A través de una selección de más de treinta fotografías, Jorge Ibáñez repasa los usos y las costumbres que durante siglos han determinado las formas de vida de la localidad perniana de Lores. Las imágenes muestran aspectos vinculados al trabajo y la economía de esta población, como la ganadería, la agricultura, la producción de madera o la labor ancestral de los carreteros. A su vez,recogen momentos lúdicos como el juego de los bolos, las fiestas patronales del verano, las peleas de toros o el mayo, además de otras actividades comunitarias como la huebra, la caza o la apertura de caminos y carreteras tras las grandes nevadas. Este conjunto de imágenes nos acercan al pasado de Lores y, al mismo tiempo, ilustran cómo fue la vida en otros tiempos en la mayoría de poblaciones de la Montaña Palentina.
El transporte de la maderaSacando madera de una subasta con una “rabona” que aparece cargada de troncos, para cuyo transporte, debido a su gran peso, empleaban dos parejas de vacas, lo que recibía el nombre de “encuartar”. En primer término aparecen Marcelina Romero y su marido Heraclio Alonso, encargado de guiar el carro, y sobre los troncos Alberto Alonso con una ahijada en la mano e Hipólito Merino con la bota de vino, muy necesaria para acometer labores tan pesadas, ya que era el vino uno de los escasos aportes calóricos con que contaban estos hombres.
La mujer de La PerníaEn esta imagen, no carente de ternura, podemos ver a Acelina Vélez Fernández, sentada en el banzo de piedra junto a dos de sus nietos. Uno, al contemplar las fotografías de estas bravas mujeres, que fueron madres, hermanas, hijas, tías y abuelas, no puede evitar recordar la sorpresa que produjeron en 1870 a los ojos de una mujer extranjera como Isabel Pesado de Mier durante su visita a la Pernía: “Por un hombre que trabaja, se ven seis mujeres, sin que por esto abandonen los quehaceres domésticos, ni sus deberes de madres y esposas”.
Las peleas de los torosLores, debido a su tamaño, contaba con tres toros, uno para ir con la cabaña y otros dos que estaban con las vacas. Se procuraba que estos no se vieran hasta el primero de mayo, cuando se juntaban para pelear. Para el cuidado de estos animales los vecinos se iban turnando, teniendo que atenderles siempre entre dos, pues uno sacaba a un toro al agua mientras el otro echaba el pienso al pesebre y luego repetían la operación con los otros dos toros. Al organizar los combates se intentaba que las luchas que de manera natural se producían entre los animales se desarrollasen de una forma controlada, seleccionando un terreno llano para evitar las “mancaduras” de los animales, así como para facilitar la retirada de un animal herido, evitando así daños mayores.
A bezar los corderosImagen tomada en la zona de Mediavilla el primer día que salían a pacer los corderos. En tiempos pasados, esta práctica era conocida con el nombre de bezar los corderos. En la fotografía se identifica a Juana de Cossío Julián, Piedad Rivero Díez y Felicidad Morante Gómez, a las que acompañan una recua de chiguitos que, en muchos casos, acudirían por primera vez a una vecería.
La cazaSaturnino Romero de la Hera, uno de los cazadores de mayor fama en tierras de Pernía, aparece a la derecha de la imagen acompañado por Emilio Blanco del Peral y don Julio Roldán García párroco de la localidad. Según se cuenta, la mayor hazaña de Saturnino fue la caza de un jabalín cuyo pellejo pesó catorce kilos y al que, tras escerrajarle un par de tiros, solo logró dejarle herido. Por este motivo, tuvo que rematar de un hachazo.
Jorge Ibáñez Díaz
Aruz ediciones, 2013colección de historia montaña palentina