Al llegar al poder hace ahora once años José Luis Rodríguez Zapatero nombró ministro de Justicia a un catedrático de Derecho y conocido feminista, Juan Fernando López Aguilar, cuya primera medida fue elaborar una Ley contra la violencia de género por la que cualquier mujer podía enviar al calabozo a un hombre denunciándolo sin pruebas.
Ahora, como el exorcista que resulta víctima del demonio en el sueño quevedesco del “Alguacil alguacilado”, el hoy eurodiputado López Aguilar sufre su propia medicina: una denuncia por malos tratos de sus vecinos y la familia de su exmujer que le ha obligado a renunciar provisionalmente a la militancia en el PSOE, y quizás a su carrera política.
Ahora resulta uno más entre decenas de millares de hombres que quizás falsamente acusados, como dice serlo él, han pasado similar trámite, aunque muchas veces nadie los libró de alguna noche en prisión, la vergüenza, la pérdida del trabajo, de los hijos y de sus bienes.
Esto no quiere decir que no haya hombres maltratadores. Hay muchos. En 2014 cometieron 51 homicidios en España, aunque ese mismo año las maltratadoras mataron a 12 hombres, algo que siempre olvidamos.
Pero como la ley de López Aguilar convirtió a todos los hombres en sospechosos, cualquier mujer molesta con su pareja podía denunciarlo.
Luego, y aunque algunos informes de las jueces feministas afirman que sólo una minoría de las denuncias son falsas, se comprueba enseguida que utilizan datos manipulados.
Así, y según las memorias del propio Consejo General del Poder Judicial, entre 2005 y 2012 se sentenciaron 328.045 casos de malos tratos, de los que resultaron 207.997 condenas y 120.048 absoluciones, más de la mitad.
Pero es que, aparte, hubo 386.367 casos no fueron a juicio por archivarse o por sobreseimiento, con lo que sumados a las absoluciones resultan medio millón de inocentes de los que, gracias a López Aguilar, muchos pasaron por los calabozos, mientras él, inocente o culpable, de momento se ha librado de ellos.
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SALAS