Un Lonchafinista es un término socioeconómico para referirse generalmente a la ama de casa que pide en el mercados 100 gramos de jamón de york en lonchas, no finas, finísimas, para estirar al máximo la merienda de sus churumbeles.
De forma más genérica se conoce como la modalidad de consumo consistente en aparentar un nivel de vida que se perdió en el camino hace varios eones.
Hay una delgada línea que separa, llevar un buen control de los gastos valorando la alternativa más coste/efectiva, y el lonchafinismo, entendiendo lonchafinismo, como un término para describir al tacaño compulsivo y enfermizo, que prefiere quedarse en casa una tarde, con tal de no gastar o ponerse mantas en casa, con tal de no encender la calefacción.
Eso sí, ten algo muy presente: el lonchafinismo no son una opción, sino una forma de vida, casi una religión.
HistoriaEsta forma de vida nació un día en el que un cientifíco observó mientras hacía cola en la charcutería como el charcutero preguntaba a todos sus clientes si preferían las lonchas de jamón de york finas o gordas, a lo que la mayoría respondían: "finas no, finísimas". Este hecho se asoció a un intento por sacar el máximo número de lonchas posibles para un mismo peso de jamón de york como medida cutre y socialmente disimulada que ayudase a llegar a final de mes a muchas familias ahogadas por la crisis.
Aunque también se extiende en el amplio espectro de género. Otro ejemplo sería aquel que lleva el tupper al trabajo para no almorzar en el bar, aguantar los zapatos hasta que las suelas estén combadas, conducir el Ford Fiesta a puntita de gas, rellenar la botella de Solán de Cabras con agua del grifo o aparcar el coche a kilómetros de casa para ahorra gasolina.
Desde que creció el socialismo ha crecido muchos el número de los practicantes del lonchafinismo extremo y han hecho de este toda una filosofía de vida. Han sido los primeros en comprender, en su esencia, la cultura del reciclado. Desde el uso continuado de las misma servilletas del papel, al papel del microtomo a la hora de cortar las lochas de mortadela que acompañan a los bocadillos.