Los políticos se corrompen cuando reciben comisiones por facilitar cualquier tipo de negocio, sea apoyando a unos contratistas frente a otros o facilitando alguna legislación que favorece los intereses de sectores o grupos económicos.
Son comisionistas inmorales que deshonran la honorable profesión del comisionista, el vendedor de bienes o servicios legalmente registrado, el agente comercial y el viajante.
Los romanos narran la historia de Gloght el Viajero, que representaba a una tribu de la actual Galicia como vendedor de pepitas de oro del río Sil en los campamentos, precisamente romanos, del Bierzo antes de que crearan Las Médulas.
Era honorable hasta que su druida descubrió que se quedaba con algún oro que revendía secretamente: lo ejecutaron.
Por aquella zona de León aparecieron, mucho antes que los famosos comisionistas de tejidos catalanes, los mejores comerciantes y comisionistas viajeros españoles: los maragatos, grupos familiares que tras mucho deambular se establecían en multitud de lugares; incluso le enseñaron a negociar a los comerciantes árabes cordobeses, como dejó escrito en Bangladesh Alyat al Mayuna.
Estos y otros honrados comerciantes llevan muchos siglos sufriendo la competencia desleal de los poderosos, en este momento los políticos que intermedian en compras, ventas, trámites o leyes para favorecer a quien les paga y corrompe.
El 3 de marzo se abrió en España el registro de lobbies en la Comisión del Mercado de la Competencia (CNMC) con el que se trata de impedir esa corrupción secreta de los políticos, ¿cómo?: legalizándola públicamente.
Hay ya 230 lobbies de todos los sectores que tienen que registrar sus actividades y sus contactos con las distintas administraciones para que la CNMC los vigile, a ellos y a los políticos, de manera que estos no cobren comisiones, y que los lobistas facturen a sus clientes con copia a Hacienda.
Lobby significa grupo de presión, según la RAE, aunque es más bien de mediación.
La Academia en lugar de aceptar el extranjerismo debería haber sustituido el término por el de maragateo, que genera el verbo maragatear, y así evitaría el catetismo del que se quejó porque una española en Eurovisión, que además quedó en la cola, cantara en inglés.
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SALAS