Revista Medio Ambiente

Lolo, el señor de los buitres

Por Felixyloslobos

Frenesí alimenticio y fotográfico el vivido este fin de semana en el hide Las Renovillas, en Quintanilla del Agua, una pequeña localidad ubicada a orillas del río Arlanza, en la comarca del mismo nombre. Os confieso que aún no he sido capaz de digerir la experiencia, que me atrevería a calificar como una de las más estimulantes de toda mi vida.

Lolo, el señor de los buitres

Montonera de buitres leonados en Las Renovillas.

Llevaba mucho tiempo esperando este momento... Y por fin, el sábado se dieron las condiciones necesarias para ello. Invitado por Manuel Mata, "Lolo" –amigo personal y vecino de Quintanilla– y acompañado de mi chica Leire, y mis también amigos Chema y Alicia, nos acercamos a esta villa burgalesa con la esperanza de disfrutar en primera persona de las espectaculares escenas que Lolo inmortaliza habitualmente con su cámara fotográfica. Imposible contar con mejor maestro de ceremonias...

Lolo, el señor de los buitres

Guiados a través de las pistas que rodean el pueblo, fuimos conducidos hasta el lugar en el que se encuentra la caseta de observación, un paisaje eminentemente agrario jalonado por pequeños bosques "isla" de pino y encina, reservorios de biodiversidad que atesoran enorme interés para la supervivencia de especies como el tejón, la gineta o el gato montes.

Pero los verdaderos protagonistas de la jornada no iban a ser los mamíferos, sino las aves. En concreto, una de las aves menos conocidas y valoradas de la fauna ibérica. Algo incomprensible si tenemos en cuenta la importantísima labor que desempeñan en los ecosistemas terrestres. Me refiero a los buitres, a los que Lolo respeta y entiende mejor que nadie.

Lolo, el señor de los buitres

Ejemplar adulto, con el iris de un precioso ambarino.


Lolo, el señor de los buitres

Ejemplar juvenil, con iris y pico de color oscuro.


Lolo, el señor de los buitres

Joven del año, con su plumaje prácticamente impoluto.

No tardaron en hacer acto de presencia en el cielo. Volando sobre nuestras cabezas, un buen grupo parecía barruntar ya nuestras intenciones. Centenares de individuos que cuentan a pocos kilómetros con un muladar en el que tienen asegurado el alimento. No es de extrañar, por tanto, que hayan elegido la cercana sierra de Ura para instalar sus colonias de cría. Todas estas particularidades hacen de Las Renovillas un emplazamiento ideal para la observación de buitre leonado, buitre negro y alimoche, pero también de rapaces como el milano real o el ratonero.

Lolo, el señor de los buitres

Una vez en el interior del "chajurdo", el amplio y confortable aguardo donde íbamos a realizar la espera, recibimos las pertinentes instrucciones de Lolo para evitar asustar a las aves: permanecer en silencio, no pegar voces ni golpes, y sobre todo, no salir en ningún momento del escondite.

Equipado con una amplia cristalera a la altura de los ojos, y otra estratégicamente situada a ras de suelo para obtener nuevas e increíbles perspectivas, era todo lo que necesitábamos no solo para contemplar a las aves tranquilamente, sino también para aislarnos del exterior y pasar prácticamente desapercibidos. Pronto pudimos comprobar la eficacia del hide cuando los buitres más curiosos y atrevidos se acercaron sin miedo a menos de un metro de la caseta, ante el asombro de todos.

Lolo, el señor de los buitres

Os puedo asegurar que ver así a una de las aves más grandes de Europa, con una envergadura alar que supera los 2,50 m. de longitud, es algo difícil de olvidar. Decenas de carroñeras se fueron congregando al otro lado de la ventana, al tiempo que nuestra emoción iba in crescendo a medida que aumentaba el número de ejemplares. 

Lolo, el señor de los buitres

Buitres leonados secando sus alas.

Era tal el número de buitres congregados a nuestro alrededor, que uno no sabía hacia donde mirar, ni siquiera hacia donde apuntar con la cámara. En mi rostro y el de mis compañeros se dibujaba un gesto perenne de asombro, y únicamente acertábamos a verbalizar expresiones de admiración y alegría necesariamente contenidas.  

Lolo, el señor de los buitres

En este contexto, no resultaba tarea fácil atender a las interesantes explicaciones de Lolo sobre la biología de los buitres, sus patrones de conducta o las diferencias entre ejemplares según la edad. Gracias a él aprendimos a distinguir entre adultos y juveniles de leonado, estos últimos con el iris y pico de color oscuro. Pero quizá lo más curioso de todo fue verlos dándose un chapuzón en la charca existente en el hide, puesto el terreno forma una gran depresión donde el agua se acumula tras la lluvia. Puede afirmarse que disfrutan refrescándose en el líquido elemento, procediendo siempre de la misma forma antes de zambullirse: echándose sobre un costado sumergen un ala, después la opuesta, para terminar con una ablución generalizada que incluye la limpieza de cabeza y cuello, zonas desprovistas por completo de plumas y especialmente sensibles después de un multitudinario festín.

Lolo, el señor de los buitres

Buitres refregándose en la charca de las Renovillas.


Lolo, el señor de los buitres

Entretanto, fuimos testigos de algunas peleas entre los ejemplares, que unido al aterrador sonido que emiten en momentos de máxima excitación, recordaban en cierto modo a encarnizadas luchas entre dinosaurios prehistóricos. Sin embargo, a pesar de la aparente violencia ejercida en estas batallas, rara vez llega la sangre al río.

Lolo, el señor de los buitres

Leonados disputándose una carcasa.

Los buitres leonados son los amos y señores de este magnífico escenario, la especie más abundante con diferencia en el hide. Al menos hasta que sobre la tierra rojiza de Las Renovillas se dibuja la amplia silueta del monarca de los aires, el buitre negro, la rapaz más grande del continente Europeo y una de las aves más voluminosas del planeta. Y eso fue exactamente lo que sucedió cuando ya empezábamos a relajarnos, cuando creíamos que nada nuevo podría llegar a sorprendernos.

Hasta tres ejemplares diferentes tomaron posesión del lugar en un corto lapso de tiempo. Dos de ellos presentaban sendas anillas de identificación en sus patas, señal inequívoca de que habían pasado por las instalaciones de GREFA, entidad que lleva a cabo un programa de reintroducción de la especie en la sierra de la Demanda. Incluso, uno de los individuos portaba en su espalda un emisor GPS, con el que los biólogos del 'Proyecto Monachus' tratan de identificar las amenazas que comprometen el futuro de esta especie en peligro de extinción.

Lolo, el señor de los buitres

Lolo, el señor de los buitres

Buitre negro con un emisor GPS.

A pesar del enorme tamaño del negro, los leonados parecían querer rivalizar con su hermano mayor mostrando la tremenda envergadura de sus alas secándose al sol tras el baño matutino. 

En el mundo de las aves necrófagas el tamaño sí importa, y los leonados lo saben. No tuvieron más remedio que apartarse ante el paso desgarbado y arrogante del buitre negro, que más que amedrentar, a nosotros nos hacía mucha gracia. 

Lolo, el señor de los buitres

Buitre negro con gesto intimidatorio.


Lolo, el señor de los buitres

Con la singular estampa del buitre negro dimos por finalizada esta inolvidable aventura... Una aventura que nos deja multitud de recuerdos y enseñanzas. Por encima de todas ellas, está el profundo respeto y admiración que Lolo ha sabido transmitirnos con sus palabras, con su contagiosa pasión por estos incomprendidos animales. Puso todo su empeño en que nos lleváramos una impresión muy distinta a la que se plasma en los medios de comunicación en relación a estas maravillosas criaturas. Bulos y mentiras que no hacen más que manchar la imagen de unos seres que si llegaran a desaparecer de la noche a la mañana, las consecuencias para el conjunto de la humanidad serían catastróficas. 

Lolo, el señor de los buitres

Esta es la peculiar postura que adopta un buitre leonado para descansar.


Lolo, el señor de los buitres

Ahora sé que mientras existan personas como él, dedicadas en cuerpo y alma a la divulgación y protección de los buitres, su futuro está asegurado. Con eso me quedo. 


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