Revista Opinión

Los 10 mandamientos del anarcoprimitivismo (IV)

Publicado el 19 agosto 2014 por Hugo
o por qué el Estado de Israel no es el único problema
Cuestionarás tus creencias
Los 10 mandamientos del anarcoprimitivismo (IV)La construcción de la Torre de Babel (1563) de Pieter Bruegel el Viejo
La mayoría de los dirigentes occidentales dirán que no hay conexión directa entre la fe musulmana y el «terrorismo». Pero, es evidente que los musulmanes odian a Occidente en los términos que dicta su fe y que el Corán ordena que sientan ese odio. Los musulmanes «moderados» suelen decir que el Corán no ordena nada de eso y que el islam es «una religión pacífica». Basta leer el Corán para ver que no es cierto... El Corán instruye a los fieles en casi cada página a despreciar a los no creyentes. En casi cada página prepara el terreno para el conflicto religioso. 

Sam Harris, 2007.

Según Harris, alrededor de un 82% de los libaneses y un 65% de los jordanos, países que limitan al sur y al oeste con Israel respectivamente, piensan que las "bombas suicidas en defensa del islam (...) son justificables alguna vez". No obstante, y a pesar de esos datos tan poco optimistas, un libro o unas creencias, como todo lo que hacemos y pensamos, dependen también de su entorno. Si el ambiente es bueno, hasta las enseñanzas más equívocas y peligrosas tienden a desoírse. En ese sentido, los libros como el Corán son mucho más perniciosos allí donde las condiciones socioeconómicas de quienes los leen son peores, condiciones que generalmente les imponemos nosotros -algunos más directamente que otros- desde nuestros países «desarrollados», capitalistas y por ende imperialistas. Es decir, el odio a Occidente no se debe únicamente, ni tal vez primeramente, al Corán. Sería un grave error, llevados por cierto reduccionismo ateo y espíritu progresista, no tener también eso en cuenta. "Palabras como «Dios» y «Alá» deben seguir el camino de «Apolo» y «Baal», o acabarán con nuestro mundo", dice Harris no sin exagerar. Que el fundamentalismo religioso pueda llegar a ser muy problemático no lo convierte necesariamente en el mayor problema del mundo, y mucho menos en el problema que acabe con nuestra sociedad, al menos no si lo comparamos con el progresismo, la tecnolatría, el cientificismo, el capitalismo o la estatolatría, ideologías que se materializan a su vez en asuntos tan problemáticos o más como los reactores nucleares, el cambio climático, el agotamiento de los recursos, la pérdida de la biodiversidad y la alienación moderna a todos los niveles (respecto a la naturaleza, al trabajo, a las relaciones personales, etc.). 
Sin embargo, el propio Harris acierta parcialmente cuando afirma que "el cristianismo y el judaísmo pueden compartir la misma actitud intolerante" que el islam, "pero han pasado algunos siglos desde que se comportaron así". ¿Y eso por qué, cabría preguntarse? En parte debido a las diferencias que existen entre sus respectivos libros sagrados, seguramente, pero en parte también, pienso yo, porque el dominio económico y tecnológico de Occidente sobre un número cada vez más alto de países vecinos es tan claro en nuestros días que a los occidentales ya no les son necesarias las viejas excusas religiosas para ampliar o conservar dicho dominio. Ahora es más frecuente apelar al Progreso, a la Razón, a la Nación, a la Democracia o incluso a la Libertad que a la voluntad de Dios. Como dice la física y activista Vandana Shiva, “la privatización de los bienes y los servicios públicos, así como la mercantilización de los sistemas de sustento vital de las personas pobres, son un doble robo que desprovee a las personas de seguridad económica y cultural. Millones de ellas, privadas de una vida y una identidad seguras, se ven impulsadas a integrarse en movimientos extremistas, terroristas y fundamentalistas”.
Los 10 mandamientos del anarcoprimitivismo (IV)
El devenir de la historia parece indicar que el terrorismo, tanto el que proviene del Estado (ej. Likud) como el que se dirige contra el Estado (ej. Hamás), tiende a ser mayor allí donde la concentración de poder, la pérdida de libertad y la desigualdad económica son mayores. En otras palabras, tiende a ser mayor cada día que pasa. Por lo tanto, cuanto mayor sea la opresión occidental en general y la israelí en particular, más fuerte se volverá el fundamentalismo islámico en general y el de Hamás en particular (acrónimo de Movimiento de Resistencia Islámico). Cuanto mayor sea la defensa y expansión del Estado judío en tierras palestinas, mayor será el deseo de los palestinos de reemplazarlo por un Estado islámico. Choque de religiones y, al mismo tiempo, choque de nacionalismos.
Todo nacionalismo defensivo, como lo llama el físico y filósofo Mario Bunge, acaba convirtiéndose en nacionalismo ofensivo. Este autor, sin embargo, no cree que esto sea necesariamente así en todos los casos. Según él, "los analistas clásicos del nacionalismo" como Ernest Gellner "están profundamente equivocados, porque no distinguen entre los nacionalismos de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, ni entre el defensivo y el agresivo". De hecho, a su entender "el nacionalismo ha sido una importante" y en parte beneficiosa "fuerza política por lo menos desde la Revolución estadounidense". No obstante, mientras que Bunge piensa que puede exitir un nacionalismo bueno que no llegue a pervertirse, yo creo que ningún nacionalismo empieza siendo bueno y que muchos acaban siendo más perniciosos que al principio, entre otras razones porque un supuesto nacionalismo "de abajo hacia arriba" sigue basándose en una filosofía política vertical, y por tanto en jerarquías y privilegios. Él mismo nos habla de dos nacionalismos que con el tiempo y con el viento a su favor han terminado siendo muy agresivos:
Estos estudios clásicos tampoco explican las transformaciones del nacionalismo, tales como el cambio del nacionalismo de Estados Unidos de 1776 al nacionalismo agresivo (imperialsimo) de los siguientes doscientos años. (...) Solo los nacionalistas judíos han defendido su supervivencia misma, hasta que empezaron a robar tierras y agua a los palestinos, además de practicar el terrorismo de Estado contra estos.
Mario Bunge, 2009.
¿Acaso el nacionalismo defensivo estadounidense de 1776 no era heredero directo del nacionalismo agresivo o imperialismo que los ingleses habían llevado a cabo previamente en el este de Norteamérica, lo mismo que en el caso de Israel? Así pues, ¿por qué las ideologías nacional-religiosas suelen acabar trayéndonos muchas menos bondades de las que prometían? Según cierta hipótesis que no descarto, conforme aumentaron el número y la complejidad de las creencias en general, especialmente durante los últimos milenios de la prehistoria, se complejificaron las ideas religiosas y metafísicas en particular, desde el animismo hasta el dualismo más extremo, lo que sin una regulación adecuada tendió a la abstracción excesiva, a separar al ser humano de la naturaleza, a culturizar en exceso la vida, a diferenciar cada vez más entre lo interior y lo exterior. Dicha separación, mental e institucional al mismo tiempo, facilitó la cosificación y dominación tanto de la naturaleza como de los animales humanos y no humanos, lo que tiempo más tarde desembocó en las religiones organizadas y en los nacionalismos. Por ejemplo, los judíos jaredíes, al menos algunos de ellos, afirman explícitamente que ser judío es “luchar contra la naturaleza”, incluida la “naturaleza humana”. No por casualidad se puede leer en el Génesis aquello de "henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra»"
No obstante, si bien es cierto que judaísmo y sionismo (un tipo de nacionalismo especialmente virulento) suelen ir juntos en la actualidad –prueba de ello es que “un 68 por 100 de los judíos israelíes expresó su deseo” de que trasladaran a los árabes israelíes fuera de Israel (Pappé, 2006)-, no todos los judíos, ya sean seculares, ortodoxos o ultraortodoxos, son sionistas. Por ejemplo, un grupo minoritario de judíos jaredíes, conocidos con el nombre de Neturei Karta, se oponen al Estado de Israel y apoyan la creación de un Estado palestino árabe-judío, tanto por motivos religiosos como morales. Para muchos de sus miembros -que, huelga decir, tampoco son ningunos santos-, sionismo es igual a racismo, incluso a nazismo. No hay que confundir, pues, judaísmo con sionismo. Parece ser cierto que las religiones y las personas que fundamentan su ética única o principalmente en supuestos libros sagrados tienden a minusvalorar el pensamiento crítico, la curiosidad y el escepticismo, lo que las conduce a defender en muchas ocasiones determinadas posturas poco racionales como el autoritarismo familiar, el natalismo ilimitado, el machismo y el prohibicionismo, como es habitual entre los jaredíes, o a subestimar las aportaciones que han hecho a la ética otras filosofías seculares y religiones no teístas. Por eso las filosofías del anarquismo, feminismo, ecologismo o veganismo calan hondo con más probabilidad entre personas poco o nada vinculadas a las religiones monoteístas que entre personas muy vinculadas a ellas. Al parecer hay más personas anarquistas, feministas, ecologistas o veganas ateas que teístas. Sin embargo, cabe insistir en la diferencia entre la creencia teísta y la creencia nacionalista. Aunque la primera pueda llevar a la segunda, lo cierto es que la creación del Estado de Israel en 1948 tuvo más que ver con la «religión» nacionalista que con la religión judía.
El problema con Israel nunca ha sido su carácter judío (el judaísmo tiene muchas facetas y muchas de ellas constituyen una base sólida para la paz y la convivencia) sino su carácter étnico sionista. El sionismo no cuenta con los mismos márgenes de pluralismo que ofrece el judaísmo, y en particular no para los palestinos. Ellos nunca podrán formar parte del Estado y el espacio sionistas, y continuarán luchando, y hay que esperar que su lucha sea pacífica y exitosa. 

Ilan Pappé, 2006.
Tal vez no exista una causación directa entre el teísmo y el nacionalismo, o viceversa, pero sí cuando menos una correlación histórica que por lo general se remonta hasta el neolítico, aunque autores como Gellner creen que el nacionalismo es una invención moderna. Pero si consideramos que los primeros Estados debieron de ir acompañados de cierta idea de nación o de identidad territorial, entonces nacionalismo, teísmo y estatismo pueden ser estudiados como factores mutuamente relacionados a pesar de sus muchas variantes históricas.
Los 10 mandamientos del anarcoprimitivismo (IV)Imagen extraída del temario impartidopor Fco. Javier Jover Maestre 
curso 2012/2013Referencias bibliográficas (libros):
  • Bunge, Mario. 2009. Filosofía política: solidaridad, cooperación y Democracia Integral, Editorial Gedisa, Barcelona, págs. 231-232.
  • Harris, Sam. 2007. El fin de la fe, Paradigma, Madrid, págs. 14, 32 y 116-125.
  • Pappé, Ilan. 2006. La limpieza étnica de Palestina, Editorial Crítica, Barcelona, 2011, pág. 341.
  • Shiva, Vandana. 2006. Manifiesto para una Democracia de la Tierra, Paidós, Barcelona, págs. 11-12.

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