Revista Insólito
Jeti, escriba egipcio de la XII dinastía (1991-1786 a de C), se refiere a las diferentes profesiones del Imperio asentado a orillas del Nilo:
«Contemplé a un herrero mientras trabajaba. Sus dedos estaban resecos y arrugados como la piel de un cocodrilo... El cantero intentaba trabajar en toda clase de duras piedras... El barbero afeitaba hasta la noche; sólo cuando se sentaba para comer podía apoyar los codos y descansar ... El marinero navegaba incesantemente hasta Hatho (población en el delta del Nilo), para ganarse la vida ... En el interior de su casa, el tejedor pasaba más penurias que su esposa; sus rodillas le golpeaban constantemente el estómago y no sabía lo que era el aire fresco... Siempre que tenía que viajar a países remotos, el mensajero legaba sus bienes a sus hijos, tal era el temor a las fieras salvajes y a los bandidos ... También el zapatero era infeliz; se lamentaba sin parar, royendo el cuero para satisfacer su hambre...
Por el contrario, la profesión de escriba es más importante que cualquiera de las restantes profesiones; no hay palabras vanas sobre la tierra. Quien sabe aprovecharse de ellas desde la niñez, es un hombre admirado.
Crónica de la Humanidad, 1987Imagen vista en "No lo sé, ¿o sí?"