Revista Ciencia
El tráfico en la ciudad es uno de los mayores problemas de salud pública al que nos ha llevado una vida basada en el “coche para todo”. Si se tuvieran en cuenta los dańos colaterales de usar el automóvil en el ámbito urbano, los datos resultantes serían escalofriantes para la mayoría de los usuarios. Los gastos sanitarios derivados de los problemas de salud que provoca la contaminación del tráfico son altísimos. Además, a estos gastos hay que sumar los dańos medioambientales que causa la contaminación, por mucho que estos sean más complicados de evaluar. Si a la hora de establecer unos impuestos de circulación o el precio de la gasolina se tuvieran en cuenta estos datos, el automóvil particular sería un lujo inaccesible para muchos.
26.09.2012, ladyverd.com
Es evidente que, cuando se trata de reducir la contaminación en las ciudades debida al tráfico automóvil, la influencia de la gigantesca industria petrolera y sus grupos de presión desempeńa un papel muy importante. Sin embargo, muchas ciudades se han tomado el asunto bastante en serio y han reorganizado sus centros urbanos y regulado el acceso del tráfico motorizado a ellos. Algunas de las medidas que funcionan y hacen de la ciudad un lugar más habitable son un buen y eficaz servicio de transporte público, carriles bicicleta y normas que regulan la circulación de bicicletas y otros medios de transporte no contaminantes, permitiendo la preferencia de éstos ante los motorizados.
El caso de Londres es una muestra de cómo a base de investigar se encuentran soluciones que funcionan. Un reciente informe del departamento de transportes de la capital británica muestra cómo se ha logrado reducir de forma importante el tráfico por el centro al mismo tiempo que se aumentaba el uso del transporte público y de las bicicletas. Londres supone así un ejemplo para todas las ciudades europeas, especialmente las del sur del continente.
Gracias al trabajo de los expertos en evaluación, análisis y gestión del tráfico urbano de la empresa de servicios de información para tráfico rodado ITO World se pueden visualizar los efectos de la política de reducción del tráfico motorizado en la ciudad de Londres. Los mapas creados por esta empresa, generados con los datos suministrados por el Ministerio británico de Transportes, ilustran de forma gráfica y sencilla el tráfico de vehículos, de bicicletas y el uso del transporte público. El balance cartográfico muestra cómo, entre 2001 y 2010, se produjo una drástica reducción del transporte mediante automóvil particular. Durante ese mismo periodo, Londres mejoró e hizo evolucionar su sistema de transportes, en primer lugar con el peaje urbano en 2005 y ya en 2010 con la puesta en servicio de más de 8.000 bicicletas de libre servicio “ London Cycle Network “.
Los mapas son muy sencillos de interpretar, los puntos rojos muestran el incremento superior a un 30% de un medio de transporte, mientras que los azules muestran un descenso también superior a un 30%. Londres está equipada de contadores de tráfico que se encargan de recoger y suministrar estos datos.
La bicicleta ha visto cómo sus usuarios han aumentado de forma masiva y, en algunas zonas, se registraron aumentos de un 100%. Este aumento es aún más remarcable si se tiene en cuenta que las bicicletas de libre servicio son relativamente recientes y seguramente no han tenido una influencia significativa en el aumento de usuarios de este medio transporte limpio y no contaminante durante ese periodo. A día de hoy, el servicio de bicicletas de libre servicio, al que los habitantes de Londres llaman “Boris Bikes” en alusión al famoso alcalde de la ciudad, cuenta con más de 10 millones de usuarios.
El caso de Londres muestra de forma contundente que el peaje urbano funciona e impulsó a muchos ciudadanos a utilizar masivamente el transporte público y la bicicleta. Este sistema tiene, sin embargo, el inconveniente de siempre: sólo quien pueda pagar 15 euros al día podrá permitirse el lujo de circular por el centro urbano, mientas que quienes dispongan de menos poder económico se ven obligados a prescindir del vehículo motorizado. Este dato, que en principio puede parecer discriminatorio, tiene su parte positiva, ya que una ciudad con menos tráfico motorizado es mucho más segura para los ciclistas, que se sienten menos amenazados por posibles accidentes y que de otra forma no se decidirían a circular en bicicleta por la ciudad. Hay que tener en cuenta que el principal obstáculo al que se enfrenta el desarrollo de la bicicleta como transporte cotidiano es la inseguridad vial.
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