Faltaban dos minutos para la hora de quedada y ella ya se había hecho fuerte en uno de los barriles que franquean la entrada de La Puntual. Esta bodega del Born lleva un año escaso abierta y había decidido conocerla. Ella y su grupo de salsa, con el que han glorificado al lunes como día de asueto. Allí estaba, a las 19.58h, admirando el aspecto de bodega antigua que luce este bar de amor propio rodeado de externos, este hermano por parte de padre del mítico Xampanyet, este canto al buen producto que llevaba tiempo queriendo conocer.
Web: Dirección: Montcada, 22
Precio medio: 25€. Bravas, 4,50€; Mortadela trufada, 7,90€; Solomillo fileteado con padrones y patatas panadera, 16,50€; Arroces: 16€. Vinos a copa desde 2,80. Menú mediodía, 16,50€.
Imprescindible: Bidón y porrón. Mortadela y arroz. Cena y picoteo. Sentirte orgulloso de los bares de Barcelona.
Horario: De 12.00 a 24.00h todos los días del año.
Teléfono: 933 10 35 45
Bodega La Puntual
Amigos para siempre
Un vasito de vermut -tradicional es ella- y una ración de queso Payoyo sugerido por un camarero de blanco impecable ya poblaban su espacio. Pasaban cinco minutos de la hora estipulada y no llegaba nadie. Estaba cansada de ser la primera. Lo que pidiese ahora se dividiría entre todos. Obnubilada en reniegos, el ánimo se le cambió tras el primer mordisco.
" Es muy bueno, la verdad ", oyó a su lado.
¿Lo había dicho en voz alta? Vaya. Se giró aún con la boca llena y descubrió una mano señalando otro plato. También era queso.
" También es curado, pero de Zamora ", escuchó. Un joven alegre la miraba divertido. "Prueba", añadió.
Ella se sonrojó. No se había dado cuenta de que otra persona había tomado uno de los taburetes de su barril. El local se había llenado en minutos. El vermut y el queso le habían distraído. "No, gracias". No tuvo tiempo de darle más explicaciones. Sus salseros habían llegado. Pasaban trece minutos de la hora y ni una disculpa. Les saludó rápido y se volvió sólo a tiempo de despedirse con la mano del gentil amante de quesos. "Pues era guapo...".
Tras el rubor necesario, la protagonista retornó al grupo y les invitó a taburete. Bombas, croquetas, buñuelos, ensaladilla, calamares, bravas y todo lo selecto de esa charcutería en la que se ha convertido la barra de la entrada. Festín de lunes sobre barril de bodega.
La familia es lo primero
El buen sabor de boca dejado por esa primera visita, le empujó a escoger La Puntual como restaurante para celebrar el aniversario de su padre. Había visto que más allá del pasillo una gran sala de voltas catalanas y altura daba la bienvenida a cenas. Volvía a ser lunes, casualmente, y ella -y su reloj perennemente adelantado- llegaba antes. No había reservado pero el mismo camarero de blanco solícito comentó que en la mesa grande tendrían sitio. Aceptó. Amalgama de aposentos y tamaños. Variedad de cliente y perfil. Comodidad...
" Lo pensé pero no creí que fuera posible. Hola, por cierto ", se escuchó a sus espaldas.
Era el del otro día. "Guau". Se saludaron y comentaron. Él también venía con su familia, y también llegaba tarde. Se ofreció a cederles la mesa. Eran tres y podían buscar acomodo en una más pequeña. Ganando puntos en un juego que ni ellos conocían. Podían compartir. Había espacio.
Arroz de pluma Ibérica y de butifarra y trompetas de la mort, bonito en escabeche, bacalao a la Barcelonesa (con espinacas, pasas y miel), huevos rotos con jamón ibérico, pluma ibérica plancha con patatas. Platos que salen de cocina vista y que gustaron entre generaciones. La altura del techo ayuda a la sonoridad, y las conversaciones fluían. Las miradas también. Coincidentes en timing, también comiendo, tras las piña con miel y ralladura de lima y las bolas de helado que formaron el postre él se levantó tabaco en mano. Ella esperó un par de minutos de cortesía para evitar lo evidente.
Coincidieron. Hablaron de la casualidad del primer encuentro, de la puntualidad y del secreto culinario de La Puntual. Temas perfectos para romper el hielo. El cigarro se les hizo corto, debían volver con sus respectivas familias. No hubo intercambio de teléfonos. El café y chupito fueron unifamiliares.
A la tercera va la vencida
Otro lunes. Ventajas de local sin descanso. Ya era a propósito. Había querido quedar con una amiga para hablar de su nuevo trabajo y de su difícil aclimitación, y sí, la había citado allí. Durante la cena familiar ya había reparado en las mesas para dos que pueblan el pasillo. Acogedoras y discretas, pero no apartadas, perfectas. Necesitarían el calor de la voz humana. Entró y se sentó cinco minutos antes, esta vez buscados.
" No puedes dejar de probar la mortadela. Lo mejor para la espera ".
Una voz llegó de la pequeña terraza que ha ganado La Puntual en el patio del palacio que la acoge, con cuatro mesas para soñar donde siempre es Navidad. Era él y estaba con un amigo. La fuerza del destino buscado. No había excusa. Llegó la amiga y los cuatro rieron sobre vaso y cubierto, sobre raciones y tapas que pueden demandarse a cualquier hora y en cualquiera de los espacios de este bar de matices. Jamón Maldonado cortado a mano, atún en tataki con apionabo y 1/2 l. de Montsant en porrón, sello de la casa. Su uso dejó momentos, caricias y pañuelos. No se arregló el mundo esa noche pero otra historia de bar tomó cuerpo.
Ahora La Puntual camina contenta, bebe feliz y emana calor para compartir. Estamos hablando del bar. Visitadlo, y llegad pronto. El barril espera. La historia es tuya.