Lobos Sueltos: Agua de Wall Street
Publicado el 24 junio 2021 por Moebius
Lobos Sueltos: Agua de Wall Street
El agua entró en Wall Street y con ese pase mágico los especuladores se permiten cosas: como pedir glaciares para vender vacunas, o negociar el precio que debería tener para no perderla a pocos minutos de barrios que no accedieron nunca al agua potable. ¿Quién se esconde detrás de la más reciente embestida bursátil? ¿Qué implica la privatización de ese derecho básico? ¿Por qué las empresas que venden agua se presentan como la vanguardia sensible que la dona?
En su mansión al norte de Nueva York, Laurence Fink, uno de los treinta hombres más poderosos del planeta se despertó con sed. Era 2 de noviembre y cumplía 66 años. Todavía no había pandemia. Se levantó de la cama a las cinco de la mañana y no tomó nada. Con la garganta reseca apretó la nariz contra la ventana de la sala de estar, mirando al parque de cuatro hectáreas. Después de veinte segundos inmóvil, tragó saliva. Las mejores ideas de su vida las había tenido siguiendo intuiciones. Nadie sabría cómo se gestó la más reciente ofensiva sobre el agua, pero Larry recordaría siempre esa sedienta mañana.
¿Corderos atados?
La Veredita es un largo pasillo de casas bajas en el que se estima que viven unas ciento cuarenta familias. Está ubicado en el sudoeste de la ciudad de Buenos Aires, a dos cuadras del estadio de San Lorenzo, el club del que es hincha el Papa Francisco. Algunas de esas casas no tienen las cuatro paredes de material, se arreglan con nylon y frazadas. Durante catorce años, el barrio no tuvo agua. Ni siquiera es uno de los 57 barrios de emergencia relevados en la Ciudad de Buenos Aires (que habitan unas 73.600 familias): el Gobierno de la Ciudad no lo reconoce, alejando a sus habitantes de sus derechos básicos como el acceso al agua. Desde la primera toma tuvieron varios conflictos entre vecinos por intentar acceder al recurso que ya tenía el barrio lindante, Los Pinos, y la Federación de Asociaciones Bolivianas que queda cruzando la calle.
Mauro Fernandez