Miguel Celdrán junto a su sucesor Francisco Javier Fragoso
Conste en acta que Miguel Celdrán me cae tan bien como a cualquiera de mis conciudadanos. Es amigo de mi familia, y siempre me ha transmitido la sensación de ser una persona que trata de ser agradable con todo el mundo. Aprecio en él su sentido del humor, y la capacidad para encajar críticas o incluso insultos, que rayan en muchas ocasiones la barrera del mal gusto en épocas como pueden ser los carnavales.
Celdrán en los Carnavales de 2011 junto a Soraya y Rodríguez de la Calle
El hecho de que lo vote o no, que tengamos ideales políticos en común o no, es irrelevante. Creo que es buena persona y punto, campechana y con sus cosas como todo hijo de vecino.A raíz del anuncio de la marcha del alcalde pacense, se leen últimamente artículos en la prensa regional que más que columnas de opinión se asemejan a loas, y el menda las considera excesivas. Lo siento pero yo sólo le escribo loas a Tintín, y si acaso a mi amigo "El poeta" Ángel Manuel Gómez Espada, y eso cuando estamos de cachondeo vaciando parte de su magnánima bodega.
No puedo dejar de pensar, que ocurra lo que ocurra a partir de ahora, y sean cuales sean sus razones para abandonar el cargo, su marcha es positiva para Badajoz. Yo aún diría más mi querido Hernández, incluso me atrevería a decir que su marcha se me antoja tardía. No es bueno para ninguna ciudad que el mismo político ostente la alcaldía durante tantos años.
No sé si el alcalde Quimby llevará los mismos años que Celdrán
A pesar de ser considerado un hombre de mentalidad abierta y mucho más progresista que políticos de izquierda, el hecho de pertenecer a una generación tan alejada en el tiempo le ha propiciado no poca antipatía de un gran número de jóvenes de nuestra urbe, que seguramente por esa barrera generacional no se sienten representados por su alcalde.
Espero que desde ahora, tras el relevo generacional, se produzca una especie de borrón y cuenta nueva, y no se permita a nadie acaparar más de lo necesario (que suelen ser un par de legislaturas) el bastón de mando. No es positivo para nadie, cuanto menos para una ciudad cuyos jóvenes suspiramos por una figura política capaz de representarnos de una manera más libre y moderna, más acorde con los tiempos que corren.
Esta es mi opinión, y yo la comparto.