Retrato de San Martín, obra del pintor y masón Mario Argerich. Está basado en testimonios dejados por los contemporáneos del General y pesquisas históricas. Fuente de la fotografía: Revista Masónica. Símbolo, Año XII, Nº 48, Buenos Aires, junio-septiembre de 1957, página 276.
1Soy de la opinión del historiador, abogado y periodista Emilio Corbière, el cual sostiene que las Lautarinas eran logias operativas, o sea, nacidas para cumplir con un objetivo determinado, y luego disueltas. En este caso, lograr la emancipación del poder colonial español. Por otro lado, no hay que confundir la masonería operativa de la Edad Media con las logias operativas modernas, ya que estas últimas trabajan puntualmente sobre aspectos de la realidad social para transformarla.
Dice Corbière:
“¿Quién fue Lautaro? Fue un taller operativo masón. El error de muchos historiadores masónicos y antimasónicos es que no hablan de las logias operativas. Son eminentemente políticas. No son las logias de formación espiritual y cultural (...) A veces aparecen, en momentos excepcionales, logias operativas que se caracterizan por tener un solo objetivo político”.
“La logia Lautaro tuvo un fin exclusivo: el cruce de los Andes. Había muchos planes para enfrentar al imperio español y derrotarlo. Uno de ellos era cruzar los Andes, tomar por la espalda, liberar la capitanía de Chile y seguir al Perú. El objetivo era no ir a la lucha frontal contra el poderoso ejército español que venía desde el norte, ya que no estaba preparada”. (1)
O como establece en su emblemático libro La Masonería:
Pág. 192:
“(...) Mientras las logias simbólicas funcionan como centros iniciáticos (en términos más sencillos de estudio y formación personal), las operativas son creadas con un fin y objeto determinado. (...) Las logias operativas (...) desarrollan su actividad dentro de un período de tiempo determinado, cesando luego en su acción”.
Pág. 207:
“La masonería no es ajena a la realidad de su tiempo. No mira pasar los hechos sino que trata de influenciar en los mismos”. “Pero esa participación masónica desde el siglo XIX se ha realizado a través de logias o talleres operativos cuya característica es la de tener una vigencia determinada en el tiempo, que se mide en relación con el cumplimiento del objetivo”. (2)
El general Tomás de Iriarte, miembro del círculo privilegiado de masones y altos jefes del ejército allegados a las logias o Sociedades Lautarinas y que también integró otra logia operativa creada por Alvear en Montevideo: la llamada Sociedad de los Caballeros Orientales, una sucedánea de las anteriores, disipa en sus Memorias cualquier duda sobre la filiación masónica de estas logias:
Del capítulo II:
“Fue durante la navegación que tuvo lugar mi iniciación (...) esta ceremonia se celebró el veinticuatro de junio, día de San Juan (...) No se me ocurrió que a bordo hubiese una logia. Fui introducido en ella con todas las ceremonias rituales: el local era el camarote del segundo comandante (...), la hora las doce de la noche, todos dormían a no ser los centinelas que corrían la palabra: otro camarote estaba destinado a cuarto de reflexiones: cuando me desvendaron, después de prestar el juramento de orden no fue poca cosa mi sorpresa al verme rodeado de los que eran a bordo mis mejores amigos: todos con sus espadas desenvainadas y asestadas a mi corazón (...) Así éramos nueve los individuos que componíamos la sociedad (...) Esta había salido instalada desde Cádiz como las restantes (...).
Cuando se refiere al segundo comandante, dice que su adquisición fue muy útil “porque como tenía autoridad a bordo le era fácil proporcionarnos los medios de reunión sin que esta se sospechase. Aquella noche se cerraron los trabajos celebrando un día tan clásico como lo es el de San Juan (...) con una cena abundante (...)”.
“No tardé mucho en imponerme de la liturgia, palabras, signos y símbolos: quedé hecho cargo de la secretaría. Todos los miembros entonces existentes teníamos el título de fundadores: la sociedad se denominaba Logia Central de la Paz Americana del Sud. El objeto de esta asociación, como más adelante se verá, era el de dar dirección a todos los asuntos públicos; y al efecto las adquisiciones que se hacían recaían siempre en personas de capacidad e influjo por su posición social, y más particularmente por su rango en el ejército, y que pertenecieran al partido liberal. En Cádiz existía otra compuesta de personas notables que iniciaba a los oficiales de ultramar que más sobresalían por sus principios liberales e ilustración. El partido liberal perseguido a muerte por Fernando pretendía de este modo formarse una nueva patria en América, si se veían obligados a abandonar la península para evitar los furores de aquel déspota sanguinario. Pero la sociedad en la que yo acababa de entrar era independiente de aquella aunque relacionada entre sí y con miras idénticas (...) Más adelante tuve ocasión para conocer todo el partido que el gobierno de Buenos Aires pudo sacar de la sociedad de la que acabo de hablar”.
Del capítulo XLI:
“Nuestra sociedad secreta de Montevideo incrementó de un modo considerable e hizo adquisiciones entre los hijos del país de más nota adictos a la causa de la independencia. Esta reunión tomó una nueva denominación, la de Caballeros Orientales: la mayor parte de los individuos del Cabildo fueron iniciados”.
Existen cartas de Carlos María de Alvear en las cuales expresa:
“Aquí he establecido una logia para servir de comunicación con Cádiz, Filadelfia y esa (se refiere a la de Caracas). Si Ud. no puede desde esa comunicarme lo que ocurra directamente a Buenos Aires, puede hacerlo por la vía de Londres (...)”.
2Recuerdo la publicación del libro La tercera invasión, del abogado Juan Bautista Sejean, un libro polémico en la década de los 90 que sostenía que San Martín era un agente inglés, e indudablemente del volumen Maitland & San Martín de Rodolfo Terragno, también abogado, periodista, historiador, docente y político, donde se demuestra que efectivamente la ruta de liberación seguida por los patriotas ya estaba trazada en un plan diseñado por los británicos a fines del siglo XVIII.
Sostenía Sejean:
“(...) San Martín fue el sucesor de Beresford y de Whitelocke, o, para ser más preciso, el jefe de la tercera invasión inglesa del Río de la Plata”.
La revista Símbolo, órgano oficial de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, lo atacó duramente:
“La tesis central que Sejean expone consiste en afirmar que el largo proceso de emancipación hispanoamericana, y en particular de la Argentina, Chile y Perú, respondía a un elaborado Plan Continental de origen y al servicio inglés, ejecutado por mercenarios a su servicio en tierras americanas”. (3)
También señalaba:
“Sería sensato, sin embargo, reflexionar con seriedad sobre la confluencia estratégica entre el interés expansivo de la potencia inglesa y el afán independentista de los hombres de América y cómo, a partir de este hecho objetivo, fueron posibles algunos circunstanciales y específicos reconocimientos mutuos”.
En 1902, el semanario masónico Luz y Verdad, sostenía:
“Después de la reconquista de Buenos Aires, Beresford, prisionero en los círculos sociales criollos que frecuentaba, habló más de una vez a los nativos de futura independencia”. (4)
En las relaciones y contactos mantenidos con personajes de la Corona Británica, sin duda confluyeron los intereses ideológicamente emancipadores de San Martín y otros patriotas y la más simple y práctica razón de los ingleses de mantener su poderío y superioridad marítima y posicionarse comercialmente en nuevos mercados emergentes donde podían colocar sus manufacturas.
Con respecto al volumen de Terragno (el cual tuvo acceso a los archivos europeos), este avala la teoría de que San Martín ejecutó el plan elaborado hacia 1800 por el General Thomas Maitland con total exactitud, o sea, partiendo de Buenos Aires luego de asegurar su control (sin duda a través de la logia Lautaro, sucedánea de las logias o Sociedades de Los Caballeros Racionales a las cuales también perteneció San Martín), asentándose en Mendoza y cruzando los Andes para liberar a Chile y después seguir hasta Perú con el mismo objetivo. (6)
San Martín pudo haber tenido acceso a este plan durante su estadía en Londres, en 1811, ciudad a la cual llegó después de pedir la baja del ejército español.
Sostiene Alcibíades Lappas:
“Ya en Buenos Aires los viajeros (Alvear, Zapiola, Chilavert, entre otros) se pusieron en contacto con el doctor Julián B. Álvarez, Venerable Maestro de la logia Independencia, quien los orientó en sus primeros pasos introduciéndolos en la sociedad porteña y facilitándoles los elementos que los ayudarían en la formación de la logia Lautaro, cuyo primer Venerable Maestro fue Alvear”. (6)
En 1814 San Martín funda la logia Lautaro de Córdoba y luego la logia Lautaro de Mendoza. También funda la logia del Ejército de los Andes y, en 1822, la logia Paz y Perfecta Unión Nº 1 de Lima. Ya instalado en Europa y en pleno exilio, frecuentó diversas logias.
3Dice Emilio Ocampo:
“La mayoría de los historiadores coinciden en que a fines del siglo XVIII el venezolano Francisco de Miranda fundó en Londres una logia masónica llamada La Gran Reunión Americana para conspirar a favor de la independencia de las colonias españolas. Esta logia, que supuestamente obedecía a la Gran Logia de Londres, luego se expandió en España tomando el nombre de Sociedad de los Caballeros Racionales. Casi todos los próceres de la independencia americana habrían pertenecido en algún momento a ella o a sus sucesoras” (7)
A semejanza de estas, San Martín y Alvear fundan en Buenos Aires la logia Lautaro para influir en los medios públicos, políticos y militares y concretar su objetivo: Lautaro aludía explícitamente al indio araucano que se opuso a la dominación extranjera y simbólicamente a la expedición a Chile.
Según Emilio Gouchón, que fuera Gran Maestre y Gran Comendador de una de las ramas de la masonería argentina a principios del siglo XX, adoptaron signos, fórmulas, grados (hasta cinco) y juramentos de tipo masónico.
Lautaro empezó como un Triángulo creado por Alvear, San Martín y Zapiola y los Hermanos, que así se llamaban entre ellos, utilizaban en su correspondencia el símbolo de la cadena de unión, abreviaturas y la firma acompañada por los tres puntos.
Sin duda eran masones, iniciados en logias como la de Cádiz, y a partir de estas, según lo expuesto por Iriarte, fueron montando una red de logias operativas en ciudades clave para servir a sus propósitos de emancipación colonial, aunque las divergencias de los estudiosos sobre la calidad masónica de estas logias y algunos de sus miembros, todavía persiste. Al respecto, el testimonio documental del general Tomás de Iriarte resultaría concluyente.
Sobre las logias mencionadas no existen pruebas documentales de que hayan sido patrocinadas por la Gran Logia de Londres. Sobre este punto, y en respuesta a una carta del historiador antimasónico Patricio José Maguire, la Gran Logia Unida de Inglaterra lo desmintió en 1979.
No es de extrañar que la Gran Logia Unida de Inglaterra haya desmentido su apoyo a este tipo de logias y/o sociedades secretas políticas: estas no tenían por qué estar sujetas a las recientes estructuras y cuerpos colegiados instaurados a partir del siglo XVIII (ya que cualquier logia debidamente instalada es autónoma), aunque sin duda el gobierno inglés conocía muy bien su existencia y el movimiento de sus miembros, dada la calidad de sus redes de espionaje y los contactos establecidos por aquellos criollos en la capital cosmopolita.
Es menester también considerar la ley dictada en Inglaterra en 1799 suprimiendo las sociedades secretas a excepción de la masonería inglesa porque, sostiene sobre estas últimas, “sus reuniones han sido dirigidas en gran medida a actividades de caridad”. (8)
Hoy sabemos que las logias de la masonería moderna nacida en Inglaterra en 1717, o sea la Gran Logia de Londres, apodada de Los Modernos, y las de la Gran Logia de los Ancianos (1751), o Los Antiguos, tenían sus propios problemas y eran nidos de disputas y conspiraciones políticas, religiosas y de clase, rencillas a las que no fueron ajenas las Lautarinas, con sus propias particularidades. (9)
Uno de los principales canales de expansión de la masonería inglesa en el extranjero fue a través de sus logias militares, como ya ha sido harto demostrado en el caso de lo que actualmente es Estados Unidos y otras colonias de la época. Queda aún por establecerse la influencia efectiva de la masonería revolucionaria francesa en América, y el decisivo uso que de ella hizo Napoleón, por ejemplo, al colocar a su hermano en el trono de España y al ser proclamado este último Gran Maestre de la Orden en Francia.
Si la masonería moderna surgida en el siglo XVIII se construyó a través de todo un siglo y más, quizá sea una exageración pretender que estas logias fueran algo más que el medio ideal de conspirar en una época donde no existían los partidos políticos o, fuera de la Iglesia y sus estructuras, entidades en las cuales pudieran juntarse a resguardo personajes de tanta influencia en el orden militar, social y de la vida pública.
Bibliografía, notas y fuentes citadas
(1) “En el auditorio de la Biblioteca del Congreso de la Nación, en la Cámara de Diputados, se realizó la exposición y seminario La masonería ante la historia. El historiador Emilio J. Corbière se refirió a las fábulas que se tejieron sobre esta organización”. Recorte de diario extraído de mis archivos, sin mención de fuente, con fecha del domingo 17 de diciembre de 2000.
(2) Corbière, Emilio J. (1998), La Masonería, política y sociedades secretas en la Argentina, Editorial Sudamericana.
(3) Símbolo, Revista de cultura y opinión, Año LI, Número 63, abril/mayo de 1998, en el Equinoccio de invierno, Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.
(4) Semanario masónico Luz y Verdad, Año 3, 27 de mayo de 1902, Núm. 109.
(5) Terragno, Rodolfo (1998), Maitland & San Martín, Universidad Nacional de Quilmes.
(6) Lappas, Alcibíades (1958), La Masonería argentina a través de sus hombres, Buenos Aires, e Iriarte, Tomás, Memorias, con prólogo de Enrique de Gandía, extractos de los capítulos II, XLI y XXXIII, cuyos textos fueron reproducidos en Verbum, Cuarta época, Año XV, Nº 24, Buenos Aires, octubre de 1949.
(7) Ocampo, Emilio, Inglaterra, la Masonería y la independencia de América, Todo es Historia Nº 463, págs. 6 y ss., febrero de 2006.
(8) Revista Información sobre Masonería y otras sociedades secretas, Año 1, 1981, Nº 3, Buenos Aires, Argentina.
(9) Revista Información sobre Masonería y otras sociedades secretas, 4º edición, Año 1, 1981, Nº 2, Buenos Aires, Argentina. Cito sobre “Ley para la más efectiva supresión de sociedades establecidas con propósitos de sedición o traición, y para la mejor prevención de prácticas de traición y sedición”.
Dice el art. I:
“Visto que traicioneras conspiraciones se han ido desarrollando en combinación con personas relacionadas con el Gobierno de Francia, con el objeto de conculcar las leyes y al gobierno (...) y desde el momento en que en persecución de dicho designio, diversas sociedades han ido siendo establecidas desde hace años, de naturaleza peligrosa y contraria a la tranquilidad pública (...) y teniendo en cuenta que los miembros de las mencionadas sociedades han prestado juramento y adquirido compromisos de fidelidad y secreta reserva, usando signos secretos de reconocimiento (...) con el objeto de mantener influencias sobre amplios grupos de personas (...) y considerando que es necesario que dichas sociedades, y todas las sociedades de similar naturaleza, deben ser enérgicamente suprimidas por constituir combinaciones y confederaciones ilegales”.