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Cerrada la exitosa trilogía cinematográfica original de X-Men, los responsables no estaban dispuestos a acabar con su particular gallina de los huevos de oro, así que decidieron seguir hurgando en el universo mutante de Stan Lee. La estrategia más lógica era profundizar en uno de los personajes más carismáticos y con más tirón entre el público. De esta forma, surge X-Men Orígenes: Lobezno, en la que el mutante al que da vida Hugh Jackman se convierte por fin en el protagonista indiscutible de la función después de tres entregas dedicándose a robar escenas a sus compañeros.
La película dirigida por Gavin Hood se postulaba como una suerte de precuela a la saga principal (X-Men, X-Men 2 y X-Men: La decisión final) que funcionaba a modo de mito fundacional desgranando los origines de su felino protagonista. Precisamente, era este punto de partida su principal escollo: desde las primeras aventuras de los aventajados alumnos del Profesor Xavier, el magnetismo de Lobezno residía en su oscuro pasado. El desconocimiento de sus años previos al ingreso en la Patrulla X era lo que dotaba al personaje de un halo misterioso a partir del cual se desarrollaba su fascinante personalidad. X-Men Orígenes: Lobezno se encargaba de borrar de un plumazo este fascinante territorio inexplorado.
Por suerte, la película que ahora nos ocupa, Lobezno inmortal, abandona los derroteros de su antecesora y pasa a ubicarse después de los acontecimientos sucedidos en X-Men: La decisión final, la tercera parte del conjunto original.
Sin ningún problema puede verse con absoluto desconocimiento de la anterior y primera aventura de Lobezno en solitario. Me arriesgaría a decir que puede verse también sin necesidad de conocer las tres películas originales, aunque es cierto que puede arrojar más de un spoiler no deseado al espectador ignorante de dicha trilogía. En cualquier caso, aquellos que no hayan visto ni tengan interés en las anteriores películas pueden arrojarse de cabeza a los cines a ver Lobezno inmortal sin ninguna información previa.
Estamos ante una gran noticia: la película funciona a la perfección como un episodio independiente. Tras varias sagas profundamente interconectadas en las que es necesario seguir el orden marcado (el "Batman" de Nolan, el "Spiderman" de Raimi, Iron man…), tramas sobre los orígenes y el nacimiento del héroe (Capitán América: El primer vengador, Batman Begins, la ya comentada X-Men Orígenes: Lobezno…) e innecesarios reboots (The Amazing Spider-Man, la reciente El hombre de acero…), una película de superhéroes que se erige y sostiene por sí misma y cuenta algo nuevo es un soplo de aire fresco en el género y un motivo de alegría.
Como uno de esos tebeos que narran una aventura alejada del arco principal, Lobezno inmortal cuenta el corto pero intenso viaje del protagonista a Japón motivado por la llamada de un viejo amigo. Ahí, cómo no, lo que parecía una breve y amigable visita se verá perturbada por un complejo complot que pondrá a Lobezno contra las cuerdas y le planteará más de un desafío.
La ambientación en el país del Sol Naciente se desmarca como uno de los principales platos fuertes de la película permitiendo crear espectaculares escenas de acción como una memorable pelea de Lobezno contra un ejército de ninjas en un templo japonés y unos muy acertados momentos cómicos en los que el humor surge del choque entre el carácter del protagonista con la cultura nipona (el hospedaje en un “hotel del amor” japonés para ocultarse de los perseguidores es una muestra de ello).
James Mangold, director de la película, combina con pulso las dosis adecuadas de acción, intriga, humor y romanticismo e incorpora suficientes alicientes para hacer de Lobezno inmortal un divertimiento más que válido en el que el ritmo no decae hasta los créditos finales (créditos a los que, por cierto, merece la pena quedarse, ya que traen un avance de la esperada X-Men: Days of the Future Past, la secuela de la loable X-Men: Primera generación).
Lobezno inmortal queda lejos de las espléndidas películas de superhéroes que estamos teniendo la suerte de ver pasar por nuestras salas estos últimos años: Dredd, Iron Man 3, Los vengadores y la ya mencionada X-Men: Primera generación, no obstante constituye un entretenimiento saludable trufado de aciertos como la aparición de robots, la persecución en el tren y el combate contra los ninjas. Pero si hay algo que eleva el conjunto es la interpretación de Hugh Jackman, un hombre que parece nacido para interpretar a éste personaje y que cada vez se lo pasa mejor (y nos lo hace pasar mejor) al hacerlo. Su look macarra, su particular humor y sus brillantes frases son lo mejor de la película. Nunca antes habías visto a Lobezno así.
Un artículo de Alfredo Martínez