Revista Opinión

Lorca, el trumpismo y las mentiras arriesgadas

Publicado el 03 febrero 2022 por Manuelsegura @manuelsegura
Lorca, el trumpismo y las mentiras arriesgadas© Tito Bernal

Nada nuevo bajo el sol, y menos en una ciudad que lleva intrínsecamente asociado el nombre del astro. Casi todo está ya inventado. El campeón de esparcir noticias falsas ha sido, en la última década y con creces, el inclasificable emprendedor Donald Trump. El Washington Post se molestó en contabilizar las fake news durante su mandato presidencial y las cifró en más de 22.000. Ahí queda eso. Que alguien lo mejore.

En Lorca, sus más fervientes admiradores no han tenido más que cortar y pegar. Y han esparcido como el estiércol la trola de que los rojos quieren cerrar las granjas y dejar sin empleo a miles de familias que viven de eso. Y ya se sabe que con el pan no se juega, claro está. El municipio lorquino tiene en su extenso término más de dos mil explotaciones de este tipo, un tercio del total que hay en la Región. Lo que pretende el Ayuntamiento es situar a más de kilómetro y medio del casco urbano las granjas de nueva construcción, a 500 metros de los manantiales y a 100 metros de las ramblas. Y que para las ampliaciones de las ya existentes, estas estuvieran a un kilómetro de distancia. Todo ello, en consonancia con las normativas tanto estatal como autonómica.

La construcción o ampliación de algo más de una docena de granjas porcinas, cuya tramitación se remonta a tiempo atrás, parece que ha sido la mecha que ha provocado este incendio. Azuzados por quienes confían en sacar rédito electoral de todo esto, un grupo de manifestantes protagonizó el pasado 31 de enero unos lamentables incidentes en el edificio donde se iba a celebrar un pleno de la corporación lorquina para abordar la cuestión. Las imágenes, difundidas por los informativos de televisión de todas las cadenas y por las redes sociales, corrieron como la pólvora. Por un momento, el escenario recordó el alucinante asalto de los fanáticos trumpistas al Capitolio, ocurrido hace un año en Washington.

La tensión generó violencia. Los manifestantes rompieron el cordón policial, invadiendo el edificio del Centro de Desarrollo Local  y obligando a suspender la sesión plenaria. El alcalde, el socialista Diego José Mateos, que en 2019 resultó elegido con los votos de los suyos así como de Izquierda Unida y Ciudadanos, habló de atentado contra la democracia. El PP exhibió cierta tibieza a la hora de condenar el asalto. El exalcalde, Fulgencio Gil, lo hizo con la boca pequeña e introduciendo el condicional y casi siempre pernicioso pero. “En Lorca, el campo ha estallado en contra del sanchismo”, expresó impertérrito en una nota emitida por el PP lorquino. 

Quien no solo no condenó los hechos sino que justificó la acción fue la edil de Vox en la corporación, Carmen Menduiña. Respaldada por el diputado regional de su partido, Pascual Salvador, y apelando a lo que consideró como habitual maltrato al sector de los ganaderos, vaticinó que era lo que debía pasar porque estos ya no pueden más. “Son ellos los que se han sentido violentados cuando han visto a la Policía en la puerta. Venían solo a manifestarse al pleno y a ser escuchados… La izquierda comunista vive de estos asaltos mortales”, subrayó esta última frase con énfasis en referencia a la bronca que mantuvo esa misma mañana con la edil de IU, Gloria Martín, tras producirse el asalto. Y concluyó: “La izquierda social-comunista ha probado hoy su propia medicina”.

Este miércoles, durante un pleno de control celebrado en el Congreso de los Diputados, el ministro del ramo, Luis Planas, reprochaba al PP y Vox que, si tanto les preocupan ahora el campo y la ganadería, no apoyaran en su momento una ley que permitiría a agricultores y ganaderos obtener unos precios más dignos y justos. Se trata de la Ley de Cadena Alimentaria, votada favorablemente a principios de diciembre de 2021 por el PSOE y Unidas Podemos así como por otros grupos parlamentarios que la enmendaron.

Meses antes del asalto al Capitolio, los seguidores de Trump ensayaron la estrategia en otro de los 50 estados de la Unión, tras leer un tuit imperativo de su presidente: “¡Liberad Michigan!”, tecleó Trump. Se trataba, en pleno confinamiento, de tomar al asalto su Capitolio, secuestrar a la gobernadora demócrata, meterla en un zulo, juzgarla sumariamente y ejecutarla “por sus crímenes contra la Constitución”. Es de suponer que los asaltantes lorquinos nunca llegarían a tanto, aunque no es de extrañar que en los ojos de algunos concejales presentes durante los incidentes se adivinara el miedo tras escuchar a alguno de los exaltados vociferar, ataviado con ropa militar de camuflaje al estilo Travis Bickle en Taxi Driver, e instando a sus compinches con un amenazante “¡Vamos a quemarlo todo!”. 

Ahora que se acaban de cumplir 30 años del incendio de la Asamblea Regional en Cartagena, caso único en el mundo de que un parlamento sea pasto de las llamas, junto con el Reichstag alemán en 1933, he recordado aquella icónica imagen del entonces presidente de la cámara, el también lorquino Miguel Navarro, impresionado por la magnitud de la tragedia, contemplando el pavoroso incendio desde el Paseo de Alfonso XIII y con los brazos en jarras. Nada justificaba tan virulenta acción en medio de la desesperada revuelta obrera ante el desmantelamiento industrial en los sectores naval, minero y químico. Si bien su gesto parece expresar aquello de que la violencia es siempre el último recurso de los incompetentes; como el patriotismo, el último refugio de los canallas.

[eldiario.esMurcia 3-2-2022]


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