"Lo hacía porque esos son los únicos rastros que con el paso de los años dejan el amor o el cariño: inercia, respeto, un puñado de recuerdos idealizados que nos hacen y hacen a los que quisimos mejores de lo que somos o fueron"
El viaje a Roros. Debería tener una o cruzada por un guión. Un viaje en Noruega. Las fotografías de Agurtxane Concellón, el texto de Juan Carlos Márquez. Ella aragonesa y él bilbaíno. Una propuesta de viaje a un pueblo noruego, avanzando entre nieve, cubiertos de pieles, con trineos tirados por perros o caballos.Una historia que mezcla una pareja, un abuelo con su nieto y un hombre en busca de un perro. Historias universales rodeadas de hielo y nieve salpicadas de las maravillosas fotografías de Concellón. Palabras que se hacen imágenes. Es maravilloso ver como ambas disciplinas se entrelazan, se coordinan y hacen que disfrutemos mucho más al leer o simplemente mirar. Recomendar a Márquez es fácil. Es un tipo que pese a su gusto por el puzzle es capaz de trasladarte a miles de kilómetros sin ninguna dificultad, un escritor. Éste es uno de esos libros que has de leer atento, has de montar al acabar en tu cabeza. Es un libro tangram, es un libro hembra...es uno de esos que me gustan tanto que guardaré en la biblioteca y en la memoria. Cada uno tiene sus propios gustos, sus propios dioses y demonios. En lobos que reclaman la noche nos encontramos sobre todo con los demonios, alguien dispuesto a morir por recuperar a un perro, alguien que se sabe muerto pero que sigue en el camino, hasta que el cuerpo aguante. Las metáforas de la vida que se transmutan en camino o en animal. La vida compuesta de inercia y sentimientos encontrados. Nunca sabemos que encontraremos en nuestro camino, nuestros pies se arrastran y recogen polvo o nieve. Todo eso podemos encontrar en el texto de Márquez, esa es la historia que transmiten las fotografías. Imágenes que nos llevan al inverno ahora que comienza la primavera. Imágenes que ustedes pueden encontrar, que creo quedarán impresas en su mente como han quedado en la mía. Igual que el texto. Uno de los placeres que experimenta un lector es encontrar un buen libro al que hincarle el diente. Mi fortuna es que el editor me conozca. Un magnífico regalo. Lo he disfrutado. Al final cuando leo –cuando uno lee- no busca otra cosa que disfrutar. Yo al menos. No entiendo la lectura como tortura y cuando ante ustedes se presenta “Lobos que reclaman la noche” ¿van dejar que escape sin sentir la nieve en su cara? http://feedburner.google.com/fb/a/livefeed?id=ri6e1gq8734efuk7f5arnr56ic