Hay gestores (pocos) que más bien son un lastre... Y además su actitud y su estilo se acaba contagiando. Una buena definición aparece en el artículo que se publicó en 2011 en la revista RISAI bajo el llamativo título "Delirio de control", firmado por Roberto Nuño y Naiara Artaza.Como dicen los autores, el delirio de control "se manifiesta en cuadros de hiperactividad que se transmiten de forma descendente a lo largo de la línea jerárquica, y en la que los afectados confunden: actividad con resultados, liderazgo con mando-obediencia, reuniones con participación, grupos con equipos de trabajo y otra sintomatología menor".Lógicamente, si a esto le añadimos una gestión sanitaria con poca base científica (por ejemplo, la GSC o gestión sanitaria basada en el cuñadismo), el caos puede ser muy grande. Y es que, en el mundo directivo aún quedan dogmas de fe (y ojo no te salgas de ese camino) y todavía pululan algunos listos, usando la terminología de Marcial Ruiz Escribano.