Revista Comunicación

lo retro y el pop

Publicado el 31 mayo 2012 por Libretachatarra
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“Retromanía”, el libro del inglés Simon Reynolds, es un ensayo que analiza el pop de hoy en día y su tendencia autorreferencial. “Ñ” publicó un interesante reportaje del cual extraemos los siguientes párrafos.

(…) …el impulso se hizo más fuerte en la década de 2000, cuando sentí que la música popular había sucumbido a una atracción fatal por su propia historia. Me pregunté si podía resistirse esa tendencia o si nos encaminábamos de forma inevitable a una especie de agujero negro de temporalidad pop.
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Hubo varios otros elementos determinantes específicos en 2006 y 2007. Había tomado conciencia del crecimiento de giras de reencuentro. El rápido desarrollo de YouTube como gigantesco archivo colectivo de video cultural y clips televisivos también me llamó la atención. Pero lo que más me preocupaba era el hecho de que la innovación en música parecía haberse desacelerado y resultaba mucho más difícil detectar cosas nuevas: la mayor parte de la música se concentraba en retrabajar estilos impuestos, en una leve reformulación o recombinación; o se trataba de un pastiche liso y llano, con una referencialidad que no sólo ocupaba el primer plano musical, sino que se convertía en parte del placer que el oyente derivaba de ello.
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…la sensibilidad de la cultura musical en Japón hizo de ese país un pionero de la conciencia retro. Sin dudas, existen movimientos retro y de revival en muchos otros países –hay una cultura rockabilly/psychobilly en Brasil, y en Ucrania la llaman ukrabilly –, y sospecho que se trata de una situación generalizada en el mundo desarrollado. En Europa oriental existe el curioso fenómeno de la Ostalgie, una nostalgia de la era comunista, de la horrible pastelería, los comerciales televisivos ridículos y los productos malos que tenían antes de la desintegración del imperio soviético.
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En los años 60, por supuesto. Se tenía un nuevo sentido del rock como arte a través de los Beatles, Dylan, los Stones, de una forma que evolucionaba e innovaba con plena conciencia de sí. Surgió la nueva idea de que los artistas tenían que desarrollarse, cambiar y seguir avanzando, algo que impusieron los Beatles. El rock también absorbía influencias de todas partes: desde la música concreta y la composición electrónica –de gente como Stockhausen–, hasta las nuevas direcciones del jazz, o cosas como el raga indio, la música africana. Algunas de las ideas incorporadas pertenecían al pasado, a la música clásica o la instrumentación medieval, como el clavicordio, al folk y al country , o al music hall inglés, pero no había nostalgia. Todo pasaba por hacer la música popular actual lo más exótica y lejana posible. Por otra parte, el rock estaba relacionado con todas las corrientes sociales, políticas y culturales contemporáneas que eran progresistas y radicales.
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El punk había dado a los músicos la convicción de que la música tenía un nuevo poder de cambiar el mundo, de elevar el nivel de conciencia o de desafiar la autoridad, por lo que se sentía la responsabilidad de avanzar sobre eso que había iniciado el punk y de seguir radicalizando la música. La innovación y el constante cambio eran las palabras clave de esa época. Era un período más negro, más nervioso y menos seguro que los años 60, pero eso no llevó a la gente a caer en la nostalgia ni a rehuir los desafíos. Por último, pienso que los 90 fueron un gran período en el que no se miró hacia atrás, con una cultura rave y diversas formas de música electrónica bailable (y no bailable), tecno y house.
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El mp3 ha hecho de la comodidad, el carácter portátil y la capacidad de compartir el valor supremo de nuestra era pop. El resultado es que la idea de que la música es algo a lo que nos rendimos, y no algo que usamos, se ha debilitado mucho. El mp3 ha alentado una mayor descomposición de unidades musicales más grandes (como el álbum) en fragmentos que luego incorporamos a playlists . Es uno de los ejemplos de que ya no nos sometemos a la visión del artista, de que no nos permitimos un período de inmersión en la música. La música es algo que controlamos y adaptamos a nuestra vida. Por eso me parece malo.
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YouTube es un gigantesco archivo de cultura popular en constante crecimiento y ha contribuido de forma notable a algo que la gente llama “atemporalidad”, la sensación de que pasado, presente y futuro están entremezclados y ya no es posible diferenciarlos. El pasado nos resulta tan accesible como cualquier cosa del presente, por lo que nuestro sentido de “tiempo cultural” se vuelve una masa indiferenciada. Por eso los archivos compartidos y You Tube significan que estamos cada vez más “en todas partes” en términos de nuestra ubicación en el tiempo cultural.
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En el futuro, cuando retrocedamos y escuchemos la música de Jack White en cualquiera de sus bandas de la última década, no escucharemos nada que diga “principios del siglo XXI”. Se oirá algo que resultará vagamente evocador de una era pasada (blues rock de los años 60 y 70) pero que tampoco es de ese tiempo. Existe, por lo tanto, en un limbo anacrónico.
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(Mi hijo) Kieran aún no tiene mucho interés por la música. Le interesan las computadoras, las redes sociales y los juegos. Si le gusta un tema, suele ser porque lo escuchó en un juego o en YouTube. Pero tiene doce años, de modo que tal vez sea muy temprano para que la música forme parte de su socialización en la escuela. Cuando empiece a sentir emociones más adultas, como el amor y esas cosas, supongo que la música pasará a ser importante. De todos modos, no creo que para su generación la música tenga alguna vez el papel central en términos de formación de la identidad que tuvo en mi generación o en quienes crecieron en los 80 y en los 90. Además, en términos de economía de la atención, la música tiene que competir con todas esas otras formas de entretenimiento. Para mi generación, la música era una forma de autodefinirse, pero también una manera de llevar el vacío, el tremendo aburrimiento de crecer en los años 70 sin demasiado que hacer.
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La tradición pop británica pasa mucho más por la melodía que por el ritmo, por lo que pudimos combinar esas virtudes de sofisticación melódica con la fuerza del ritmo del rock estadounidense y crear todo tipo de grandes avances, desde los Beatles hasta Bowie, del glam a los Smiths. El lado negativo es que con el tiempo perdimos contacto con el aspecto rítmico de la música. A partir de principios de los años 80, el rock británico se hace cada vez menos rítmico, hasta que llegamos a Oasis, donde no existe el ritmo y todo pasa por la melodía. Hay otra cosa muy importante que los británicos aportaron a la música; se trata de un sentido del arte conceptual y de la atención a la imagen, la presentación, el diseño. Inventamos el glam rock, por supuesto. Pero se observa una atención similar a los aspectos visuales y de estilo del rock en la psicodelia, en el rock progresivo, el punk y el postpunk. En Gran Bretaña las cosas nunca pasaron sólo por la música. En los Estados Unidos, en cambio, la música lo fue todo mucho más a menudo. El rock estadounidense es más orgánico, se relaciona mucho más con la interpretación en vivo y mucho menos con la imagen y la presentación.
“Simon Reynolds: ‘El pop cayó en un agujero negro’”
Reportaje de Mauro Libertella a SIMON REYNOLDS
Traduccion de Joaquin Ibarburu
(ñ, 25.05.12)

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