Revista Opinión

Lorca, zona cero

Publicado el 13 mayo 2011 por Manuelsegura @manuelsegura

Lorca, zona cero

Un día te levantas por la mañana y no aciertas a adivinar que ese va a ser el último de tu vida. Es lo que le pasó esta semana a 9 personas que habitaban en la localidad de Lorca. Vivieron un estruendoso temblor de tierra a las cinco de la tarde y, apenas dos horas después, otro de mayores dimensiones se los llevó por delante. La vida, que no es más que un tejido de hábitos, como dejó dicho Amiel, puede resultar tan traicionera en cualquier esquina de cualquier calle, bajo Dios sabe qué techumbre que se nos desplome. Es el caso de aquella madre que transitaba con sus dos hijos y que, ante el derrumbe de un edificio, cubrió con su cuerpo a los pequeños de los cascotes, pereciendo ella como consecuencia de tan trágico y lamentable accidente. O el de aquel adolescente que paseaba con su perro, ajeno a que ese rato de asueto apenas sería el último que pasara en este mundo, tras recibir el impacto de una cornisa. O el de la embarazada que reposaba junto al muro que resultaría, paradojas del destino, su última morada. Son historias con nombres y apellidos de seres que nunca creyeron en un final tan cruel para sus vidas, cinceladas con el esfuerzo y el sacrificio.

En los campamentos montados al efecto se agolpa una legión de desheredados, muchos de ellos inmigrantes que llegaron hasta aquí buscando lo que en su tierra de origen no tenían. Su imagen es lo más parecido a un recinto que albergara refugiados de una contienda. Forman en filas disciplinados, esperando el desayuno, la comida y también la cena. Muchos duermen al raso, bajo el manto crudo de las estrellas. La tragedia siempre se ceba con el más débil. Todos los afectados merecen la misma consideración. Sin embargo, en todos los casos, siempre hay escalas. Algunos han perdido sus casas, lo mucho o lo poco que tenían. Un código rojo así se lo indica en la fachada de las mismas. Las Administraciones buscan soluciones para estas gentes indefensas, huérfanas de todo o casi todo. Cuentan que estos días aflora el sentimiento solidario para con ellos. Es lo menos que podemos hacer los que hemos salido indemnes del despiadado zarpazo surgido de las propias entrañas de la Tierra.



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