresar al oportunismo aquél en que cualquier proyecto de ley importante costaba dinero. 
 Abel Martínez debe quedarse en la presidencia de la Cámara de Diputados, porque lo que va bien no se arregla.

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