Revista Homo
Londres se jacta. El actual anfitrión de los Juegos Olímpicos ha repetido hasta el hartazgo que en la actual edición del certamen deportivo habrá mujeres presentes en las delegaciones de todos los países; que ha aumentado la participación femenina; que existen equipos integrados por más mujeres que hombres y que por primera vez ellas podrán competir en boxeo… Buenas noticias, sin duda. Pero detrás de los avances todavía se traslucen las desigualdades de siempre.
La semana pasada las autoridades australianas tuvieron que dar explicaciones por un hecho inexplicable. El equipo femenino de baloncesto de ese país voló desde Australia a Londres en clase turista. Los representantes masculinos, en cambio, pudieron estirar sus piernas en primera. ¿Cuestión de méritos? Difícil. Ellas aspiran convertirse por cuarta vez en medallistas olímpicas. Ellos, a lograr su primer título.
La Federación Australiana de Baloncesto trató de aclarar la situación. Explicó que cada equipo contaba con el mismo presupuesto para sus gastos y que cada uno podía disponer de este como mejor le pareciese… De paso agregó que históricamente se han asignado mayores recursos a la división femenina. En todo caso, el padre de una de las jugadoras sostuvo que no es la primera vez que ellas tienen que viajar en clase económica, mientras sus compañeros vuelan un par de asientos más adelante, lo que evidentemente enfada a las deportistas.
La diferencia entre australianos y australianas se repite también entre los deportistas japoneses, quizás de forma más burda. Desde 1996, el equipo masculino de fútbol nipón disfruta de las bondades que ofrece la primera clase. Desde 1996, ellas vuelan en turista. Ellas son campeonas del mundo y se espera que logren el oro, de ellos no se espera que suban al podio. Las autoridades japonesas dieron esta explicación: ellos son "profesionales", de ahí la diferencia.
Ante ese tipo de posturas, las jugadoras japonesas no han tenido otra alternativa que tomárselo con humor. Homare Sawa, quien en 2011 fue reconocida por la FIFA como la mejor futbolista del año, ha explicado que cuando ganaron el Mundial, su país las premió con un vuelo en primera para volver a casa. "Espero que obtengamos un resultado igual de bueno y tener derecho así al mismo trato", lanzó la japonesa con ironía.
Otras discusiones insólitas han involucrado a las boxeadoras y a las jugadoras de bádminton. Las federaciones de ambas disciplinas sugirieron a principios de este año que las deportistas que participaran en los Juegos Olímpicos lo hiciesen con falda. La Asociación Internacional de Boxeo Amateur argumentó que la medida buscaba diferenciar a hombres y mujeres. Atónita, la boxeadora estadounidense Claressa Shields protestó a través del Washington Post: "¡Tenemos pechos, tenemos caderas! ¿Acaso no nos pueden distinguir?".
En los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna que se celebraron en Londres, en 1908, el 1,8% de los deportistas eran mujeres. En la segunda versión londinense, en 1948, el porcentaje se elevó al 9,5%. En esta edición cuatro de cada 10 atletas son mujeres. Pero las estadísticas no bastan. La igualdad no es sólo una cuestión de números. También lo es de billetes de avión.
Fuente: ElPaís
Sus últimos artículos
-
Jerelesgay y FELGTB piden a la Junta de Andalucía que actúe ante el despido homófobo de un profesor
-
Mesa de experiencias de lesbianas en COGAM
-
Niña de 4 años pide al Primer Ministro australiano que apruebe el Matrimonio Igualitario
-
Pareja de pingüinas lesbianas en un zoo de Israel