El enfado del ministro de Asuntos Exteriores ante las declaraciones de sentido común del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador quizá sean simplemente una señal de la deriva ideológica del socialismo español. Porque afirmar que las empresas españolas, en colusión con los gobiernos anteriores mexicanos y el favor presuntamente muchas veces ilegal de gobiernos anteriores españoles han saqueado el continente latinoamericano es algo incontrovertible y su crítica debiera formar parte del patrimonio internacionalista del socialismo.
Pero aún más: las humillaciones que algunas empresas con capital español en México han pretendido en ese país debieran haber provocado una llamada de atención de las autoridades españolas precisamente a esas empresas que manchan el buen nombre de España en el mundo. Y si la sensibilidad socialista no basta, debiera bastar la sensibilidad democrática. Y si esta tampoco fuera suficiente, igual el ministro Albares debiera haber tirado de memoria y recordar lo que Iberdrola hizo al gobierno del PSOE y Unidas Podemos unos meses atrás.
Este invierno ha estado marcado por la subida escandalosa de los precios de la luz, debido entre otras cosas a una legislación que permitía a las eléctricas cobrar al precio de la energía más cara toda la energía producida. Esos "beneficios caídos del cielo" eran posibles gracias a las puertas giratorias que han llenado esas compañías de exministros y expresidentes tanto del PSOE como del PP.
Como ahora está en el Gobierno Unidas Podemos y en el Acuerdo de Gobierno se había firmado acabar con esos beneficios caídos del cielo, se tomaron algunas medidas para que la factura de la luz no fuera tan onerosa para la ciudadanía en los meses más crudos del invierno. Algunas las pagábamos entre todos -rebajar el IVA en la factura- pero otras rebajaban los beneficios mil millonarios de las eléctricas. ¿Y qué hizo Iberdrola en España -no en México, en España-? Pues echarle un pulso al Gobierno. Porque en España las eléctricas forman parte de esas compañías que, a diferencia de la ciudadanía, votan todos los días y por todos nosotros.
En octubre de 2021, Iberdrola contrataba a Antonio Miguel Carmona, militante del PSOE que se hizo famoso yendo a los platós de televisión a criticar al también socialista Pedro Sánchez. Un socialista criticando a los socialistas en las televisiones cuando el PSOE está en el Gobierno es, como ocurre con todos los renegados o conversos de la izquierda, un regalo para las empresas de comunicación. Carmona además había cometido un enorme tropezón mediático al salir a defender a Iberdrola, faltando a la verdad, unas semanas antes cuando la compañía eléctrica vació algunos embalses para poder vender como cara energía conseguida de la manera más barata. ¿Quién podía molestar más al presidente Sánchez que uno de los suyos siendo comprado por la empresa con la que estaba discutiendo?
¿Ah, que me reduces los beneficios? ¿Qué no estás escuchando a los antiguos cargos del Gobierno que tengo en la empresa precisamente para que me escuches? Pues voy a contratar en mi empresa como consejero al miembro de tu partido que más te critica mediáticamente. Es verdad que pueden parecer maneras mafiosas, pero son maneras empresariales en la economía globalizada. De esas empresas que López Obrador ha criticado por su comportamiento en México y a las que ha mandado a parar.
El comportamiento de Iberdrola, Repsol u OHL en México lo ha estudiado López Obrador en sus libros. Sabe de qué habla. Recientemente, Julián Macías ha hecho un resumen del comportamiento de gente como Emilio Lozoya, exdirector de la petrolera estatal mexicana, PEMEX, con el también señalado por corrupción presidente Peña Nieto y de quien era uno de sus hombres de confianza. Lozoya fue detenido en España en 2020 a requerimiento de la Fiscalía mexicana, "acusado de fraude a gran escala y corrupción durante 2012 y 2013", después de que tres exdirectivos de la constructora brasileña Odebrecht denunciaran que Lozoya recibió más de 10 millones de dólares en sobornos con el fin de facilitar la adjudicación de contratos.
Emilio Lozoya, que fue uno de los principales activos en la campaña de Peña Nieto que le llevó a la Presidencia del país, tiene un palmarés curricular digno del lobo de Wall Street: entre 2006 y 2009, director para LATAM del Foro Económico Mundial. De 2010 a 2012, consejero de OHL. Entre 2011 y 2012, consejero de InfoGlobal, y de 2012 a 2016, director de PEMEX. La empresa OHL, de Villar Mir, un nombre que aparece constantemente en las tramas de corrupción en España, financió la campaña de Esperanza Aguirre y trasladó a México sus modos empresariales. El modus operandi vinculado a la corrupción siempre es similar e implica que se gana ilegalmente obra pública -que luego tendrá sobrecostos- y a cambio se financia tanto a los partidos políticos como a los políticos corruptos que hacen de intermediarios. Como recuerda Macías, "InfoGlobal, la empresa de López Madrid en la que fue consejero Lozoya, empezó a ganar contratos de manera inusitada", entre otros un contrato de 200 millones en México. ¿Tiene razón López Obrador al decir que esos comportamientos deben ponerse en pausa?
Felipe González se inventó las Cumbres Iberoamericanas. El referente era el rey Juan Carlos y esas reuniones funcionaban como los palcos de los partidos de fútbol: presuntamente para arreglar negocios entre las élites y cobrar comisiones. El rey emérito, huido en Abu Dabi, es bastante probable que presuntamente se comportara en América Latina de la misma manera que se ha comportado en Arabia Saudí, si bien por aquél entonces gozaba de impunidad y, además, cualquier delito habría prescrito. Y tampoco sería extraño que Felipe González, otro presunto comisionista con intereses en México, aprendiera las mañas en aquellas reuniones en donde, como dijera Chávez, "los líderes van de cumbre en cumbre y los pueblos de valle en valle". Una amplia mayoría de aquellos líderes terminaron enjuiciados, en la cárcel, huidos de sus países o, incluso, como el peruano Alán García, pegándose un tiro antes de que lo detuvieran. Cuánto habrían ganado los pueblos si esos comportamientos se hubieran "pausado" ya en los años ochenta.
En México, Iberdrola se ha comportado con maneras coloniales. Contratar al que fuera secretario de Estado de energía mexicano o al expresidente Calderón es insultar a los mexicanos.
En México, Iberdrola se ha comportado con maneras coloniales. Contratar al que fuera secretario de Estado de energía mexicano o al expresidente Calderón es insultar a los mexicanos. Gente que se lleva todos los secretos de Estado para ponerlos al servicio de una multinacional extranjera. Y no es menos insultante que los medios de comunicación controlados vía consejo de administración o vía publicidad por las eléctricas, disparen contra López Obrador por querer poner fin a cualquier comportamiento mafioso. El ministro Albares y el PSOE no se inmutan cuando esas grandes empresas quieren humillar al Gobierno español. Aún menos cuando lo hacen fuera. Ignorando que todo lo que esas empresas hacen en otros países terminarán haciéndolo en casa. El efecto "rebote" es una suerte de venganza histórica de nefastas consecuencias. Hay cosas que si no se evitan por moral, debieran evitarse por inteligencia.
López Obrador ha dejado claro que esa "pausa" no tiene nada que ver con el pueblo español. Y ha recordado cómo México recibió a los republicanos, a los que ha alabado tanto en su trabajo intelectual como manual. Si hubieran existido las tiendas de 24 horas -ha dicho- los migrantes españoles, como los mexicanos en Estados Unidos, estarían las 24 horas bregando. El respeto es con los pueblos, no con las empresas que tienen maneras mafiosas.
Al Gobierno de Sánchez le está faltando determinación para hablarle a los poderosos en un tono que entiendan. Le resulta más fácil ponerse del lado del dinero que del trabajo. Por eso, de entrada, no era posible la reforma laboral, la subida del salario mínimo, la ley de vivienda, el ingreso mínimo vital... O ahora una reforma fiscal. Ni molestar a las grandes empresas que consideran que los políticos, en España o en México, les pertenecen. Por eso esas grandes empresas están apoyando a la ultraderecha. Y por eso Vox está buscando una alianza en América Latina con los que siempre presuntamente han robado en esos países. Pero en el México de López Obrador esas cosas ya no se permiten. Será que la sensibilidad soberana de López Obrador es mayor que la de la madre patria. Que algunos se empeñan en convertir siempre en madrastra. Aquí y allí.