Las azafatas no son mujeres normales, todo el rato volando de una zona horaria a otra les hace polvo el reloj biológico.Siempre pensando en el sexo ¿por qué sonríen todo el rato si no?(La terminal)
La democracia reside en el aeropuerto. El proceso de embarcar en una aerolínea regular es, exceptuando la muerte, es la única situación en que todos los seres humanos somos tratados igual. ¿O debería decir que somos humillados igual? Como vacas al matadero, nos disponemos en ordenadas filas para deshacernos de todas las alhajas.
Primer consejo, olvídate de collares de perlas de cinco vueltas, siempre complementos fáciles de poner y quitar. Su segunda técnica para desarmarnos consiste en variar las temperaturas de cada metro cuadrado del aeropuerto. De forma que, muramos de frío y nos asemos de calor, alternativamente. El truco, "look cebolla", con muchas capas.
Pero ellos aún se guardan un golpe maestro. Obligarnos a quitarnos las botas, despojándonos de paso, de la poca dignidad que nos quedaba en pie. Unas botas hasta el tobillo, como éstas con estampado Union Jack, suelen colar, siempre que no te registre una heredera aeroportuaria de las SS.
Sales del aeropuerto, democráticamente humillante, pensando que nada puede ser peor. Error. Cuando saliste de Madrid lucía un sol otoñal y el termómetro marcaba casi 20 grados. Cuando llegas a A Coruña parece que estás en otro país, cercano al Ártico. Cae una democrática lluvia y un frío que nos congela a todos sin tener en cuenta color, religión o clase social.
Unos shorts no te asarán en el punto de origen y un trench te abrigará en el punto de destino. En caso de diferencia térmica abismal, no está de más llevar unas medias o calzas en el bolso.
Una vez en el punto de destino, no te quejes del frío, ni de la lluvia, ni de que te hayan perdido la maleta. El destino que les tocó a los de "la otra situación democrática" es mucho más incierto.